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Las petroleras y la necesidad de reformas de fondo

DESDE 2007, el consumo de gasolinas y gasóleo ha caído alrededor del 20%, según la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). En el mismo periodo, los márgenes de las compañías petroleras que operan en España se han incrementado también un 20%, según denunció ayer la Comisión Nacional de Competencia (CNC). Esto sólo se explica porque las petroleras hacen frente a la bajada de la demanda con subidas de precios. Si las compañías se permiten el lujo o más bien el abuso de mejorar sus márgenes en una etapa de recesión es porque ese sector no está en absoluto liberalizado.Es cierto que el precio internacional del petróleo se ha incrementado en los últimos años, pero cuando un cártel controla la producción, el refino y la distribución, como ocurre en España, poco más hay que investigar. Así lo constató también ayer la Comisión Nacional de la Energía al destacar en otro informe que el 78% de las estaciones de servicio pertenecen a los «operadores tradicionales», es decir Repsol, Cepsa y BP. Además, en el 90% de las gasolineras abanderadas por las tres compañías el precio de venta coincide con el máximo que recomiendan, por lo que no «existe competencia entre gasolineras de la misma marca».Competencia ha proporcionado al Gobierno una solución en forma de 23 consejos. Algunos tan fáciles de llevar a la práctica -si hay voluntad política- como facilitar las licencias urbanísticas para la instalación de nuevas estaciones de servicio, acelerar los permisos para que los centros comerciales puedan vender carburante o reducir los plazos de los contratos de suministro entre las operadoras y las gasolineras.En definitiva, la concentración de la distribución de carburantes provoca una fuerte pérdida en la competitividad de las empresas, que pagan más caro el coste fijo del transporte, y en el poder adquisitivo de los particulares. Algo similar se da en la práctica en el mercado eléctrico, que hace el consumidor español pague 15,97 céntimos por KwH antes de impuestos, por encima de los 9,94 céntimos de Francia o los 14,06 céntimos de Alemania, según Eurostat. El mercado energético refleja a las claras que la economía española necesita profundizar en las reformas estructurales para allanar el camino de competitividad.La reducción del sector público para poder destinar a la inversión los recursos que ahora se pierden en la Administración; una ley de unidad de mercado que elimine costes innecesarios a las empresas; la liberalización del comercio -Madrid es un ejemplo en este sentido-, la desregulación del acceso y ejercicio de determinadas profesiones o el fomento de la participación del sector privado en algunos servicios públicos son objetivos que deben estar ya en la primera línea. Así lo planteó Luis de Guindos hace dos semanas en la presentación de los Presupuestos. Pero con anunciar un vago calendario ya no basta. Es imprescindible crear las condiciones para que la economía productiva vuelva a arrancar. Si los ajustes y las subidas de impuestos han limitado la capacidad de gasto e inversión, sólo reduciendo costes mediante la liberalización se podrán generar recursos para volver a crecer.

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