Los auténticos dueños del procés

¿Qué clase está impulsando una declaración unilateral de independencia? Esta es una pregunta clave, y sin darle respuesta no podremos comprender nada de lo que hoy sucede en Cataluña.

No nos referimos a la tradicional burguesía catalana, histórico foco difusor del catalanismo, que ahora huye despavorida ante las consecuencias de una DUI.

Quienes empujan el procés, y son sus auténticos dueños, forman una nueva clase, una burguesía burocrática gestada gracias al control de la Generalitat, que obtienen sus ganancias saqueando el milmillonario presupuesto de la autonomía catalana, y levantan la bandera de la independencia para obtener una parte mayor del pastel.

Una clase gobernante con aspiraciones a convertirse en dominante aunque sea en una Cataluña fracturada y disminuida. Que por su carácter burocrático es mucho más reaccionaria, y supone un peligro mayor para el conjunto de la sociedad catalana.

Todo comenzó en 1978, con la aprobación de la Constitución que ahora las élites independentistas denostan.

Su título octavo se tradujo en un nuevo diseño de organización territorial, caracterizado por la aparición de las Comunidades Autónomas, las cuales han supuesto un nuevo reparto del poder político.

Este modelo de descentralización, que en lo fundamental ha sido un éxito y que nadie cuestiona, también ha dado lugar a consecuencias no deseadas.

La principal de ellas la aparición de una nueva clase social: unas burguesías burocrático-administrativas regionales dotadas, en cada uno de los territorios que controlan, de un fuerte poder político, de unos ingentes recursos económicos y de una base social de apoyo formada por decenas de miles de personas cuyas condiciones materiales de vida y de trabajo dependen exclusivamente de que estos poderes taifales se mantengan y se amplíen.

Este fenómeno -que se ha extendido en toda España, y del que también se han beneficiado cúpulas locales del PP- ha creado en Cataluña las condiciones para que surja una una élite independentista.

La Generalitat dispone de un presupuesto de gastos anuales de 31.854 millones de euros. Tiene a su disposición un sector público de hasta 203 entidades, entre empresas, consorcios, fundaciones… Ejerce la dirección sobre 165.000 funcionarios, una cifra solo superada por Andalucía.

Esto es poder, mucho poder. Utilizando el presupuesto de la Generalitat y el boletín oficial autonómico, una nueva burguesía burocrática ha extendido su control sobre la sociedad catalana.

Ya no son los representantes de la tradicional burguesía catalana, anclada en la producción y dedicada a la exportación.

La burguesía catalana ha dado un sonoro portazo a cualquier tentación independentista. Evidenciado en las 700 empresas que han trasladado su sede social fuera de Cataluña ante el mero anuncio de una DUI.

Seis de las siete firmas catalanas del Ibex-35, grupos emblemáticos como Planeta, Codorniu, Catalana Occidente, Bimbo, Pastas Gallo… Un movimiento del que participan también muchas pymes, y que está lejos de haber concluido.

Quien impulsa la independencia es una nueva clase nacida en los aparatos burocráticos autonómicos, y que debe su poder a su relación con un entramado económico, político y social con sede en la Generalitat.

¿Cómo ejercen su poder?

El continuado control del poder autonómico desde hace 35 años, con su enorme capacidad de intervención económica, política y social les ha permitido construir todo un régimen a través del cual ejercen su poder sobre el conjunto de la sociedad catalana.

Han creado -a través del reparto de subvenciones o las posibilidades que ofrece la cercanía al poder político- unas redes “clientelares” –enrocadas con los fundamentos históricos del caciquismo en España, pero con formas remozadas– que se extienden al terreno de las instituciones políticas y sociales, de la economía regional, de los medios de comunicación, del claustrofóbico mundo cultural,…

Han impuesto un modelo donde el reconocimiento y el ascenso social está determinado en primer, y casi en único lugar, por el grado de cercanía al poder político.

Utilizan todo el enorme aparato estatal que la autonomía les concede para encuadrar a una parte de la población, y silenciar a la otra que no comulga con sus dictados.

¿Quiénes son sus representantes?

En primer lugar buena parte de la clase política catalana. Los Puigdemont y Junqueras, políticos formados ya bajo el régimen instaurado durante los gobiernos de Pujol o Mas. Pero también una infinidad de cargos públicos, desde parlamentarios autonómicos a alcaldes y concejales, o los directivos de las más de 200 empresas que controla la Generalitat.

Y que ejercen una dirección directa sobre 165.000 funcionarios, en ámbitos que van desde la enseñanza y la sanidad, la política cultural, los mossos de esquadra…

Pero hay muchos sectores sociales cuyas condiciones de existencia dependen del apoyo prestado por esta burguesía burocrática afincada en la Generalitat.

Desde los medios de comunicación, con subvenciones que quintuplican las concedidas en el País Vasco, y que han creado de la nada medios independentistas que se suman al altavoz que supone TV3.

Hasta la construcción de una “clase empresarial independentista”, representada por las patronales Pimec o Cecot. Empresarios cuyo futuro depende exclusivamente de su cercanía al poder político y las concesiones otorgadas, y que sin ese cobijo perecerían, incapaces de competir en el mercado.

Penetrando también en ámbitos tradicionalmente de izquierdas, como algunos sectores sindicales, organizaciones sociales…

O sosteniendo, desde los presupuestos de la Generalitat, grupos como Omnium Cultural o la Assemblea Nacional Catalana, que convocan los actos de masas a favor de la independencia. Y que llegan hasta impulsar organizaciones de castellano hablantes por la independencia, como Sumate.

¿Cuál es su carácter?

Cuando Pujol accedió a la presidencia de la Generalitat en 1980 prohibió a Tarradellas finalizar su discurso con su tradicional “¡Viva Cataluña! ¡Visca Espanya!”.

Evidenciaban, ya desde sus comienzos, la ruptura con el catalanismo tradicional, que no era hostil a España.

El clan Pujol, con su patria afincada en Andorra, o el escándalo del 3%, con multimillonarias obras públicas concedidas por la Generalitat a cambio de mordidas que financiaban a Convergencia, son la radiografía de las nuevas élites independentistas.

No es un problema personal, de un grupo de corruptos. Es su naturaleza. Como élite burocrática sus ganancias tienen que venir necesariamente de saquear los fondos públicos.

Y esta condición burocrática les confiere un carácter mas reaccionario. Con una voluntad de control social y medios para poder imponerlo.

Encuadran a una parte de la población, pero se despegan cada vez más de la mayoría de la sociedad catalana, y deben imponerle sus proyectos a través del chantaje o de métodos cada vez más antidemocráticos.

Y, por ser una casta burocrática, son también más proclives a aventuras independentistas. Cuantos más recursos poseen, más crecen las estructuras burocrático-administrativas de que disponen. Y cuanto más se extienden estas estructuras de poder local, más recursos presupuestarios necesitan arrebatar al Estado para sostenerlas y ampliarlas.

La independencia es la forma de ascender desde su actual condición de gestores políticos hasta convertirse en virreyes taifales donde su poder no encuentre los límites que impone el Estado español.

Y también más aventureros. No les importa destrozar Cataluña, puesto que no compiten en un mercado que necesita estabilidad, sino que basan su poder en el saqueo a la población a través de la fuerza de las instituciones.

Estas castas burocráticas, representadas por los Puigdemont o Junqueras, que tienen su versión de derechas y de izquierdas, son los círculos más reaccionarios y el principal peligro para los intereses del pueblo catalán.

21 comentarios sobre “Los auténticos dueños del procés”

  • Si aplicas las bases del articulo a nuestro amantísimo gobierno central, verás que la única diferencia es la bandera, ya que sus intenciones, métodos y usos políticos son idénticos.

  • Está olvidando que existe una masa de población, con ideologías bastante diferentes que han hecho suyo esa política, y no es algo nuevo sino más antiguo que el Pujolismo. Puede que fuera más minoritario en el pasado pero ahora alcanza una población algo menor de los 2 millones de electores de la comunidad. Entendamos que el process es una huida hacia adelante que ha arrastrado a una población desencantada con los herederos del Pujolismo y que con la crisis han buscado la solución más fácil, romper con la administracion general del estado.

  • el click de manara dice:

    Muy bueno el artículo.Y es que no sólo en Cataluña pasa el fenómeno de «las taifas»,también en Galicia con el PP o en Andalucia con el PSOE.Como decíamos en una escuela de marxismo antígua:»la mala gestión de las Comunidades autónomas ha engendrado verdaderas maquinarias chupadoras de presupuestos al gobierno central».El análisis éste de Cataluña es genial,coomo dice «el arte de la guerra» de Sun Tzu:»conócete a tí mismo y a tu enemigo y vencerás todas las batallas»

  • No sólo la burguesía burocrática es la dueña del procés. También hay revolucionarios que aspiran auna Cataluña independiente y fuera de la UE y de la OTAN, como la CUP. ¿Qué les decís a ellos? Si no recuerdo mal, Lenin aceptó el derecho a la autodeterminación de Finlandia y los países bálticos. ¿Criticásteis a Gorbachov durante las independencias de Lituania, Estonia y Letonia? Creo recordar que sí. Es decir, Rusia mala y España buena. ¿El castellano en peligro en Cataluña? Echad un vistazo a las fiables encuestas sociolingüísticas y, oh sorpresa!, es precisamente el catalán el que recula. No todo es lo que parece: busquemos la verdad en los hechos.

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