El sanguinario grupo armado M23, apoyado por el ejército ruandés -y por las potencias occidentales como EEUU, Reino Unido, Francia e Israel- ha lanzado una amplia ofensiva contra las Fuerzas Armadas congoleñas en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) que ha llevado a esta guerrilla a las puertas de la importante ciudad de Goma -alrededor de 160.000 habitantes-, capital de la provincia de Kivu del Norte, de gran importancia debido a sus riquezas minerales.
La cruenta espiral de violencia en el conflicto de la RDC ha provocado una oleada de 250.000 nuevos desplazados, según la ONU, que se suman a los 400.000 refugiados procedentes de las regiones de Kivu del Norte y Kivu del Sur.
Se trata de un nuevo y brutal episodio de un genocidio tan sórdido como ignorado y silenciado en los medios de comunicación occidentales. Más de diez millones de personas han sido asesinadas en la República Democrática de Congo en las guerras que sin descanso asuelan al país desde la desaparición del dictador Mobutu Sese Seko, en 1997. Y según la ONU, 6,9 millones de congoleños se han visto obligados a abandonar sus hogares debido a una violencia que se centra en el este del país, en las regiones de Kivu del Norte e Ituri- limítrofes con Ruanda y Uganda- que cuentan con inmensas riquezas minerales.
La RDC es el cuarto productor de diamantes del mundo, además de contar en su subsuelo con enormes reservas de cobre, oro, hierro, cobalto y manganeso. Pero todo ello palidece ante la importancia del coltán, un mineral clave para el funcionamiento de todos los aparatos electrónicos y la tecnología aeroespacial. El oriente congoleño guarda el 80% de las reservas conocidas de coltán del planeta.
Unas escandalosas y estratégicas riquezas minerales cuyo control ambicionan las potencias occidentales, que arman y manejan a las no menos de 130 milicias que se disputan entre sí las grandes riquezas mineras congoleñas. Una de las más poderosas y brutales es la M23, apoyada por Ruanda, y por EEUU, Reino Unido, Francia e Israel, que lleva años está asesinando -por millones- a los habitantes en el este de República Democrática de Congo, provocando éxodos masivos, cometiendo todo tipo de atrocidades, y obligando a la población que captura -incluidos niños, mujeres y ancianos- a trabajar en condiciones esclavas en las explotaciones mineras. Los que se niegan o se rebelan son decapitados, torturados o mutilados, y sus mujeres violadas.
El gobierno y el ejército ruandés del presidente Paul Kagame, ahora utilizado como el principal «sicario» de los interese imperialistas en la zona, apoya con unos 5.000 soldados al M23, según denuncia el presidente congolés, Félix Tshisekedi.
Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres ha advertido del riesgo de regionalización del conflicto. “Esta ofensiva está teniendo efectos devastadores sobre la población civil y ha aumentado el riesgo de una guerra regional más amplia”, ha asegurado.