Ante los ataques y los climas de opinión interesados contra el sistema público de pensiones

Las pensiones se pueden duplicar

La esencia misma de nuestro sistema público, el que algunos califican como “estafa piramidal”, es la solidaridad, también interterritorial. ¿Cómo va a ser más sostenible la capacidad de una persona para ahorrar, que el esfuerzo conjunto de 48 millones de personas?

Este titular es mucho más veraz que cuando escuchamos en televisión o en las redes decir que los avariciosos pensionistas les están quitando el sueldo a los jóvenes y que las pensiones públicas son una estafa piramidal. La realidad es la contraria, la cuantía de las pensiones puede doblarse, acabando con la precariedad y satisfaciendo una deuda histórica

Todos los días escuchamos argumentos en los medios como el aumento de la esperanza de vida o del gasto, para hablar de la insostenibilidad de las pensiones públicas, defender la necesidad de recortes y de su privatización. Pero también escuchamos, y no es menos peligroso, que para hacer sostenibles las pensiones hay que ir alargando progresivamente la edad de jubilación.

La realidad es que hay dinero de sobra para las pensiones porque somos la 14º potencia del planeta. Y si las entidades bancarias de nuestro país están obteniendo récord de beneficios varios años consecutivos, ¿por qué tendría que faltar dinero para las pensiones públicas?

En el 2050, la pensión media, que actualmente está sobre los 1.200€, podría ser de 2.400€, y en el 2070 volverse a duplicar. No está nada mal, teniendo en cuenta que el 30% de los pensionistas cobran menos de 600€ y que el 70% son mujeres.

Esto es exactamente lo que ha ocurrido con la capacidad de producir riqueza de nuestro país, es decir, el PIB. Se ha duplicado en los últimos 25 años.

Es evidente que las pensiones, al igual que los salarios, deberían subir, sacando de la pobreza a 3,5 millones de pensionistas, y a la misma cantidad de trabajadores. Pero el primer paso es demostrar que mienten.

Es falso que las pensiones públicas son insostenibles porque se financian con deuda; es falso que las pensiones públicas se sostienen a costa de que los salarios de la juventud sean bajos; y lo es, que la única manera de hacerlas sostenibles sea jubilándonos más tarde o aplicando otro tipo de recortes.

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Un lío monumental

El 22 de enero se votaron en el Congreso dos decretos. Por una parte el que prima con distintos mecanismos el retraso de la edad de jubilación, y por otra el más conocido como decreto Ómnibus, que incluía la revalorización de las pensiones. El primero, un acuerdo del Gobierno con la patronal y los dos principales sindicatos, fue aprobado con el voto del PP. El segundo no salió adelante, provocando una intensa disputa sobre el reparto de responsabilidades, y la indignación de la mayoría de la población.

Eneko sobre las pensiones

Hay que tener en cuenta que lo que sí se ha aprobado es una serie de mecanismos que incentivan alargar la edad de jubilación más allá de los 67 años, pero paulatinamente, para que sea ‘asumible’. Mientras, lo que no se ha aprobado es la revalorización de las pensiones con el IPC. Demostrando una vez más, que las pensiones no pueden depender de las disputas políticas en el Congreso de los Diputados.

Sin embargo, mientras todo esto se discute con un lío monumental y mucho ‘ruido’ en los medios, ha quedado en el olvido que en el mes de marzo se aplicará el mecanismo que impuso Bruselas en la reforma de las pensiones. Una revisión cada tres años que empieza con un informe sobre el resultado de las medidas tomadas para “equilibrar” el gasto en pensiones. Si el informe es negativo, el Gobierno, en el plazo de un mes, deberá pedir otro informe proponiendo medidas para eliminar el exceso de gasto, que tendrá que aprobar posteriormente el Pacto de Toledo. Bruselas lleva un año diciendo que se tendrá que “corregir un desequilibrio de 0,8 puntos del PIB (12 mil millones)”.

¿Por qué tendría que faltar dinero para las pensiones públicas, si somos un país rico?

¿Por qué es tan grave este mecanismo? Pues porque si no hay acuerdo en el Pacto de Toledo para aplicar estas medidas, se pondrá en marcha de forma automática el MEI (Mecanismo de Equidad Intergeneracional), lo que significa que subirán las cotizaciones (menos dinero en la nóminas y más gasto para las empresas). Y esto ocurrirá hasta reducir estos 12 mil millones de ‘desajuste’ antes de 2030. Recortes, sí o sí.

Bruselas pretende un modelo mixto en el que una parte de las pensiones sean privadas y la parte pública se limite a una dotación asistencial.

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Nos deben 45 años

Aclaremos ahora, brevemente, que cuando dicen que las pensiones públicas no son sostenibles porque se financian con deuda, es falso. Lo que es cierto es que en torno al 85% de las pensiones se financian con las cotizaciones de la Seguridad Social que pagamos cada mes, trabajadores, trabajadoras y empresas. Al mismo tiempo, todos los años, el Estado debe aportar 30 mil millones para cubrir todos los gastos, de un total de 200 mil millones, porque gastamos más que ingresamos en este concepto. Esta es una deuda que se acumula y que se utiliza para atacar las pensiones.

Sin embargo, no escuchamos ningún ataque parecido – serio al menos -, sobre los miles de millones que en 45 años de democracia han costado, ‘a fondo perdido’, elecciones generales, europeas, autonómicas y municipales, por no hablar de otros mecanismos democráticos.

Lo cierto es que la democracia cuesta dinero, y nadie cuestiona que una parte de nuestros derechos fundamentales sean sostenibles. Pues lo mismo con las pensiones públicas, que deberían pasar a ser tratadas como tales.

Hay una larga lista de gastos, en estos 45 años de democracia, que se sostienen por la voluntad política, por una decisión o varias continuadas, que no han hecho sino ampliar las libertades, ¿por qué el Sistema Público de Pensiones merece un trato distinto?

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Por tierra, mar y aire

Para que todo esto ocurra es necesario ningunear las pensiones públicas, desacreditar a los pensionistas, enfrentarlos entre sí y con el resto de la sociedad. Una ofensiva por tierra, mar y aire. Veamos brevemente los argumentos.

El otro día tuve la oportunidad de debatir en televisión con una representante de una organización que se autodefine como un ‘lobby de jóvenes’, que puso encima de la mesa, una vez más, la pirámide poblacional, con la que se argumenta que en 2050 habrá menos de 2 trabajadores por pensionista (hoy en día son 2,25), lo que hace insostenible el sistema. Falso.

En primer lugar, todas las previsiones demográficas de este tipo que se han hecho han fallado, porque suelen estar orientadas a ‘demostrar’ la quiebra de las pensiones públicas. No hay más que ver la autoría de muchos de los estudios. Pero es que fallan porque son extraordinariamente complejas. Factores como las migraciones, las catástrofes, los conflictos bélicos, los avances científicos o una pandemia, las altera constantemente. En 1975 se preveía que 35 años después, en 2010, morirían 190 mil personas en Reino Unido. Ese año murieron 4 veces más.

La clave no está en la demografía, sino en la capacidad de producir riqueza,

En segundo lugar, cuando hablamos de demografía, todas las encuestas dicen que las mujeres quieren tener más hijos de los que acaban teniendo. En 2018, el INE reveló que de cada cuatro mujeres, tres desea dos hijos o más, y una, tres o más, pero muchas acaban teniendo uno o ninguno. La natalidad se desploma por los condicionantes económicos.

Pero en tercer lugar, el facto decisivo no es la demografía, sino la productividad. Hace 70 años, el 30% de la población activa española trabajaba en agricultura. Hoy, tan solo el 3%, pero ese 3% produce más que el 30% anterior. Cuando hablamos de la sostenibilidad de las pensiones, hablar de demografía es como utilizar un ábaco para estudiar la física cuántica. La clave está en la capacidad de producir riqueza, entre cuántos se reparte y cómo.

Como decía al principio, el PIB se ha duplicado en 25 años, y lo volverá a hacer. Y esto es porque cada trabajador, y cada trabajadora, produce más riqueza que antes, por lo que puede financiar las pensiones de más gente. ¿Por qué la población no tendría derecho a ese incremento de beneficio?, y si una parte no se va a destinar a financiar las pensiones, e incluso a incrementar su cuantía, ¿a qué se va a dedicar?, ¿a mejorar las condiciones laborales de la mayoría para incrementar la natalidad?, ¿o a seguir ganando reconocimientos por tener las entidades bancarias más prósperas? Ese es un debate interesante que deberíamos proponerle a Bruselas.

Según las previsiones de los organismos europeos, en el 2050 dedicaremos el 17% del PIB a las pensiones públicas y eso es insostenible… Tener 3,5 millones de pensionistas pobres, mientras duplicamos nuestra capacidad de generar riqueza como país. Eso sí es insostenible.

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En beneficio del país

Manifestación de la Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones (MERP) en la Puerta del Sol, Madrid

Y volvemos al principio. Mientras nos dicen que tenemos que trabajar más allá de los 67 años y que no es seguro que nos revaloricen las pensiones, Bruselas amenaza con que vamos a tener que recortar las pensiones porque son insostenibles, y un escuadrón de youtubers llaman insolidarios a los pensionistas.

La realidad es que ningún sistema privado de pensiones puede reunir una bolsa tan grande de contribuyentes y, por tanto, ninguno tiene mayor solvencia. No hay modelo privado capaz de garantizar la solidaridad intergeneracional. Lo que quiere decir que la esencia misma de nuestro sistema público, el que algunos califican como “estafa piramidal”, es la solidaridad, también interterritorial. ¿Cómo va a ser más sostenible la capacidad de una persona para ahorrar, que el esfuerzo conjunto de 48 millones de personas?, al fin y al cabo todos somos pensionistas, del presente o del futuro.

Pero es que, además, la mejora de las pensiones repercute de forma inmediata en el consumo. Esta es una de sus principales características. Se convierten en un motor de la economía, cuando no en un colchón que rescata a la juventud si el sistema decide dejarlos caer.

Lo que se gasta en pensiones no deja de gastarse en Sanidad, ni en Educación, ni en los sueldos de la gente joven, porque como hemos visto, el problema es la riqueza de conjunto que producimos como país, no cómo nos peleamos por lo que Bruselas dice que debemos gastar.

Por eso, al igual que hace Bruselas cuando nos chantajea, exigiendo que recortemos 12 mil millones en pensiones si queremos seguir recibiendo las ayudas europeas que nos corresponden por derecho, debemos tomar una decisión política: blindar las pensiones públicas en la Constitución, prohibiendo de forma explícita la privatización y la pérdida de poder adquisitivo, pasando a ser tratadas como un derecho fundamental. De esta manera nos obligaríamos, con un dogal constitucional, a mejorar las pensiones y potenciarlas como un motor económico en beneficio del país.

Ha quedado demostrado que las condiciones las tenemos. Solo hay que tomar la decisión y unirnos, sin distinción de ideologías, credos y siglas, dejando cualquier otra diferencia a un lado para conseguirlo.

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