Por fin, desde primeras horas del domingo 19 de enero, y tras quince infernales meses de genocidio, el alto el fuego en la Franja de Gaza es una realidad. Es una inmensa, grandiosa y buenísima noticia que todos los demócratas y amantes de la paz debemos celebrar.
Ahora es el momento para redoblar la lucha por la Paz, para transformar esta tregua frágil y temporal, en una Paz estable, permanente y justa para toda Palestina, abriendo camino a la solución de los Dos Estados, y por tanto a la existencia de un Estado Palestino viable, próspero y con garantías de seguridad.
Desde el domingo, las bombas han dejado de caer sobre la Franja. Cientos de camiones de ayuda humanitaria ya han entrado en Gaza. Hamás ha empezado a liberar los primeros rehenes, e Israel ha hecho lo mismo con centenares de «prisioneros de guerra» -mujeres y niños- palestinos.
En estos quince meses de infierno en la tierra, Gaza y su martirizada población han estado ante la posibilidad real de ser literalmente aniquilados, borrados del mapa. Por eso, incluso entre las ruinas, incluso llevando marcados en el alma la muerte de tantos seres queridos, los gazaties han festejado la mayor de sus victorias: la supervivencia, la resistencia, la resiliencia.
Gaza ha prevalecido una vez más. El alto el fuego es una victoria del pueblo palestino, pero también de los millones y millones de personas que por todo el mundo y a lo largo de estos quince meses no han dejado de luchar contra el genocidio.
Un gigantesco movimiento mundial por Palestina que ha conseguido ganar la batalla del relato, derrotando a la poderosa maquinaria de propaganda de Washington y Tel Aviv, logrando golpear y aislar políticamente al Estado de Israel. En el plano diplomático la soledad de los sionistas es patente: junto a EEUU, apenas un puñado de países votan en contra de las condenas contra Israel en la ONU, y hasta 39 países, entre los que está España, apoyan la acusación sudafricana en la Corte Internacional de Justicia.
Sin embargo, y aunque sobren razones para la alegría y el alivio, no sobran tampoco para la amargura y la incertidumbre. La tregua es frágil y quebradiza y no garantiza ningún futuro para el pueblo palestino. Y está en manos de líderes como Netanyahu y Trump, que han demostrado sobradamente su falta de escrúpulos.
El presidente norteamericano acaba de mostrar su “plan de limpieza” de Gaza: deportar a los dos millones de gazatíes supervivientes a Jordania y Egipto. No sabemos si esta “limpieza étnica” responde a una intención real o es la consabida costumbre trumpista de comenzar unas negociaciones amedrentando al rival.
Las amenazas a esta frágil tregua son muchas y feroces. Por eso es el momento de redoblar la lucha por la Paz: en Palestina, en Oriente Medio y en todo el mundo.
Es el momento de redoblar la lucha por la Paz para conseguir que esta frágil tregua temporal, prevista para sólo 42 días, se transforme en firme y permanente.
Es el momento de redoblar la lucha por la Paz para conseguir que la paz sea justa. Para que Hamás libere al centenar de rehenes que aún tiene en su poder, y que Israel libere al máximo de prisioneros palestinos, la mayoría de ellos civiles inocentes y por tanto secuestrados por Tel Aviv violando las leyes internacionales. Son mas de 10.000 palestinos los que están detenidos en las feroces cárceles israelíes.
Es el momento de redoblar la lucha por la Paz para conseguir que Israel cumpla lo acordado y permita entrar en Gaza la enorme cantidad de ayuda humanitaria que la población necesita. Y para conseguir un acuerdo internacional que garantice la reconstrucción de la Franja, de los hogares, de los hospitales y escuelas, de los saneamientos y de todo lo que hace posible la vida, que ha sido destruido con saña por las tropas israelíes.
Es el momento de redoblar la lucha por la Paz para impedir que Netanyahu y su gobierno prosigan con sus planes de anexión de territorios en Cisjordania, y sigan profundizando en el ominoso apartheid contra la población palestina.
Es el momento de redoblar la lucha para lograr que la solución de los Dos Estados –el sueño por el que luchó Yasser Arafat, la que defiende la ONU y la inmensa mayoría de las naciones del mundo- se abra paso contra los designios de EEUU y del Estado de Israel, y se convierta en realidad, creando condiciones reales para la existencia de un Estado Palestino viable, próspero y libre, que pueda convivir en paz con el Estado de Israel.
Es el momento de redoblar la lucha por la Paz en Oriente Medio, una región a la que los designios geopolíticos de Washington ponen al borde de una gran conflagración. Y de redoblar la lucha por la Paz Mundial, cada vez más amenazada por la creciente agresividad de una superpotencia en su ocaso imperial.
Por todo ello, y porque las amenazas que se ciernen sobre ella en esta nueva ‘era Trump’ siguen siendo enormes, es el momento de redoblar la lucha por la Paz: en Palestina, en Oriente Medio y en todo el globo.