Un golpe 'made in USA'

Pinochet fue el ejecutor, Kissinger el cerebro

Nadie puede negar hoy –los mismos documentos desclasificados por EEUU así lo revelan con todo lujo de detalles- que fue en Washington donde se diseñó, planificó y preparó el cruento golpe de Estado de Pinochet, del que ahora se cumplen 50 años.

Hace exactamente 50 años, un 11 de septiembre de 1.973, un golpe fascista encabezado por Pinochet derrocaba al gobierno de Salvador Allende. Eran los tiempos más negros del dominio norteamericano. Hispanoamérica fue literalmente triturada por una catarata de dictadores creados y sostenidos desde Washington.

Pero, cuatro décadas después, los tiempos han cambiado… y mucho. Hoy los gobiernos proyanquis son minoría en el continente. El legado de Allende se ha convertido en un movimiento antihegemonista que triunfa en cada vez más países, ganando para el mundo hispano una autonomía respecto a Washington hasta hace muy poco impensable.

Nadie puede negar hoy –los mismos documentos desclasificados por EEUU así lo confirman- que fue en EEUU donde se planificó el golpe de Estado de Pinochet o el genocidio guatemalteco –200.000 indígenas asesinados-.

Desde 1961, el presidente John F. Kennedy nombró un comité encargado de las elecciones que se desarrollarían en Chile tres años después. Según la investigación de la Comisión Church del Senado estadounidense, estuvo compuesto de altos responsable del Departamento de Estado, la Casa Blanca y la CIA. Este Comité fue reproducido en la embajada estadounidense en Santiago, capital chilena. El objetivo era impedir que el candidato socialista, Salvador Allende, ganara los comicios.

Para hacerle oposición, varios millones de dólares fueron distribuidos entre los partidos políticos de centro y de la derecha para que realizaran su propaganda. Al momento de elegir el candidato a la presidencia, Washington decidió apoyar a Eduardo Frei, del partido Demócrata Cristiano

La Comisión del Senado dijo: “Se explotaron todos los medios posibles: prensa, radio, películas, volantes, folletos, correos, banderolas, pinturas murales.”

En sus Memorias William “Bill” Colby, jefe de la CIA entre 1973 y1976, cuenta que durante las elecciones presidenciales de 1970, “la CIA debió dirigir todos los esfuerzos contra Allende. Ella se encargó de organizar una vasta campaña de propaganda contra su candidatura.” La operación se llamó “Segunda Vía”. Todo por orden directa del presidente Richard Nixon.

Henry Kissinger, secretario de Estado de Richard Nixon, y verdadero arquitecto del Plan Cóndor y de las dictaduras del Cono Sur -Chile, Argentina, Uruguay, Brasil…- con el general Augusto Pinochet

Henry Kissinger, el consejero para la Seguridad Nacional del presidente, expresaría durante una reunión del Consejo de Seguridad sobre Chile, el 27 de junio de 1970: “Yo no veo por qué debemos quedarnos indiferentes, mientras un país cae en el comunismo por culpa de la irresponsabilidad de su pueblo.” O sea, la soberana decisión de los ciudadanos no podía ser válida si no estaba en concordancia con los intereses estadounidenses. Durante esta reunión se decidió sumar trescientos mil dólares a la operación de propaganda que ya se adelantaba.

Los operarios especiales de la CIA tomaron contacto con responsables políticos y militares para seleccionar aquellos que podrían estar listos para actuar contra Allende, “y determinar con ellos la ayuda financiera, las armas y el material que fuera necesario para barrerlo de la ruta hacia la presidencia”, según Colby.

La mayor esperanza se centró en las Fuerzas Armadas, pero todo dependía de su comandante, el general René Schneider. El problema que encontró la CIA es que este militar había expresado claramente que su institución respetaría la Constitución. Y Colby, en sus Memorias, reconoce con una naturalidad espeluznante: “Entonces era un hombre a matar. Se organiza contra él una tentativa de secuestro que termina mal: fue herido al oponer resistencia y muere poco después debido a las heridas.”

El 3 de noviembre de 1970 Allende tomó posesión como presidente. Ahora correspondía preparar la desestabilización del nuevo gobierno, lo cual se encargaría a la Dirección del Hemisferio Occidental de la Agencia.

Desde 1972 este equipo de la CIA, en Washington y Chile, fue desarrollando la operación más perfeccionada de desinformación y de sabotaje económico que hasta ese momento se conociera en el mundo. Colby confesó que fue una “experiencia de laboratorio que demostró la eficacia de la inversión financiera para desacreditar y derrocar a un gobierno.»

Tras el golpe, miles de detenidos en el Estadio Nacional de Chile, donde los militares les bajaban a los sótanos para torturarlos, ejecutarlos y hacer desaparecer sus cadáveres

No fue todo. Según la Comisión del Senado estadounidense, la estación de la CIA en Santiago se dedicó a recoger toda la información necesaria para un eventual golpe de Estado. “Listas de personas a detener; infraestructuras y personal civil que debían ser protegidos con prioridad; instalaciones gubernamentales a ocupar; planes de urgencia previstos por el gobierno si se diera un levantamiento militar.”

El 11 de septiembre de 1973, los planes norteamericanos culminan con el sangriento golpe de Estado contra el gobierno de Allende, encabezado por el general Augusto Pinochet, desatando una terrible represión.

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