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En un giro drástico, el capital ahora sale de China

China, otrora un imán para la inversión extranjera, ve cómo ahora el dinero cruza hacia fuera sus fronteras.

Ciudadanos chinos acaudalados adquieren hermosos condominios con vista al mar en Chipre, pagan las abultadas matrículas que cobran las instituciones estadounidenses que educan a sus hijos y compran artículos de lujo en Singapur, a menudo mediante movimientos secretos de efectivo a través de una floreciente red de agentes de transferencia de dinero. Las empresas chinas, por su parte, realizan grandes adquisiciones internacionales, compran recursos naturales y permiten que las ganancias de sus operaciones extranjeras se acumulen en el exterior.

China no ha reportado ingresos ni salidas de capital desde el año pasado, pero es posible evaluar los flujos más recientes usando datos comerciales, reservas en moneda extranjera y otras estadísticas. Un análisis de The Wall Street Journal de esos datos sugiere que entre septiembre de 2011 y septiembre de 2012, salieron de China alrededor de US$225.000 millones, equivalente a alrededor de 3% del Producto Interno Bruto del año pasado.

«Todos notamos lo que sospechábamos, es decir que hubo una fuga de capitales significativa», afirma Michael Pettis, profesor de finanzas de la Universidad de Pekín que fue testigo cercano de la fuga de capitales cuando era corredor de deuda latinoamericana en problemas. «No es una buena señal cuando los empresarios locales comienzan a pensar que es mejor llevar el dinero a otro país, en especial cuando la economía mundial está tan mal», agrega.

China mantiene oficialmente cerrada su cuenta de capital, lo que restringe la capacidad de las personas y las empresas para mover dinero a otros países. Los individuos chinos no pueden trasladar más de US$50.000 al año fuera del país. Las compañías chinas pueden cambiar yuanes por monedas extranjeras sólo para propósitos específicos, como pagar por importaciones o realizar inversiones extranjeras aprobadas.

En la práctica, sin embargo, el sistema cerrado se volvió más poroso y las reglas son ignoradas rutinariamente. «Los ricos en China siempre han tenido una cuenta de capital abierta», afirma Eswar Prasad, economista de la Universidad de Cornell y ex funcionario del Fondo Monetario Internacional.

Zhen Nan, ex vendedor de equipos de telecomunicaciones de 50 años, pagó hace poco US$390.000 por un condominio frente a la playa en Chipre. «Mi plan es pasar el inviernos allí debido a la contaminación en Beijing», explica. «Y volver en el verano».

Cuenta que consiguió sortear la restricción de no retirar más de US$50.000 del país al convencer a algunos amigos para que sacaran parte de su dinero bajo sus nombres. Agentes de bienes raíces afirman que se trata de una práctica común que, en general, es tolerada por las autoridades.

Durante años, la economía china se benefició del ingreso de grandes flujos de dinero provenientes de las exportaciones así como de la inversión extranjera. Los dólares que entraban eran cambiados por yuanes en el banco central, por lo que había más moneda local en la economía. Eso facilitó que los bancos otorgaran crédito y las empresas crecieran, pero también alimentó la inflación y contribuyó a formar burbujas en los mercados bursátil y de bienes raíces.

Cuando el dinero sale, no obstante, se produce el efecto contrario y hay menos recursos disponibles para financiar el crecimiento del país. Las salidas de capital se empezaron a acelerar a mediados de 2011, cuando los temores sobre la desaceleración económica, el estancamiento del yuan y la caída de las bolsas y los precios de los bienes raíces disminuyeron el atractivo de tener dinero en China.

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