Chico & Rita: La última pelí­cula de Fernando Trueba

Necesitaba volver a besarte

<>El cine español todavía tiene artistas cuyo punto de vista no está atrapado en ningún tipo de corriente evangelizadora o evangelizada en la moda de lo políticamente correcta. Con <b>Chico & Rita</b>, Fernando Trueba se ha salido -literalmente- por la tangente acompañado por Mariscal en una película de animación que -como mínimo- nos trasladará. Demostrando, una vez más, que su capacidad para crear proyectos originales va acompañada de un cierto punto de vista para que éstos sean atractivos para el público.</p><p>El pianista Bebo valdés es el tercer pie en el que se sustenta el viaje de Chico y Rita. Rodeados por supuesto de un interminable equipo de músicos pero también de los artistas gráficos que han creado el universo en la pantalla y en la <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Novela_gr%C3%A1fica"><b>novela gráfica</b></a> que se ha distribuido en las librerías acompañando al estreno.</p><p>Sorprende que en la época de las <b>redes sociales</b> y de las nuevas leyes que nos prohiben cosas como fumar, jubilarnos o descargarnos películas, Fernando Trueba se haya embarcado en un proyecto que tiene sus raíces en esa parte de las ciudades que no asume las reglas programadas de lo formal. Porque realmente el espíritu del jazz reside en un lugar cuyo espacio no nos pueden arrebatar con ninguna ley y es fruto de ese mismo rechazo a la otra cara de las mismas ciudades bajo las que hierve el alcohol y el saxo.</p><p>Los dibujos firmados por Mariscal y digitalizados en tres dimensiones en muchos <a href="http://es.wikipedia.org/wiki/Travelling">travellings</a> a lo largo de la película, nos trasladan desde una Habana actual -con sus rasgos de escasez- hasta la Habana floreciente de los cuarenta. Desde allí a los tugurios neoyorkinos y las salas donde los negros podían cantar pero no podían entrar como clientes.</p><p>Una galería de personajes que parecen encontrarse en otro mundo. Un mundo que no tiene nada que ver con el diseño planificado por los mercaderes de recursos humanos. Un mundo que se mueve entre el trampolín hacia la gloria y el precipicio hacia la miseria y la escasez del fracaso. Unos personajes que no piensan en el futuro porque, como dice Rita, "<b>a mí el futuro no me ha dado nada, tengo todas mis esperanzas puestas en el pasado</b>".</p><p>Con una mirada limpia, Trueba y Mariscal, ven claramente que la libertad que se respira en dicho espacio alcanza unas dimensiones que no pueden ofrecer los sueños del marketing oficial. Aunque no cumplan el objetivo -quizá porque ni lo pretenden- de desentrañar las verdaderas razones de que -aunque no se haya acabado con esa libertad- sí ha ido quedando limitada hasta reducirse al actual panorama, al menos en occidente.</p>

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