Una semana después del inicio del alto el fuego en Gaza, y mientras Israel y Hamás siguen negociando, ya se han producido las primeras puestas en libertad tanto de rehenes israelíes secuestradas por Hamás (unos 7 de momento) como de cerca de 300 prisioneros palestinos -la mayoría civiles- encerrados en las inhumanas cárceles israelíes. El acuerdo contempla la liberación de 30 prisioneros palestinos por cada rehén israelí vivo y 50 por cada mujer soldado.
Independientemente del incierto y trágico contexto, esta es una excelente noticia. Pero debe continuar hasta conseguir la liberación de todos y cada uno de los secuestrados. Hamás debe poner en libertad al centenar de rehenes que tiene en su poder, pero Israel debe liberar a los miles y miles -unos 10.200 según el ministerio palestino de Asuntos de Detenidos- de prisioneros políticos palestinos, muchos de ellos menores, que retiene en condiciones inhumanas violando la legalidad internacional.

En el primer día de tregua fueron liberadas tres mujeres israelíes como canje por 90 presos palestinos. En el segundo intercambio, cuatro soldados israelíes a cambio de 200 prisioneros palestinos. Son casi 300 liberados. Cada uno de ellos ha vuelto a sus familias, a los brazos de sus padres, parejas o hijos. Cada uno de ellos es una buena noticia.
Se calcula que cerca de un centenar de rehenes siguen en manos de la milicia islamista, aunque no está claro cuántos han muerto. Entre ellos hay dos niños, Ariel (5 años) y Kfir (2), que aún no se sabe si siguen con vida. Deben ser liberados inmediatamente.
Siendo esta una realidad insoportable, no podemos ignorar las diferencias. La del lado palestino es diez, cien veces más brutal.
Las primeras liberadas de Hamás han vuelto a sus seres queridos tras un infernal cautiverio, pero en un general buen estado de salud. Sabemos cada uno de sus nombres e historias. Cosa que no podemos decir de casi ni uno solo de los 290 palestinos liberados, personas anónimas cuyos rostros y cuerpos han envejecido fruto de las privaciones y el maltrato.
Entre los palestinos liberados de las mazmorras sionistas, uno de los pocos nombres propios que podemos señalar es el de Khalida Jarrar, activista feminista y revolucionaria, figura del maoísta Frente Popular de Liberación de Palestina, y miembro del Consejo Legislativo Palestino. Fue encarcelada en 2015 sin ningún tipo de juicio y sin pruebas.

«Ahogamientos simulados; ataques con perros; encadenamiento con los ojos vendados; privación de comida, sueño y agua; descargas eléctricas; quemaduras con cigarrillos; y violencia sexual…» estos son algunos de los abusos que sufren miles de palestinos detenidos clandestinamente en cárceles de Israel. Lo denuncia un informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU publicado en julio de 2024.
Actualmente, unos 10.200 palestinos están presos en cárceles israelíes, según los datos del ministerio palestino de Asuntos de Detenidos y Exdetenidos. Más de un tercio de ellos no ha pasado por juicio y casi todos han sido sometidos a la autoridad de tribunales militares.
Todos deben ser liberados. Las decenas de rehenes israelíes de Hamás. Y los miles y miles de rehenes palestinos en mazmorras de Israel.