Negociaciones sobre la deuda en EEUU

No es abismo fiscal sino atraco global

Una vez más, como en agosto de 2010, la posibilidad de que EEUU no aprobara sus cuentas, sumiendo a la economí­a mundial en el caos, ha sido utilizada como un arma de chantaje y amenaza. Lo que es presentado como un episodio de dramático antagonismo polí­tico no es, a fin de cuentas, más que un grandioso montaje escénico para que todos traguemos con la obligación de financiar la insondable montaña de deuda de EEUU.

Durante semanas, la atención de la opinión pública mundial ha estado dirigida a contemplar, tan ansiosa como obsesivamente, las irreconciliables posiciones de demócratas y republicanos en torno al problema del llamado “precipicio fiscal” en EEUU. «Nos obligan, vía recortes, a pagar a todo el planeta la deuda norteamericana»

Las bolsas de medio mundo se hundían expectantes ante la posibilidad de que la falta de acuerdo sobre los presupuestos del próximo año obligara a poner en marcha una serie de medidas que conducirían a EEUU nuevamente a la recesión, arrastrando con ella a la economía mundial. Un escenario aparentemente dramático y convenientemente amplificado por la hegemonía de los grandes medios de comunicación norteamericanos.

Sin embargo, detrás de todo este escenario supuestamente catastrófico no hay más que –como acertadamente lo ha definido el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, nada sospechoso de antiamericanismo– “una cansina y aburrida farsa política”.

En efecto. Ya lo ensayaron con éxito en 2010. Y han vuelto a hacerlo ahora. El truco es sencillo, pero efectivo. EEUU vive, literalmente, anegado por una montaña de deuda. Oficialmente, su deuda pública alcanza ya el 105,7% de su Producto Interior Bruto. Pero de acuerdo a las cuentas de la Reserva Federal, la deuda en realidad supera el 300% del PIB. Y según los gestores del fondo de inversión PYMCO –el mayor fondo del mundo especializado en inversión en deuda pública–, contabilizando correctamente todas las obligaciones de pago actuales del Estado norteamericano, su deuda pública está ya por encima del 600% del PIB. Por comparación, la deuda pública española se ha situado en 2012 en el 71% de PIB, nueve veces menos que la de EEUU.

Desde los años 80 de siglo pasado, EEUU vive sumido en una contradicción crecientemente antagónica e irresoluble. Su peso en la economía mundial, y por tanto su capacidad de acceso a la riqueza global, es cada vez menor. Sin embargo, los gastos político-militares que exige el mantenimiento de su hegemonía mundial, crecen sin cesar.

Bajo la presidencia de Reagan, EEUU tomó el camino de recurrir al endeudamiento como forma de escapar momentáneamente a esta contradicción. Lo que le ha llevado en el curso de unas pocas décadas de ser el mayor acreedor del mundo, con diferencia, a ser el mayor deudor, con diferencia, del planeta.

La presidencia de Bush, con las guerras de Irak y Afganistán, llevó el endeudamiento a niveles estratosféricos. Cada soldado norteamericano en cualquiera de los dos países le cuesta al Pentágono un millón de dólares por año. Y llegaron a tener hasta 500.000 simultáneamente.

El estallido de la crisis de Wall Street, y la necesidad de rescatar con dinero público a muchos de sus grandes bancos y multinacionales, han elevado el problema hasta el punto de que se ha hecho necesario para la burguesía monopolista norteamericana ofrecer cada cierto tiempo un espectáculo político con tintes apocalípticos para poder seguir incrementando su montaña de deuda. Es decir, para que el resto del mundo siga costeando los gastos necesarios para mantener el aparato militar que preserva su supremacía mundial.

O me seguís prestando dinero o desato el caos económico mundial. Este viene a ser, en resumidas cuentas, el argumento de la farsa protagonizada por la Casa Blanca y el Congreso estos días pasados. Llevando hasta el límite el plazo de tiempo para llegar a un acuerdo, manteniendo durante semanas la tensión y la incertidumbre, jugando con el chantaje de desatar una nueva oleada de crisis, demócratas y republicanos buscan asegurar que los acreedores de EEUU seguirán financiándolo indefinidamente. Y además a un bajo coste. El interés que EEUU pagó en 2012 por sus bonos a 10 años fue de una media del 1,6%. En comparación, España, con una deuda 9 veces menor, pagó una media del 5,6%.

Pero además del chantaje al conjunto del planeta, la farsa política representada en Washington permite ocultar cómo la gigantesca deuda norteamericana se convierte, en virtud de su poder como superpotencia, en un atraco global que acabamos pagando con recortes en España, Grecia o Portugal.

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