Bajo las "recomendaciones" de EEUU, 132 naciones aceptan fijar un impuesto global a los monopolios

Urgencias de recaudación imperial

En la última reunión del G7, Joe Biden propuso subir los impuestos a la grandes corporaciones. ¿Estamos ante un emperador progresista que busca tener recursos públicos para poderlos destinar a gastos sociales? ¿O esta política fiscal se ha convertido en una imperiosa necesidad para el mantenimiento de la hegemonía norteamericana?

EEUU propuso en la última reunión del G7 (EEUU, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Canadá) aplicar un impuesto mínimo del 15% a las grandes corporaciones. Estos países tienen un impuesto de sociedades superior a esa tasa, pero los monopolios acaban tributando bastante menos porque declaran sus beneficios en otros países con impuestos más bajos, donde fijan sus sedes.

También se debatió en el G20 que incluye a China, Rusia, India… Y finalmente en la Organización de Cooperación, Desarrollo y Economía (OCDE) donde contó con el visto bueno de 132 naciones, que representan el 90% del PIB mundial. Sólo Irlanda, Hungría, Estonia y algunos paraísos fiscales no han sellado el acuerdo.

La OCDE calcula que anualmente se dejan de ingresar en las arcas públicas hasta 240.000 millones de dólares debido a la evasión de impuestos de los monopolios.

El presidente norteamericano, Biden, confirmó que “al menos 55 de nuestras corporaciones más grandes utilizaron diversas ‘lagunas’ para pagar cero impuestos federales sobre la renta en 2020”.

Y según datos del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, el 76% del beneficio anual obtenido por los monopolios norteamericanos en Europa se declaró como generado en Irlanda, Holanda y Luxemburgo. Lo que evidentemente no responde a la realidad económica, sino a los mecanismos de evasión fiscal.

Para evitarlo, la  propuesta fija dos mecanismos:

-que las naciones recauden al menos el 15% sobre los beneficios de cualquier monopolio que tenga una cifra de negocio superior a los 750 millones en su país.

-y si no llegan a esa cifra localmente, cada hacienda tendrá derecho a un porcentaje de los impuestos que esas compañías paguen en otras naciones, cuando su volumen mundial de negocio supere los 20.000 millones de dólares.

En ambos casos los monopolios no podrán acogerse a tributar en una tercera nación (paraíso fiscal, …).

EEUU necesita muchos, muchos dólares

Hace unos meses la pretensión europea de fijar un impuesto similar era objeto de amenaza de sanción por parte de Trump. Ahora la Secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, celebra el acuerdo anunciando un «día histórico para la diplomacia económica». Que la meca del capitalismo auspicie un impuesto global a los monopolios acotando sus mecanismos para evadir capitales y en nombre de la justicia social no deja de sorprender. ¿Porqué este giro?

Yellen ya había anunciado la propuesta del impuesto global del 15% como parte de un esfuerzo para “asegurarse de que los gobiernos generen ingresos suficientes para invertir en bienes públicos esenciales”.

Esa necesidad de “ingresos suficientes” es lo que explica el cambio de criterio. De hecho el Gobierno de EEUU también quiere elevar su impuesto interno sobre beneficios al 28 %, (Trump lo había rebajado).

EEUU, para prolongar su hegemonía en el Planeta y competir con China, tiene como condición la superioridad militar que ostenta, pero no le basta: necesita un inmenso esfuerzo de inversiones que actualice sus obsoletas infraestructuras; un país fortalecido internamente, (hoy dividido y con amplios núcleos de pobreza); y liderar un frente común de otras naciones, dándoles a ganar una parte, no solo exigiéndoles tributos imperiales o aplicándoles el ordeno, amenazo y mando de Trump.  

La nueva tasa mundial va en esa línea.

Los intereses nacionales de EEUU

En palabras del economista Juan Torres: «Estados Unidos se propone recuperar el terreno perdido, evitar que su sociedad colapse como resultado de las fracturas sociales, (…) y reforzarse para hacer frente a la competencia cada día más feroz de China.»

Y cita en su blog el Informe publicado por The Atlantic Council, organismo que lleva desde 1960 asesorando al gobierno de EEUU, donde se establece la estrategia que recomiendan adoptar a Washington frente al ascenso de China en el mundo:

Los intereses nacionales que Estados Unidos debe proteger, junto a los de sus socios y aliados:

1 retener la superioridad económica y tecnológica colectiva

2 proteger el estado global del dólar estadounidense

3 mantener una abrumadora disuasión militar convencional

El informe continúa: De ahí se deducen, las «tareas domésticas centrales» y «con dividendos que solo se obtendrán en una década o más». Entre ellas, las siguientes:

-Revertir las inversiones en declive en infraestructura económica

-Revertir la inversión pública en ciencia, tecnología, ingeniería, investigación científica…

-Asegurar que EEUU siga siendo líder mundial en las principales categorías de innovación tecnológica

-Desarrollar un nuevo consenso político sobre la inmigración.

-Que la deuda nacional se mantenga dentro de parámetros aceptables.

Para acometer esas tareas, Biden ha presentado unos planes de gasto público que equivalen a multiplicar por tres todo lo gastado en los 18 años anteriores. (ver cuadro 1).

Estas inversiones anunciadas se orientan a:

-Modernizar las infraestructuras para hacer más competitiva la economía estadounidense.

La Sociedad Estadounidense de Ingeniería Civil califica la situación de precaria. En los últimos años el promedio de descarrilamientos sufridos por trenes es de dos al mes. Y eso que de los 16 sectores evaluados, el ferroviario es el que obtiene la mejor puntuación.

-A paliar el enorme abismo, ya casi fractura social, que ha enterrado el «sueño americano». La brecha entre ricos y pobres se duplicó durante los últimos 25 años en EEU, donde tienen la tasa más alta de pobreza juvenil de entre los países industrializados.

Y no es la sensibilidad social del nuevo gobierno, o su preocupación por los más desfavorecidos el motivo de tan inmenso proyecto de gasto público, sino que esas inversiones se han convertido en imperativo para mantener su hegemonía mundial.

Baste recordar que China acaba de poner en órbita su estación espacial permanente; han posado un equipo de 8 toneladas en la Luna; y un robot sobre la superficie de marte. Y mientas EEUU intenta limitar la implantación del sistema 5G, Pekín acaba de lanzar un satélite que funciona con 6G…

A nivel global China expande sus relaciones construyendo carreteras, puertos y vías férreas por valor de 3.7 billones de dólares invertidos en 2.600 proyectos en más de 100 países.

Letra pequeña

Quedan dos años para la implantación de la tasa del 15% y aún aceptando las líneas generales del acuerdo, se continuarán negociando excepciones: Pekín y algunos países del Este europeo alegan que la propuesta afecta a sus medidas para incentivar inversiones industriales; algunas naciones defienden exenciones fiscales para favorecer la investigación y el desarrollo…

EEUU reclama a su vez que los países europeos renuncien a la llamada tasa google, que grava a los gigantes tecnológicos norteamericanos.

Y ya veremos si en la redacción definitiva, esta tasa mínima del 15% acaba siendo el máximo que paguen los monopolios mientras el resto (Pymes, autónomos y otras empresas comerciales e industriales) sigan sujetas al 21%…

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