Prueba de fuego

La Comisión Europea anunció ayer que vigilará la venta de Opel para que las ayudas públicas de los paí­ses no puedan condicionarse al mantenimiento de la producción en sus territorios. Hay que ser comprensivos con la elevada probabilidad de que tal vigilancia acabe en fracaso, porque el peso de Alemania en la economí­a europea y en sus instituciones es muy superior al que puedan tener paí­ses como España y Bélgica, juntos o por separado.

LA VANGUARDIA.- Semana negra, o al menos sin resultados, en el Tribunal Constitucional (TC). La residenta de la institución, María Emilia Casas, ha podido constatar a la vuelta de las vacaciones de agosto que no hay mayoría para aprobar el Estatut. Casas ha desarrollado una serie de contactos con los magistrados del TC, cuyo resultado ha sido infructuoso. Si ahora se votaran los recursos, se "caerían" del texto numerosos artículos, algunos de ellos clave en la reforma estatutaria catalana. EXPANSIÓN.- Pese a sus proclamas públicas, los gobiernos occidentales han disparado sus prácticas proteccionistas desde el estallido de la crisis. 17 de los 20 países miembros del G-20 que el pasado mes de noviembre firmaron un compromiso contra el proteccionismo han adoptado medidas para frenar el libre comercio, bien sea por la vía de las cláusulas temporales, bien mediante barreras menos disimuladas. Editorial. El País Prueba de fuego La venta de Opel, filial europea de General Motors (GM), al grupo austriaco-canadiense de componentes Magna, demostrará hasta qué punto las autoridades de competencia europeas pueden imponer los principios de transparencia y neutralidad de las ayudas públicas frente al poder de las autoridades alemanas. La canciller Angela Merkel tenía el máximo interés en que GM vendiera Opel al grupo empresarial que dejara en mejores condiciones a las plantas alemanas. Según los planes iniciales de reestructuración de Magna, Opel deberá reducir unos 10.000 empleos, de los que sólo unos 3.000 se recortarían en territorio alemán, donde Opel da empleo a 20.000 trabajadores. Los damnificados con el plan de Magna serían Bélgica, donde se cerrará la planta de Opel; España, cuya planta de Figueruelas perdería 1.700 puestos de trabajo, sobre un total de 7.500; y Reino Unido, tres países donde ha avanzado la idea de que Merkel ha presionado a GM para que apostara por esta opción. La cuestión que debe aclararse es si el Gobierno alemán ha condicionado el mantenimiento del préstamo puente de 1.500 millones de euros a Opel y nuevas ayudas públicas -GM necesita 4.500 millones de financiación pública-, a cambio de minimizar la pérdida de empleo en Alemania. La verosimilitud de las sospechas se basa en la participación activa en las negociaciones de la canciller Merkel y de su ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier; y en que, dado que las elecciones son a finales de septiembre, la CDU tenía que evitar que el cierre de una planta de Opel en Alemania oscureciese sus posibilidades de triunfo. Con la venta a Magna, el peligro queda conjurado. La Comisión Europea anunció ayer que vigilará la venta de Opel para que las ayudas públicas de los países no puedan condicionarse al mantenimiento de la producción en sus territorios. Hay que alabar su actitud, y ser comprensivos con la elevada probabilidad de que tal vigilancia acabe en fracaso. En primer lugar, porque resulta relativamente fácil ocultar las obligaciones y condiciones que impone un país para conceder ayudas; y después porque el peso de Alemania en la economía europea y en sus instituciones es muy superior al que puedan tener países como España y Bélgica, juntos o por separado. Merkel ha conseguido imponer a GM que el comprador sea Magna y ahora lo más práctico para el Gobierno español es negociar con el nuevo propietario que se minimicen las pérdidas de empleo en Figueruelas. El peso coactivo de las ayudas públicas, moneda corriente de presión de casi todos los Gobiernos para evitar deslocalizaciones, no es el único aspecto llamativo de la operación. Con Magna entra en Opel el banco ruso Sberbank, presidido por el ex ministro ruso de Economía, German Gref. Así pues, ni GM ni Merkel tienen empacho alguno en contar con la financiación inyectada en Opel directamente por un banco controlado por Vladímir Putin. La ansiedad electoral y la asfixia financiera borran cualquier escrúpulo estratégico. EL PAÍS. 12-9-2009 Opinión. La Vanguardia Inquietud en el Constitucional ante los avisos de Cataluña Josep María Brunet Semana negra, o al menos sin resultados, en el Tribunal Constitucional (TC). La presidenta de la institución, María Emilia Casas, ha podido constatar a la vuelta de las vacaciones de agosto que no hay mayoría para aprobar el Estatut. Casas ha desarrollado una serie de contactos con los magistrados del TC, cuyo resultado ha sido infructuoso. Si ahora se votaran los recursos, se "caerían" del texto numerosos artículos, algunos de ellos clave en la reforma estatutaria catalana. La consecuencia de esta situación es que sigue el suspense en torno a la sentencia del Constitucional, porque de momento no se va a someter el fallo a votación. Y ello a pesar de que todo indica que a los artículos más conflictivos ya se les han dado todas las vueltas que se les pueden dar, sin encontrarse la solución capaz de producir el suficiente consenso. En algunas materias, Casas y la ponente del recurso del PP, Elisa Pérez Vera, siguen en minoría. Aspiraban a una votación de 6 a 4 a favor de la sentencia y hay aspectos del Estatut en que esa proporción se da a la inversa. Es decir, en contra del texto aprobado por las Cortes tras una sustancial rebaja. Sigue la negociación, por tanto, pero cada vez es más difícil creer que el Estatut podrá salir el TC sin otra operación de limado equivalente a la que ya sufrió en sede parlamentaria. Paralelamente, entre los magistrados del Constitucional se vive con gran inquietud la sucesión de opiniones sobre la marcha de las deliberaciones en la institución y su grado de legitimidad para dictar la sentencia sobre el Estatut. Esa preocupación pudo palparse ayer en la institución, ante las manifestaciones de los dirigentes políticos catalanes, en la misma línea en que vienen expresándose, cada vez más crítica con el TC y la forma en que desarrolla sus funciones en este caso. No es que los magistrados vivieran la jornada de ayer pegados a la radio, pero casi. El hecho es que los pronunciamientos políticos llegan con toda nitidez, y causan especial desasosiego los que especulan con todas las posibilidades que abriría una sentencia negativa para la reforma catalana. De hecho, una de las razones de que no haya habido ya sentencia es el debate interno en el propio TC sobre las implicaciones de ese fallo, sea el que fuere. Aparte del juego de intercambio de apoyos internos de cara al futuro –no en balde la sentencia daría paso a renovar la presidencia y la vicepresidencia del TC–, nadie en la institución –empezando por la presidenta Casas, que siempre ha descartado usar su voto de calidad– quiere quedar para la historia como el magistrado que fue clave. Pero como el margen de movimiento de votos es tan exiguo –hay cuatro seguros a favor, y tres seguros en contra, pase lo que pase–, el margen real para la negociación también es muy estrecho. El rechazo a significarse, a quedar marcado para siempre como el juez que permitió o cerró el camino al Estatut, parece atenazar a la institución. Y así pasan los días y los meses. LA VANGUARDIA. 12-9-2009 Editorial. Expansión Peligroso avance del proteccionismo Pese a sus proclamas públicas, los gobiernos occidentales han disparado sus prácticas proteccionistas desde el estallido de la crisis. Los análisis recientes de la Organización Mundial del Comercio y del Banco Central Europeo así lo corroboran. Es más, 17 de los 20 países miembros del G-20 que el pasado mes de noviembre firmaron un compromiso contra el proteccionismo han adoptado medidas para frenar el libre comercio, bien sea por la vía de las cláusulas temporales, bien mediante barreras menos disimuladas. Esta reacción no puede sorprender a nadie. Ante los primeros atisbos de caída del consumo, todos los gobiernos lanzaron campañas para impulsar la compra de productos nacionales en detrimento de lo extranjero: Buy American, Achetez Français, Kauft Deutsch o el mensaje en este sentido del Gobierno español son pruebas indiscutibles. Pero no por esperada, esta dinámica es menos grave. El ejemplo de la Gran Depresión de los años treinta, agravada por las restricciones comerciales adoptadas por Estados Unidos y otros países, debería ser suficiente para descartar esta vía. Sin embargo, estas prácticas se han generalizado, disimuladas en los diferentes planes de estímulo económico, tal como denuncia el BCE. Sin ir más lejos, los rescates bancarios han alterado de manera poco disimulada la competencia en el sector financiero, hasta el punto de que las entidades financieras españolas se han visto obligadas a competir con sus homólogas europeas, previamente recapitalizadas con fondos públicos por sus respectivos gobiernos. Por otro lado, el desplome de las transacciones comerciales, con una caída del 10%, muy superior a la de la actividad económica, apunta a factores exógenos. Uno de ellos es el escaso cumplimiento del compromiso firmado por los 150 socios de la OMC para eliminar las subvenciones a la exportación. Las consecuencias de este nuevo brote proteccionista afectarán directamente a la línea de flotación de la recuperación económica. Al cerrar sus mercados a las exportaciones, las economías occidentales renuncian, de manera voluntaria y casi suicida, al hipotético efecto arrastre que el dinamismo económico de América Latina y China pudieran generar en la economía mundial. EXPANSIÓN. 12-9-2009

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