Las contrataciones para la temporada turística, la única industria española que junto al sector exportador del automóvil, está capeando el deterioro económico generalizado, han vuelto a salvar el infernal aumento del desempleo en el mes de junio. Pero vistos los datos en detalle, nada augura un cambio de tendencia. El desempleo baja, pero en realidad el empleo no crece.
Así, aunque el descenso del desempleo marca en este junio su mejor registro histórico desde 1997, lo cierto es que el número de contratos registrados es inferior al de junio de 2012. Una caída del 7,9%. «El número de contratos registrados es inferior al de junio de 2012» Pero es que, además, los contratos indefinidos vuelven a desplomarse en relación con junio del pasado año, cayendo casi a la mitad, un 48,05% menos. De cada 100 contratos que se hacen, menos de 7 son de carácter indefinido. Y por si fuera poco, de estos 7 contratos indefinidos, sólo 4 son a tiempo completo mientras que 3 lo son a tiempo parcial. Todo esto presupone que en el mes de septiembre, una vez acabada la temporada turística, 93 de cada 100 de estos nuevos empleados volverán a engrosar las filas de paro. Unas filas de desempleados que ven como mes a mes se agota la cobertura y las prestaciones de desempleo. Al finalizar este mes de mayo, el número de parados que disfrutan de una prestación por desempleo había descendido en casi un 6% con respecto al mes de mayo del año anterior. El extraordinario aumento de la temporalidad y la precariedad de los contratos, unido a la larga duración de la crisis, está acelerando sensiblemente la cantidad de parados sin ningún tipo de cobertura que pasan a engrosar las filas de la gente que vive muy por debajo del umbral de la pobreza. «No es cierto que no se pueda hacer nada para acabar con esta lacra» Y sin embargo, no es cierto que no se pueda hacer nada para acabar con esta lacra que afecta a 6 millones de españoles. Es posible, como hemos repetido muchas veces en estas páginas, acabar con el paro. Y hacerlo de forma rápida y efectiva sobre la base de aplicar otra política. Una política que no esté sometida a las imposiciones del FMI y Berlín. Una política que abandone una “austeridad” que sólo beneficia a banqueros y multinacionales y emprenda un camino de redistribución de la riqueza, de persecución del fraude fiscal concentrado en bancos, monopolios, multinacionales y grandes fortunas. El camino de crear una banca pública con los bancos y cajas rescatados para poner en marcha el crédito a pymes y autónomos, que suba salarios, pensiones y prestaciones para reactivar el consumo, un plan de choque estatal para la creación de puestos de trabajo productivos y de utilidad social. España, la cuarta economía más potente de la eurozona y las doceava del mundo posee riqueza y recursos más que suficientes para ello. No es verdad que no haya dinero, todo el problema reside en manos de quién está y a qué se dedican esos recursos. Si, como dicen los economistas más moderados, el Estado ha entregado ya más de 120.000 millones de euros a rescatar a los bancos quebrados, ¿cómo tienen la desvergüenza de decir que nuestro país no dispone de recursos para luchar contra el paro?