En Gaza se sigue masacrando a la población civil. Una media de 100 personas al día son asesinadas mientras Israel ha escalado de bombardear civiles a utilizar el hambre y la sed como arma de guerra contra 2,3 millones de personas y poniendo a decenas de miles de bebés directamente en el punto de mira. Una situación indescriptiblemente atroz que no pretendemos describir en estas líneas.
Aunque la reacción ante esta atrocidad es en todo el mundo, queremos centrarnos especialmente en Europa. ¿Es cierto que mira hacia otro lado? ¿O a medida que se intensifica el genocidio lo hace también el rechazo a Israel por parte de toda la opinión pública? ¿Se consiente esta masacre o pasa absolutamente lo contrario?
Si usted alguna vez ha compartido esa sensación de impotencia pensando «¿cómo puede estar la gente mirando para otro lado?», debe saber algo crucial: esa idea, por muy bienintencionada que sea, no solo es falsa sino que además sirve a quienes perpetran esta masacre. Los hechos son contundentes y demoledores contra esta narrativa de la indiferencia.
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El despertar europeo: cuando los aliados de Israel dicen basta

Un giro histórico sacude Europa: 17 de los 27 Estados miembros han solicitado revisar el acuerdo de asociación UE-Israel, llevando a la alta representante Kaja Kallas a tomar una decisión impensable hace apenas semanas en una Unión tradicionalmente esquiva a criticar al Estado israelí.
Lo extraordinario no es solo el cambio, sino quién lo lidera. Austria, históricamente férrea defensora de Israel, ahora se suma a la iniciativa. Países Bajos, antes entre los más reticentes, impulsa la propuesta. Polonia la respalda y Suecia va más lejos proponiendo sanciones directas a ministros israelíes.
Paralelamente, Reino Unido suspendió las negociaciones comerciales con Israel. Keir Starmer se declaró «horrorizado» por la escalada, mientras su ministro de Exteriores, David Lammy, convocó a la embajadora israelí y calificó las acciones gubernamentales israelíes como «extremismo peligroso, repelente y monstruoso».
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Los números que desmienten la indiferencia: el colapso del apoyo a Israel incluso en casa.

Los últimos datos destrozan cualquier narrativa sobre indiferencia popular, revelando un rechazo masivo que trasciende fronteras. En España, el 71% califica las acciones israelíes como genocidio. En el Reino Unido, las cifras son igual de contundentes: Apenas el 16% apoya a Israel, mientras que el 69% exige alto el fuego inmediato y el 56% pediría suspender la venta de armas.
La situación en Francia muestra una sociedad dividida pero crítica: solo el 34% ve justificados los ataques israelíes, mientras otro 34% considera que efectivamente hay genocidio. Incluso en Alemania, tradicional aliada de Israel, el 49% juzga injustificada la ofensiva tras el 7 de octubre.
En Estados Unidos, el principal cómplice e impulsor de este genocidio, el 53% ahora opina desfavorablemente de Israel (subiendo desde el 42% en 2023). E incluso en el propio Israel, donde el 61% de los israelíes quiere el fin inmediato del conflicto y la desconfianza hacia Netanyahu es abrumadora, el 73% opina que debería dimitir. Los datos hablan por sí solos.
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Las calles hablan: movilización masiva contra el genocidio
Solo en una jornada, el 19 de mayo, “casualmente” antes de los cambios en las declaraciones de la UE el 21 de mayo, ¿cuál era la situación en las calles?

Londres: 500.000 manifestantes (una de las mayores movilizaciones en la historia reciente británica)
Países Bajos: 100.000 personas (proporcionalmente masiva para un país de 17 millones de habitantes)
Madrid: Miles protestaron exigiendo embargo de armas.
25 municipios catalanes: Movilizaciones simultáneas demandando romper relaciones con Israel
Las encuestas complementan esta imagen. Según datos del Eurobarómetro, el 68% de los europeos considera «desproporcionada» la respuesta militar israelí. En España, el CIS refleja que el 71% de la población apoya medidas de presión económica contra Israel. Y en el Congreso de los Diputados respaldó un embargo de armas a Israel pese a la negativa del PP y Vox. Y si vamos a los votantes, no a las cúpulas de esos partidos reaccionarios, ¿saben cuántos de sus votantes apoyan explícitamente lo que está haciendo Israel? El que más, Vox, no llega a un tercio (31%), los votantes del PP un 19% y los de Junts apenas un 12%. Sus partidos votan en contra de sus votantes. Están muy solos.
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La Diplomacia internacional avanza.
Veinte países donantes —incluyendo Alemania, Francia, España, Italia, Países Bajos, Reino Unido, Canadá y Australia— emitieron una declaración conjunta instando a Israel a autorizar la reanudación completa de la ayuda humanitaria a Gaza.
Francia, Reino Unido y Canadá advirtieron a Israel de «medidas concretas» si no frena la escalada «totalmente desproporcionada». El presidente del Consejo Europeo, António Costa, recibió por primera vez con la misma pompa que a otros diplomáticos a la nueva embajadora palestina, un gesto discreto pero significativo del giro europeo.
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La trampa de la desesperanza
¿Por qué persiste esta narrativa de la indiferencia? Porque resulta más cómoda para algunos sectores políticos culpar a la «pasividad popular» que reconocer la inmensa responsabilidad de canalizar correctamente esa indignación masiva que ya existe.
Cuando alguien en su casa comenta que «esto es una salvajada», eso ya es lucha política. Cuando alguien comparte una noticia en redes sociales, está haciendo activismo. La idea de que la gente es egoísta y ajena al sufrimiento palestino no solo es falsa sino profundamente injusta con millones que sienten rabia e impotencia. Hace falta más, sí, pero lo que tenemos es a la mayoría de nuestra parte.
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El momento de actuar: el mundo ya no mira hacia otro lado

Los hechos son irrefutables: desde España hasta Alemania, desde Reino Unido hasta el propio Israel, los ciudadanos rechazan masivamente esta barbarie. Las cifras destrozan cualquier narrativa de indiferencia global. Europa se mueve, los parlamentos actúan, las calles se llenan cada vez más, la diplomacia internacional presiona y hasta los propios israelíes exigen el fin de la masacre.
La pregunta no es si existe el rechazo al genocidio —existe, masivo y visceral—. La pregunta es si seremos capaces de convertir ese inmenso rechazo en movilización política. Cada brizna de actividad o de pensamiento a favor del fin del genocidio en Gaza es amiga y apoyable.
Por eso el llamamiento es doble: reconocer que la inmensa mayoría rechaza esta barbarie y no está mirando para otro lado. Y actuar para que esa mayoría encuentre cauces efectivos para su indignación justa. Participación en todas las movilizaciones para parar esta masacre, como la convocada para el 14 de junio por la plataforma pararlaguerra.es.
El enemigo no son los millones que sienten dolor por Gaza. El enemigo es quien perpetra la masacre y quien la apoya y justifica. No pongamos en su trinchera a quienes ya están de nuestro lado.