«Mi reino no es de este mundo», dijo Jesús a Pilatos antes de que éste se lavase las manos. Sin embargo, la Iglesia Católica sí es un poder profundamente terrenal. Aunque ya no tenga la predicamento que ostentó siglos atrás, sigue desplegando una potente influencia ideológica y política no sólo en los 1.406 millones de católicos que hay en el mundo.
Aunque sus mejores siglos han pasado, el Vaticano sigue siendo una fuerza geopolítica en el planeta. Bien lo saben los principales centros de poder mundial.
Por eso, en torno a quién será el sucesor de Francisco y que línea encarnará -no sólo teológica o pastoral, sino ideológica y política- hay una feroz lucha de clases, no sólo en el seno del colegio cardenalicio, sino en torno a que posición ha de tomar la Iglesia ante los temas más candentes y decisivos del siglo XXI.

¿Será una línea de continuidad- e incluso de desarrollo audaz- de la que inició el papa argentino, progresista en lo ideológico y social, de acercamiento a los pueblos del Tercer Mundo y al multilateralismo, y enfrentada al capitalismo más despiadado y a las guerras imperialistas?
A esta primera apuesta por la izquierda parecen pertenecer algunos de los candidatos que más suenan en las apuestas para próximo papa. Apunten algunos nombres: tenemos el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, muy progresista y que significaría una clara apuesta del Vaticano por el que es el nuevo centro del mundo (Asia Pacífico) o también el italiano Matteo Zuppi.
¿Veremos por el contrario el retorno de una Iglesia apolillada y con olor a rancio, ultraconservadora e inmovilista, postrada y arrodillada ante los grandes centros de poder mundial, farisea e hipócrita con el sufrimiento de los parias de la Tierra?
Si la Iglesia opta por un volantazo a la (ultra)derecha, entonces algunos de los nombres que más suenan en las quinielas son los del húngaro Peter Erdö, el cardenal norteamericano (y trumpista) Raymond Leo Burkle, el srilanqués Ranjith, el alemán Müller, o el holandés Eijk.

¿O quizá la curia vaticana opte por una tercera vía, mucho más pragmática y lampedusiana, que la haga capaz de nadar entre dos aguas. Manteniendo buena parte de la herencia de Francisco en lo social, pero moderándola. Adaptándose a los últimos y agresivos estertores de un orden mundial unipolar que agoniza pero que con Trump se revuelve furioso, pero preparándose para el inevitable nacimiento del nuevo orden mundial multipolar.
En este vía por el centro o por el centro-izquierda el candidato más probable es Pietro Parolin, mano derecha de Francisco, secretario de Estado saliente. Muy diplomático y con buenas relaciones con China, pero partidario de cierta moderación. También el norteamericano Robert Francis Prevost, muy valorado por Francisco y mucho menos por los tradicionalistas cercanos a Donald Trump. Y quizá el ghanés Peter Turkson