Argentina: primeras medidas del gobierno ultraderechista de Milei

Una motosierra… esgrimida por el FMI

Las primeras medidas que está tomando el ultraderechista Javier Milei no son las que prometió en campaña, y algunas son exactamente lo contrario. Pero tienen los mismo amos. Su programa ha sido tachado, corregido y reescrito por los

Las primeras medidas del gobierno de Javier Milei no son exactemente las que prometió en campaña, sino las que ha acordado con la derecha macrista y -sobre todo- con el Fondo Monetario Internacional en Washington. Pero tienen el mismo carácter que el programa del ultraderechista.

El primer paquete de medidas de Milei supone un hachazo contra el bolsillo de las clases populares -especialmente contra el 40% de argentinos bajo el umbral de la probreza- al mismo tiempo que un regalo para las arcas de las clases dominantes y especialmente del capital extranjero de Wall Street.

Donde dijo «digo», Milei dice «Diego». El presidente electo de Argentina no va a dolarizar la economía, ni a suprimir de un plumazo el Banco Central. Y sin embargo, incluso atenuadas, sus primeras medida significan un ataque brutal a las clases populares.

Tras incorporar a a su gobierno a las grandes figuras del macrismo -la delfín y candidata de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, es la nueva ministra de Seguridad, y su ministro de economía, Luis “Toto” Caputo, el mismo que entregó 45.000 millones de dólares del nefasto préstamo del FMI a los bancos y fondos de inversión extranjeros, es el nuevo titular económico del ejecutivo de Milei- y sobre todo tras su visita a Washington, el ultraderechista se dejó aconsejar por los cuadros superiores de la oligarquía bonaerense y de los centros de poder hegemonistas. Su primer paquete de medidas ha sido acordado y recibido el visto bueno del Fondo Monetario Internacional.

¿Qué medidas son?

Donde dijo «dolarizar» ahora es «devaluar»

Tras su visita a Washington, el ultraderechista se dejó aconsejar por los cuadros superiores de la oligarquía bonaerense y de los centros de poder hegemonistas. Su primer paquete de medidas ha sido acordado y recibido el visto bueno del Fondo Monetario Internacional.

La medida que más ha impactado en las rentas de los argentinos consiste en devaluar un 51% el peso respecto al dólar. Ayer un dólar valía 400 pesos y ahora vale 820.

En campaña Milei no dejó de prometer que haría caer el peso de sus medidas contra «la casta·, pero su primer paquete de medidas significa un empobrecimiento súbito de las clases medias y trabajadoras -que tienen sus ahorros en moneda nacional- y un enriquecimiento de las clases altas y adineradas, que tienen grandes ahorros en dólares. La receta para «contener la inflación» consiste en que los argentinos compren menos… porque tengan mitad de plata para gastar.

Viñeta de Gervasio Umpiérrez (Uruguay)

Y el efecto inmediato sobre los precios ha sido el contrario al que se dice pretender. El mismo día que se anunció la devaluación del peso, los precios (especialmente de los alimentos) subieron un 40%, algo más trágico si tenemos en cuenta que esos precios ya subieron un 50% entre la primera y la segunda vuelta. Algo que causó estupor en la calle -incluso entre gente que había votado a Milei-… pero total tranquilidad en la bolsa de Buenos Aires.

Todos los economistas -hasta los que aplauden a Milei- dan por hecho que estas medidas van a multiplicar la pobreza, cuyo umbral ya alcanza al 40% de los argentinos, y no digamos al 13,5% que está en la indigencia.

Devaluando la moneda se liquidan las rentas y los ahorros de la inmensa mayoría, mientras se favorecen las exportaciones y los negocios del capital extranjero. «Quieren que el ajuste lo paguemos la mayoría, y así garantizarse una mayor tajada de ganancias para los monopolios imperialistas, los grandes terratenientes y pules, las mineras, las petroleras, los monopolios cerealeros, los Bancos y entidades financieras», afirma el Partido Comunista Revolucionario de Argentina.

Otras medidas lesivas contra el 90%

Viñeta de Leopold Maurer (Austria)

El gobierno de Milei prometió cortar de golpe toda inversión en obra pública, pero esto, además de dejar sin acabar infraestructuras en construcción, significaría dejar a más de cuatro millones de argentinos en paro. Frente a eso, aconsejado por el FMI, ha optado por no renovar los contratos laborales públicos de menos de un año y no hacer más contratos de obra pública.

Se ha reducido los ministerios de 18 a 9 y las secretarías de 106 a 54, un hachazo al gasto público muy selectivo, destinado principalmente a las partidas sociales -sanidad, educación, etc…- y en ningún caso a los aparatos represivos o al gasto militar. Otra medida es la de reducir al mínimo las transferencias del Estado central a las provincias, algo que supone recortes y despidos masivos de trabajadores públicos.

A partir de enero, Milei aplicará la motosierra a los subsidios del transporte público, agua, luz y gas que suponen un alivio para las facturas no sólo de los más pobres, sino de las clases medias. Algo que en otros países -Chile, Ecuador, Perú- ha sido el detonante de enormes protestas.

Motosierra contra las protestas

Sin duda, una de las medidas que mejor marcan el carácter del nuevo gobierno es la llamada «El que corta no cobra». Milei sancionará a quienes protesten contra los recortes de su Gobierno.

El primer paquete de medidas antipopulares es una declaración de guerra a las clases trabajadoras, y las centrales sindicales y la izquierda ya han anunciado una oleada de movilizaciones. La respuesta del gobierno de Milei no puede ser más reaccionaria: todos los que promuevan, instiguen, organicen o participen en un corte de carreteras dejarán de cobrar cualquier tipo de ayuda estatal.

La ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, anunció que la policía identificará con drones y cámaras a los participantes en los cortes. Las protestas sólo podrán hacerse sobre las veredas (aceras) y las fuerzas de seguridad aplicadas al operativo podrán portar armas de fuego, que antes estaban prohibidas.

Una medida de dudosa legalidad constitucional y que trata de intimidar la enorme ola de rechazo y protesta que se viene en Argentina.

Una política autocrática y fascista que todo aquel que conozca el temple revolucionario e indómito del pueblo argentino -largamente demostrado durante los años del ‘corralito’ o durante el gobierno de Macri- sabe que está condenada al fracaso.

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