Sí­ hay otras salidas a la crisis

Redistribución china, recortes europeos

Mientras en Europa asistimos a una desenfrenada ofensiva por parte de las oligarquí­as financieras para someter a sus poblaciones a un empobrecimiento generalizado que les permita a ellas reponer su tasa de ganancia y recuperar pérdidas, el camino que ha emprendido China para mantener su ritmo de crecimiento es exactamente el opuesto: aumentar los ingresos de los trabajadores y de la mayorí­a de la población.

Al mismo tiemo que la Asamblea Popular Nacional (APN, el parlamento chino) decidía en su sesión anual, celebrada en Pekín durante la primera semana de marzo, adoptar toda una batería de relevantes cambios en la orientación de la política económica seguida hasta ahora, las grandes potencias europeas discuten la creación de un Fondo Monetario Europeo encargado de someter a un drástico plan de ajuste –cuyo centro en todas partes es la reducción, a través de distintas vías, de un 25% de los salarios y las rentas de las clases populares– a las economías más débiles de la UE. Por contra, las transformaciones más significativas adoptadas por el parlamento chino se refieren a la introducción de una serie de medidas cuyo objetivo inmediato y en el medio plazo es elevar el nivel de ingresos de la mayoría de la población. Redistribución salarial y reforma fiscal Y ha decidido hacerlo a través de una doble vía. Una redistribución salarial que implica, por un lado, una subida generalizada de los salarios de los trabajadores y, por otro, una reducción significativa de las rentas que perciben los directivos, gestores y ejecutivos de las grandes empresas estatales de los sectores industriales y financieros. Paralelamente, el gobierno acometerá una reforma fiscal progresiva, de modo que esas mismas grandes empresas, y en general las rentas de capital, paguen una mayor cantidad de impuestos a fin de que el Estado disponga de más medios para proceder a una redistribución más justa y equilibrada de la riqueza social. “Debemos no sólo agrandar la ‘tarta’ de la riqueza social a través del desarrollo económico, sino también repartirla como es debido mediante un sistema racional de distribución de los ingresos”, dijo el primer ministro Wen Jiabao en su informe ante el parlamente sobre la labor del gobierno. Redistribución de la escala salarial (subiendo los salarios más bajos y reduciendo los más altos) y una reforma fiscal para que los que más tienen, paguen más. ¿Qué tiene esto que ver con las recetas de recortes de salarios, pensiones y gastos sociales que se nos propone en Europa como único medio para salir de la crisis? Independientemente de la opinión de cada cual acerca del sistema económico o el régimen político chino, preguntarse cómo y por qué el gobierno chino puede adoptar una política totalmente distinta al resto de gobiernos del mundo, buscando una elevación generalizada de las condiciones de vida de la mayoría del pueblo como medio para salir de la crisis, permite sacar algunas conclusiones de hondo calado. Independencia política y sistema económico La primera razón de que China pueda reorientar de esta forma el modelo de crecimiento de su economía no es, paradójicamente, económica, sino política. En el celoso mantenimiento de su independencia política encontramos la primera clave de por qué puede nadar completamente a contracorriente del “pensamiento único” que en los países capitalistas occidentales establece como dogma de fe la necesidad de empeorar las condiciones de vida de la mayoría como único medio para salir de la crisis. De no ser por esta independencia, por esta capacidad para tomar sus propias decisiones de acuerdo con sus intereses y no por las exigencias, presiones e injerencias de otras grandes potencias, hace tiempo, por ejemplo, que la moneda china habría sido revaluada muy al alza con respecto al dólar, como insistentemente le exige EEUU. Un camino que Washington ya ensayó con éxito en las crisis de 1973 y 1986, trasladando los costes más gravosos de la crisis a Europa y Japón, mediante el procedimiento de devaluar el dólar frente al marco y al yen respectivamente. Como consecuencia de este simple movimiento de política monetaria, EEUU rebajó enormemente su deuda externa, denominada en dólares, y multiplicó la capacidad de exportar sus mercancías. El reverso de esta “salida” a la crisis fue el estancamiento europeo en la década de los 70 y el largo período de depresión que sufre la economía japonesa desde los años 90 hasta hoy. China por el contrario se ha mantenido imperturbable frente a las presiones norteamericanas: si tiene que reducir el papel de su sector exportador, será para reequilibrar su economía aprovechando la contracción del comercio mundial provocada por la crisis, pero no porque la posición hegemónica de EEUU en el sistema monetario internacional y las manipulaciones en el valor de dólar permitan a la economía norteamericana quedarse con una parte del mercado mundial que la economía china ha conquistado con su competitividad en los últimos 30 años. Un camino original Desde algunos sectores de la izquierda más radical se crítica al Partido Comunista de China (PCCh) haberse abierto camino en la economía mundial sobre la base de abrazar el capitalismo más salvaje. No es ahora el momento –ni disponemos de espacio para ello– de entrar en una valoración en profundidad de la naturaleza del régimen económico y político de China. Pero sí de poner en valor algunas de las enseñanzas que ofrece su modelo de “reforma, modernización y apertura” que constituyen una contribución especialmente valiosa para el pensamiento progresista. Al margen de la mayor o menor ‘ortodoxia’ marxista con el que se lo califique, lo que nadie puede negar es que el sistema de “economía socialista de mercado” que rige en China desde inicios de los años 80, además de poner de manifiesto un potente y original pensamiento, capaz de atreverse a trazar su propio camino, ha supuesto un avance gigantesco tanto en las condiciones de vida de la mayoría del pueblo chino como del peso económico y político de China en el mundo. A través de él, el PCCh ha sabido combinar y sacar provecho de las ventajas de una economía estatal planificada, en la que el peso de las empresas públicas en sectores claves de la economía sigue siendo decisivo, pero que al mismo tiempo, al estar enfrentadas a un sector privado de la economía dotado de un alto grado de flexibilidad, dinamismo y competitividad mundial, permiten prevenir y limitar el riesgo del burocratismo y los peligros de anquilosamiento y necrosis al que estuvieron condenadas las economías socialistas en anteriores experiencias históricas. La decisión tomada por los dirigentes chinos de abrirse al mercado mundial se ha revelado, 30 años después, no sólo como valiente, sino también como acertada. Con ella, el PCCh se lanzó a competir con las grandes potencias capitalistas en su propio terreno. Y tres décadas después, el estallido de la crisis ha puesto de manifiesto cómo han sabido ganarles la partida, haciéndolo mejor que ellas. Ahora, tras tres décadas de avances continuos, ha legado el momento de cerrar esta etapa y abrir una nueva en el modelo de crecimiento de la economía china. Ese es el objetivo estratégico que persiguen las medidas adoptadas por la APN. Una sociedad “modestamente acomodada” Pese a los innegables éxitos alcanzados por la economía china en este tiempo, la crisis ha puesto de manifiesto sin embargo sus principales flancos débiles. El principal de ellos, el excesivo peso del sector exportador en el conjunto de la economía china. Una excesiva dependencia de los mercados exteriores que la hace vulnerable en los momentos de crisis, cuando estos mercados contraen su capacidad de compra o a decisiones políticas, como la aplicación de medidas proteccionistas en esos mercados. Mantener la competitividad en los mercados exteriores al tiempo que se aumenta el consumo interno es el nuevo reto que tiene planteado la economía china. Cubierta la primera etapa que ha permitido dar un salto cualitativo al pueblo chino en acumulación de capital y capacidad de creación de riqueza social, se trata ahora de pasar a una segunda y superior etapa: equilibrar la composición de los distintos factores de la economía nacional mediante la creación de un potente mercado interno, adecuando una parte del tejido productivo y reorientándolo hacia las necesidades de ese mercado interno. Lo cual, a su vez, exige imperiosamente aumentar el poder adquisitivo y la capacidad de consumo de la mayoría de la población. En este objetivo –cuyo fin último definido en uno de los últimos congresos del PCCh es el de conquistar a medio plazo una “sociedad modestamente acomodada”– se inscriben las medidas de redistribución de la escala salarial y de reforma fiscal progresiva tomadas por la APN. Y así, mientras que en una Europa en la que la burguesía monopolista alemana está tomando el timón vemos que se nos propone como ejemplo a seguir e imitar –por las buenas o por las malas, de grado o por fuerza– a países como Irlanda, que ya han tomado el camino de reducir un 18% los salarios, retrasar la edad de jubilación, subir los impuestos a la población o recortar las prestaciones sociales, el pueblo chino se dispone a iniciar una etapa de mejora sustancial en las condiciones de vida de las masas que, a poco que tenga un éxito similar al de los últimos 30 años, posiblemente vuelva a sorprender al mundo incluso antes de lo que se piensa. China reformará el sistema de reparto de ingresos El primer ministro chino, Wen Jiabao, se comprometió hoy viernes a perfeccionar y hacer más racional el sistema de reparto de ingresos, puesto que éste es una "importante manifestación de la equidad y la justicia sociales" y una importante herramienta para promover la demanda interna y reducir la disparidad de los ingresos. "Debemos no sólo agrandar la ‘tarta’ de la riqueza social a través del desarrollo económico, sino también repartirla como es debido mediante un sistema racional de distribución de los ingresos", dijo Wen (…) En China cada vez son más frecuentes las quejas en el sentido de que el aumento de los ingresos de la gente está muy por detrás del ascenso de la renta fiscal del Estado. Los bajos ingresos han sido también señalados como la causa de la reducción de los gastos de consumo. Además, la gente ha manifestado su descontento ante los abultados ingresos de los monopolios industriales, que amplían la disparidad de los ingresos y empeoran la situación de la igualdad social. Wen sostuvo que es necesario profundizar la reforma del sistema de reparto de los ingresos en las industrias monopolistas (…) a fin de (…) rectificar con firmeza la tendencia al agrandamiento de la disparidad de los ingresos. DIARIO DE PUEBLO. 5-3-2010 El amargo remedio que ha ayudado a Irlanda a sobrevivir en la crisis Neil Shah Irlanda, un país plagado de deudas, está ganando el aplauso de los mercados financieros por tomar el tipo de dolorosas medidas económicas que muchos otros países están posponiendo. Pero el ambiente de austeridad es poco celebrado por personas como Robert Peelo. Este policía de 35 años esperaba que el gobierno le subiera el sueldo un 6% el año pasado y construyera una nueva estación en su jurisdicción (…) En su lugar, Dublín le redujo su salario un 18% y archivó la construcción de las nuevas instalaciones (…) Peelo dice que ha logrado pagar su hipoteca a 30 años después de eliminar sus vacaciones, dejar de llevar a sus dos hijos pequeños a la guardería y de hacer turnos los domingos (…) Los gobiernos de todo el mundo se están viendo obligados ahora a enfrentar las difíciles decisiones que ha tenido que adoptar Irlanda. EEUU y Gran Bretaña tienen enormes déficit presupuestarios que se han convertido en espinosos temas políticos. Los gobiernos estatales y municipales estadounidenses están reduciendo servicios. Esta presión es especialmente aguda en los países más pequeños de los 16 que integran la zona euro, estremecida por los temores a una cesación de pagos de Grecia. Pero a diferencia de Grecia, (…) Irlanda adoptó rápidas medidas (…) El gobierno irlandés redujo hasta un 15% el salario bruto de los profesores y policías, además de imponer un alza generalizada de impuestos. Dublín también redujo los beneficios de bienestar social, lo que transformó al otrora Tigre Celta en el líder de la austeridad en Europa. Ahora, la Unión Europea está presionando a Grecia para que haga lo mismo, y Portugal, España e Italia podrían seguirle los pasos (…) Pero hacer las cosas adecuadas les ha hecho la vida más difícil a los 4,5 millones de irlandeses. Los recortes salariales ya han enardecido los ánimos de los trabajadores gubernamentales y podrían provocar más huelgas. Hasta ahora, el partido gobernante Fianna Fial ha seguido adelante con sus enérgicos cambios. No se espera que las medidas de austeridad se aflojen a corto plazo. Los salarios más bajos hacen que los irlandeses tengan menos dinero en el bolsillo (…) Los votantes se muestran cada vez más desencantados (…) THE WALL STREET JOURNAL. 16-3-2010

Deja una respuesta