Represión marroquí ante la visita del enviado de la ONU al Sahara

El 28 de junio, más de cien saharauis resultaron heridos tras una feroz represión marroquí en una manifestación por la llegada del enviado de la ONU, Horst Köhler. Es el último episodio de una cadena de violencia y terror impuesta por el Gobierno de Marruecos para impedir la libre determinación del pueblo saharaui.

Los hechos sucedieron en El Aaiún, Smara y Bojador, ciudades del oeste del Sahara, ocupadas por Marruecos. Ante la visita en ese mismo día de Horst Köhler, la población saharaui salió a la calle para hacer saber a la ONU de su histórica reivindicación por la independencia del Sahara.

Para hacer callar a la población, Marruecos recurrió otra vez más a la fuerza bruta. 128 heridos de distinta gravedad, con un joven en estado crítico, según hacen saber las propias organizaciones saharauis. Ya antes de la llegada de Horst Köhler, la policía de Marruecos llevó a cabo redadas y asaltos para intimidar a la población y que no saliera a la calle. El 21 de junio asaltó cinco viviendas de El Aaiún y en esa semana se produjeron 60 detenciones, según Equipe Media.

Horst Köhler, expresidente de Alemania y enviado personal del Secretario General de la ONU, acudió al Sahara con el objetivo de reunirse con todas las partes (Marruecos y el pueblo saharaui) para hacer cumplir la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU del 27 de abril. Resolución que exige que tanto el Frente Polisario como el Reino de Marruecos entren en negociaciones directas, sin condiciones previas, “con miras a lograr una solución política justa, duradera y aceptable para las partes, que prevea la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental”.

No se puede hacer callar a un pueblo

Desde que España cediera a Marruecos y Mauritania el Sahara Occidental hace ya más de 40 años, el Frente Polisario y el pueblo saharaui están luchando por su independencia; y Marruecos frena los intentos de liberación del Sahara mediante la fuerza y la represión.

Según ACNUR, hay en torno a 165.000 refugiados saharauis viviendo desde hace ya dos generaciones en campos de refugiados en Argelia, como Tinduf. Tras ser expulsados de su tierra, malviven como pueden en condiciones infrahumanas, en medio del desierto donde se alcanzan los 50 grados en verano y el acceso a recursos básicos es muy limitado.

El país está partido literalmente por la mitad por el Muro de la Vergüenza, un muro de 2.720 kilómetros construido por Marruecos en 1980, el mayor jamás construido. Para proteger el muro, hay una compañía militar cada cinco kilómetros y un radar cada quince. Pero lo más importante son las más de 9 millones de minas antipersona plantadas alrededor del muro, y que se han cobrado la vida de miles de saharauis.

Dentro del territorio saharaui ocupado, la situación es de terror. Detenciones arbitrarias, desapariciones, torturas… son el pan de cada día. Ejemplo fue el ataque de Marruecos al campamento de Gdeim Izik hace ocho años, donde cientos de saharauis fueron detenidos, maltratados y mutilados, y a día de hoy todavía hay presos políticos con penas de hasta 25 años de cárcel.

Sin embargo, pese a estas situaciones, el pueblo saharaui no se rinde y sigue luchando por la independencia.

El Intergrupo por el Sahara Occidental, un grupo de diputados de diversos partidos en favor de los saharauis, ha exigido al nuevo Gobierno de España que convoque al embajador marroquí en referencia al último acto de represión y que tome medidas diplomáticas oportunas. Además de llevar la denuncia de la represión ante la ONU y solicitar protección para la sociedad civil.

Frente a la complicidad de los anteriores Gobiernos con Marruecos, se abre con el Gobierno de Pedro Sánchez una oportunidad para que se haga aquí también justicia con el pueblo saharaui. España es parcialmente responsable de lo sucedido con el Sahara, y no puede seguir permitiendo que Marruecos siga utilizando el sufrimiento y el miedo para acallar la voz de libertad de todo el Sahara.

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