El gran patrón de la banca española, Emilio Botín, y el jefe de los grandes empresarios, Díaz Ferrán, han expuesto abierta y desvergonzadamente su programa para todos nosotros: «los españoles han de trabajar más y ganar menos».
¿Ganar menos? El 50% de los asalariados esañoles, más de 7 millones de trabajadores, son mileuristas. Es decir, cobran un salario máximo de 1.000 euros y, en muchas ocasiones, bastante menos. El 80% de los pensionistas de nuestro país, mas de 6 millones de personas, cobran pensiones que están muy, muy por debajo de los 1.000 euros mensuales. El gasto público per cápita en necesidades tan básicas como la sanidad y la educación es de los mas bajos de Europa, por no hablar de las ayudas a las familias o a las personas dependientes. Y sin embargo, quieren rebajar todavía más los salarios, para eso han aprobado la reforma laboral, recortar aún más las pensiones, alargando la edad de jubilación y ampliando el número de años cotizados para calcular su cuantía y están dispuestos a aplicar un plan B, como ha exigido el FMI, con más recortes sociales. De lo que Botín y Díaz Ferrán están hablando, en realidad, es que para que ellos concentren en sus manos todavía mas riqueza, los demás, el 90% de la población debemos sufrir una rebaja de un 25% en nuestras rentas y salarios. Este es el meollo de todo lo que está pasando. La distribución de la riqueza en España Según el último informe del Banco de España sobre la distribución de la riqueza en España, un 10% de las familias españolas concentra en sus manos el 70% de la riqueza financiera. No de la renta o de los medios de vida en general (que incluiría otras cosas como el salario, la vivienda, los medios de transporte o los ahorros que tiene uno en la cartilla), sino la riqueza financiera. Que es justamente la parte mas cualitativa de la riqueza de un país, puesto que es la única que está dotada de la propiedad, al invertirse y ponerse en contacto con la fuerza de trabajo asalariada, de producir nueva riqueza. Riqueza financiera que se mide en títulos de propiedad de las acciones de las empresas (coticen o no en bolsa), de los planes de pensiones privados, de los fondos de inversión, de los valores de renta fija (es decir títulos de deuda pública o bonos emitidos por las grandes empresas para financiarse) y cualquier otra forma de activos financieros de este tipo. Pues bien, el 70% de toda esa riqueza en manos de las familias, que el Banco de España estima en 1 billón 328.000 millones de euros, se la apropia el 10% de la población. El 90% restante tiene que conformarse con repartirse el 30% restante. Pero ésta, además, es sólo una parte de la realidad. El 1% más rico (esos de los que dijo Botín que “ricos, ricos de verdad, sólo somos unos pocos”) concentra el 40% de toda esa riqueza financiera. A lo cual, lógicamente, hay que sumarle los salarios multimillonarios que cobran, las propiedades de todo tipo que poseen, el efectivo depositado en los bancos, el patrimonio familiar del que disfrutan, la riqueza financiera personal oculta en sus empresas, sociedades, etc.,… Pero ni siquiera esto es todo. Porque la riqueza en manos de las familias es sólo un pequeña parte de la riqueza financiera existente en nuestro país, la mayor parte de la cual se encubre bajo la forma legal de “personas jurídicas”, donde las personas reales que poseen su propiedad o su control quedan ocultas. El total de la riqueza financiera de España a octubre de 2010, según el Banco de España, asciende a 4,272 billones de euros. Pero en poder de las familias sólo están 1,328 billones. El resto, 2,994 billones de euros está en poder de instituciones financieras, empresas, sociedades, etc. Todas ellas, a su vez, propiedad o controladas por el 1% más rico de la sociedad. Lo que quiere decir que apenas 140.000 familias en España poseen una riqueza financiera por un valor superior a los 3 billones de euros, más de tres veces el PIB español. Un 1% que posee o controla el 70% de la riqueza del país. ¿Hay o no margen para la redistribución? Y son esta misma gente –la ínfima minoría de los Botín, Koplowitz, March, Entrecanales, Del Pino,…– los que ahora quieren imponernos, a través del actual gobierno Zapatero o del futuro de Rajoy, rebajas salariales, recortes de pensiones y nuevas reducciones del gasto público. Han visto en la crisis la ocasión de dar un nuevo salto en la acumulación de riqueza que poseen, y no están dispuestos a desaprovechar la ocasión. Para que ellos aumenten su riqueza, los demás tenemos que volvernos un 25% más pobres. Esta es, de fondo, la batalla política real que se está librando en nuestro país. Por eso hemos insistido en que el 29-S no acababa nada, sino que era el comienzo de todo. Y por eso ahora es el momento de sacar enseñanzas de lo ocurrido el 29-S y establecer la línea de actuación para los próximos meses. Aprender de la victoria El 29-S, por mas que traten de ocultarlo o enmarañarlo, fue un gran triunfo popular, una victoria por goleada. De lo que ahora se trata es de darle continuidad formando un amplio movimiento capaz de unir en cada localidad al 90% de la población. Una de las enseñanzas más importantes del 29-S es que allí donde hemos organizado concentraciones de apoyo a la huelga cada semana, más de 50 en toda España, las Agrupaciones Populares contra la crisis no sólo han conseguido unir a un amplio núcleo de gente luchadora, sino que han sido capaces de extender –a distinto nivel– la línea de unir al 90% de la población de esa localidad en torno a un programa de redistribución, ahorro e inversión para salir de la crisis de acuerdo con los intereses de la mayoría. Ahora es el momento de empezar a dar cuerpo a todo ese movimiento. De legalizar las Agrupaciones, dándoles un cauce no sólo político, también organizativo, ampliándolas y extendiéndolas. Debemos volver a las concentraciones semanales de los viernes, esta vez centrándolas en la difusión del programa-manifiesto y en la lucha contra la reforma de las pensiones. Debemos ampliarlas, sumando a ellas a sindicatos, asociaciones y entidades de cada localidad. Activar el enorme capital político y humano que hemos acumulado en torno al 29-S, los 1500 firmantes de los dos Manifiestos aparecidos en la prensa nacional, los asistentes a las concentraciones y a las manifestaciones del 29-S, es la tarea más importante del momento.