EEUU no está en manos de “un dictador”, Trump, y “un multimillonario extravagante”, Elon Musk. La política de Trump representa una respuesta global ofensiva de la superpotencia, respaldada por el grueso de la burguesía norteamericana, quien de verdad manda en Washington.
Detrás de Trump no está una “tecnooligarquía”, representada por millonarios como Elon Musk, sino los principales nódulos de la gran burguesía norteamericana.
En primer lugar en la gran banca. JP Morgan, el primer banco norteamericano, ha alabado en los informes posteriores a la toma de posesión de Trump las líneas maestras de su política. Su consejero delegado, Jamie Dimon, es señalado como “uno de los principales propagandistas de la política económica de Trump en la gran banca”, sonó como candidato a secretario del Tesoro, y ha apoyado la subida de aranceles de Trump, afirmando que “fortalecerá la posición de EEUU en la economía global”. También respaldó el proyecto de Musk de “un gobierno más eficiente”, y confesó que con el triunfo de Trump “muchos banqueros están bailando en la calle”. El mismo apoyo a los aranceles viene del CEO de Goldman Sachs, otro centro de la banca norteamericana, de donde salió el equipo económico de Trump en su primer mandato. Y BlackRock, primer fondo norteamericano, se ha posicionado con Trump al retirarse de todos los fondos que promocionaban la “transición verde”.

Las grandes petroleras -uno de los centros monopolistas de la burguesía norteamericana- respaldan cerradamente la política de Trump para eliminar cualquier límite a la extracción de petróleo y gas.
Y los grandes monopolios del complejo militar industrial avalan una política de Trump que anuncia un nuevo y enorme aumento del presupuesto bélico.
No son “los más ricos”, no son bancos o monopolios aislados. Son una clase organizada, trenzada por múltiples vínculos entre ellos, con la gran banca como principal nódulo.
El grueso de la gran burguesía norteamericana respalda la alternativa que Trump ejecuta
Cuando se señala a la “tecnooligarquía” se está ocultando a la burguesía norteamericana detrás de personajes como Ellon Musk. Sus empresas son suyas, y sobre todo de la gran burguesía norteamericana. Los principales accionistas de Tesla son Vanguard, BlackRock y State Street, tres de los grandes nódulos financieros. Lo mismo sucede con todos los “gigantes tecnológicos”, desde Meta a Amazon: están bajo el control de JP Morgan, Vanguard, Fidelity, BlackRock, State Street, Morgan Stanley… es decir el corazón de la burguesía norteamericana. Su apoyo cerrado a Trump, también de los que habían mostrado mayor apoyo a los demócratas, es expresión de que el grueso principal de la burguesía estadounidense está respaldando el proyecto que representa Trump.
.
¿Qué objetivos persigue la política de Trump?
EEUU tiene un plan

Trump no ha entrado “como un elefante en una cacharrería”, todas sus medidas están meditadas y forman parte de un proyecto global. La política de Trump no es “el proyecto de un dictador”, ni el programa de un multimillonario como Musk para impulsar sus negocios. Es la alternativa de la gran burguesía norteamericana para defender su hegemonía.
La aceleración de la toma de cientos de decisiones por decreto y su agresividad se basan en el apoyo de la gran burguesía norteamericana, y en la voluntad de dar una respuesta inmediata a los problemas que enfrenta la superpotencia, a causa del avance de China, o de los BRICS. El CEO de JP Morgan ha expresado que EEUU se enfrenta a “la situación geopolítica, militar y geoeconómica más complicada desde la II Guerra Mundial”… lo que exige una respuesta contundente y rápida.
EEUU no busca con Trump “imponer un nuevo orden mundial” ni se “está retirando del orden internacional creado tras la II Guerra Mundial”. Este era y es un orden basado en la hegemonía norteamericana. Trump no va a retirar a EEUU del FMI, el Banco Mundial o la OTAN, instrumentos de la hegemonía norteamericana desde hace décadas. Lo que busca la burguesía norteamericana con Trump es enfrentarse a una realidad donde el avance de los países y pueblos del mundo, de China, los BRICS, países en Hispanomérica, Asia o África… socavan su hegemonía.
Trump no está “dinamitando el sistema desde dentro”, ni quiere “desmantelar el Estado”. Es hoy la alternativa dominante del “sistema”, es decir de la gran burguesía norteamericana. Y empuña el garrote de su Estado.
No, el trumpismo no son los impulsos de un personaje histriónico. Es la alternativa de la gran burguesía norteamericana para defender su hegemonía mundial, cada vez más erosionada
.
La prioridad de la superpotencia
Con China, y los BRICS, en el punto de mira

Trump presenta una frenética actividad, con un decreto más reaccionario cada día, como una “bomba de racimo” que apunta en todas direcciones. Ocultando el centro de su ofensiva, dirigida contra China y los BRICS.
China ha dinamitado el monopolio norteamericano en la IA, los BRICS se fortalecen con nuevas ampliaciones (Indonesia, Nigeria…) se atreven a “desdolarizar” o a, con Sudáfrica al frente, enjuiciar a peones yanquis -Israel-.
Esto no pasaba hace diez años. Y la velocidad de esa emergencia, no solo de China, va en aumento.
Los primeros pasos de Trump se dirigen contra China, en el Indo-Pacífico y en Iberoamérica, y contra miembros significativos de los BRICS como Sudáfrica.
La elección de Marco Rubio como secretario de Estado es la mayor apuesta de Trump. No puede pisar China porque Pekín le ha sancionado por reiterados ataques e injerencias, entre ellas azuzar la rebelión en Hong Kong. Inmediatamente después de tomar posesión declaró que “China es el adversario más potente y peligroso al que esta nación se ha enfrentado jamás”, reiterando que Pekín es “la mayor amenaza para EEUU”. Para ocupar sus primeros minutos en el cargo en una reunión con los miembros del QUAD (India, Japón y Australia) la “OTAN asiática” para incrementar la presión militar sobre China.
Frenar el avance de China y de los BRICS preside toda la política de Trump
En su viaje a Hispanoamérica Rubio declaró estar “contrarrestando la influencia del Partido Comunista de China en el hemisferio occidental”. Señalando que “China controla el canal de Panamá”, imponiendo a este país retirarse de la Nueva Ruta de la Seda china.

Trump ha señalado a los BRICS, para detener los movimientos que ya socavan la hegemonía norteamericana. Amenazando con aranceles del 100% a los BRICS para “disuadirles de reemplazar al dólar” y exigirles “que se comprometan a no crear una nueva moneda BRICS”. Añadiendo que “la idea de que los países BRICS están tratando de alejarse del dólar, mientras nosotros nos quedamos de brazos cruzados y observamos, ha terminado”.
Trump va a dirigirse contra los principales países del Tercer Mundo que forman los BRICS. Ha empezado por Sudáfrica, anunciando que no acudirá a la cumbre del G-20 en Sudáfrica y posibles sanciones al país africano. Es la respuesta a una Sudáfrica que impulsó en el Tribunal Penal Internacional la orden contra Netanyahu y el ministro de Defensa israelí por el genocidio en Palestina.
.
La “agenda imperialista” de Washington con Trump
Sacudir el mundo para fortalecer a EEUU
Tomar el control de una Gaza devastada y sin palestinos, apoderarse de Groenlandia, recuperar el Canal de Panamá, desatar una guerra comercial… El imperialismo norteamericano no “ha vuelto”, porque nunca se marchó, pero con Trump la superpotencia desata una nueva ofensiva global en todos los ámbitos. Que amenaza la paz y la estabilidad mundial.

Si EEUU necesita desatar una ofensiva es porque ha perdido terreno, ante el avance de los países y pueblos del mundo. Este es el corazón del “Make America Great Again”. Y para ello utilizan su poder como única superpotencia.
En primer lugar en el plano militar. Las palabras preferidas de Trump no son “aranceles” sino “bases militares” o “Pentágono”. Por eso el que se presenta como el gran recortador del gasto, anuncia un enorme aumento del gasto militar. Con el impulso de un “escudo antimisiles” en EEUU como proyecto estrella. Buscando reforzar su superioridad militar, especialmente en la alta tecnología bélica.
Fortalecer la posición de EEUU les exige una contraofensiva en las áreas del planeta donde han perdido presencia.
En Oriente Medio, donde se vieron obligados a retirarse de Irak, Trump propone ocupar Gaza, tras ejecutar una limpieza étnica, avala la agresividad de Israel, y coloca en la diana a Irán, con un memorándum que incluye una amenaza directa: “he dejado instrucciones para aniquilar el país, no quedaría nada”. Incendiando uno de los mayores polvorines del planeta.
La primera visita al extranjero del nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, ha sido a Iberoamérica. Expresa la voluntad de recuperar terreno en lo que consideran su “patio trasero”. Frente a la mayor influencia de China, y contra el avance de gobiernos que nos siguen el diktat de Washington. Apuntando en los primeros días a México y Colombia.
Las palabras preferidas de Trump no son “aranceles” sino “poder militar”
O recuperando viejas ambiciones de la superpotencia, como el control sobre Groenlandia. Redimensionado ahora gracias a las posibilidades que ofrece el deshielo. Tomando posiciones frente a China o Rusia.
E intentando un acuerdo imperialista con Moscú, ofreciéndole Ucrania, para atraerlo y separarlo de Pekín.
Para ello necesitan fortalecer los instrumentos de intervención global de la superpotencia. Los despidos y listas negras en la CIA o el FBI persiguen a los funcionarios que actuaron contra Trump, pero no buscan “desmantelar el Estado profundo”. El propio presidente ha declarado que en su programa de recortes, Musk tiene terrenos vetados, como la “alta inteligencia”.

Y ese programa se completa con una ofensiva económica. El “proteccionismo” de Trump se dirige en primer lugar contra China. Si la globalización permite avanzar a Pekín, hay que detenerla. A través de los aranceles o la revalorización del dólar busca revertir por la fuerza la pérdida de competitividad norteamericana, traducido en abultados déficits comerciales. O imponer nuevos tributos al conjunto del planeta para sufragar una deuda norteamericana gigantesca y que acelera su crecimiento.
.
Peligro para Europa
Más vasallos, más “tributarios”
Z. Brzezinski, uno de los grandes estrategas de la superpotencia, acuñó el término de “vasallos tributarios” para referirse a algunos de los países bajo dominio norteamericano. Trump recupera ese léxico imperial sin tapujos. Quiere que seamos más vasallos, con un encuadramiento sin matices en los planes yanquis. Y más “tributarios”, obligándonos a sufragar la nueva ofensiva de EEUU. Unas maniobras que amenazan directamente a Europa.

Estamos sufriendo la imposición de nuevos “impuestos imperiales”, a través de la subida de aranceles o el aumento del gasto militar. Que EEUU puede imponer a los países que domina. Especialmente a Europa, una de las áreas donde la intervención norteamericana es mayor.
Con el aumento de aranceles EEUU busca enjugar el déficit comercial y aumentar la inversión en EEUU. La factura asciende a 235.000 millones -los números rojos del comercio con la UE para EEUU-.
Salvando las distancias, estamos ante algo parecido a lo que sufrimos con Reagan, donde Washington impuso a Alemania o Japón una masiva afluencia de capitales hacia EEUU para sufragar la ofensiva contra la URSS.
Pero no todo es economía. Prima el encuadramiento militar. EEUU no solo exige un 5% del PIB en gasto militar, más del doble que el anterior umbral, el 2%. También reclama que participemos en el cerco militar a China. Algo que ya está sucediendo, con países de la UE, como España, aumentando las maniobras militares en el Indo Pacífico.
EEUU nos impone nuevos “impuestos imperiales” con el aumento del gasto militar o la subida de aranceles
Con Trump los ataques contra la UE están dando un salto. Si en su primer mandato apostó por la división, respaldando el Bréxit, ahora redobla la apuesta. Privilegiando a unos -la Italia de Meloni o la Hungría de Orban- y castigando a otros -como Alemania o Francia-.
Es significativo el apoyo desde Washington a la ultraderecha neonazi en Alemania, o los ataques contra el gobierno de uno de sus vasallos más fieles, Reino Unido.
Parece que Washington busca disgregar en parte la UE, para tratar bilateralmente con cada país, con EEUU en una posición más dominante. Utilizando a las fuerzas ultras, que colocan a Bruselas en el blanco y alaban a Trump.
.
Una vuelta de tuerca al modelo económico y social
En definitiva, más explotación
Ataques salvajes a los trabajadores inmigrantes, rebajas de impuestos a los más ricos, barra libre para bancos y monopolios, impulso a la “internacional ultra”… El cariz del gobierno de Trump está muy claro. Su reaccionario programa busca imponer un marco de mayor explotación, al servicio de la gran burguesía norteamericana… y que se proponen “exportar”.

Trump ha apuntado a la clase obrera y los trabajadores inmigrantes con una salvaje agresividad. Enviando a Guantánamo a 30.000 personas, encadenadas como esclavos. O atreviéndose a proponer la retirada de la nacionalidad a hijos de inmigrantes nacidos en EEUU, en una reedición de las leyes de Nuremberg nazis.
No busca expulsar a todos los inmigrantes. En EEUU son el 20% de la población activa y sostienen sectores clave. Persigue crear una subclase dentro de la clase obrera y el pueblo trabajador, sin derechos, perseguida, criminalizada y sometida a condiciones de hiperexplotación, sin capacidad para organizarse.
Duro con unos y regalos para otros. Trump propone “la mayor rebaja de impuestos de la historia”… sobre todo para bancos y monopolios. Al mismo tiempo que les inyecta miles de millones de dinero público (medio billón para los gigantes de la IA…). Y anuncia una drástica “desregulación” que abandona todas las políticas climáticas para que las petroleras puedan perforar sin límites. O elimina las barreras legales a bancos y grandes fondos.
Esta es la política que Botín alabó en Davos, al apostar por imitar, adaptadas a la realidad europea y española, “las políticas de desregulación que ya se están aplicando en EEUU”.
Que incluye nuevos recortes sociales. Trump ya ha anunciado la retirada de las mínimas políticas sanitarias o educativas públicas en EEUU. Esto supondrá azuzar los ataques contra las pensiones o la sanidad públicas en los países dominados, como España. Utilizando a la ultraderecha como ariete de estas políticas.
Estado Catalán Independiente (la pela es la pela, que lo dicen los paletos de Gerona) dice:
Ya lo advertía Eisenhower y este de Comunista tenía poco
https://youtu.be/T-xEcChFC6I?si=WZNGB9uHyLeFY_6K
Pues anda que Boeing no saca millones de plusvalía por bombardero vendido
Carlos dice:
Excelente y exhaustivo artículo Joan, te felicito,lo deja todo claro
«Un fantasma recorre el mundo, los productos comunistas chinos y Trump,Biden, Putin y Ayuso en Santa Jauría…»
Aunque de Marx yo me remitíria al 18 Brumario de Luis Bonaparte»la historia tiende a repetirse a veces como tragedia y a veces como farsa »
Al igual que la burguesía francesa, para proteger su bolsa de monedas de oro,se pone en manos de un personaje ridículo como Luis Bonaparte,la burguesía monopolista de Wall Street apoya a un neo-nazi estrafalario como Trump para proteger su decadente imperio comercial, ya muy parecido al Imperio Británico. Pero vamos, que tienen los días contados
El futuro es de los Pueblos,no del imperialismo