El Observatorio

La Roja

Ni la crisis de resultados de Fernando Alonso ni la inoportuna lesión de Nadal son capaces de quebrar la impresionante racha de éxitos del deporte español, que año a año alcanza metas que parecí­an inverosí­miles y triunfos que parecí­an fuera de nuestro alcance. Es el caso del anillo de Gasol en la NBA, que culmina el mundial de baloncesto y la medalla de plata de Pekí­n. O la impensable (hace unos años) hegemoní­a alcanzada por España en el deporte de masas más influyente del planeta: el fútbol, con un seguimiento que alcanza los miles de millones de personas en los cinco continentes. Tras la victoria en la Eurocopa el verano pasado, y el flamante triunfo del Barí§a en la Champions, ahora es «la Roja» la que acaba de obtener un récord estratosférico, al ser la primera selección de la historia que encadena quince triunfos consecutivos.

Y aún tiene a su alcance establecer el róximo miércoles, si vence a Estados Unidos en la semifinales de la Copa Confederaciones, un nuevo récord mundial: 36 partidos consecutivos sin conocer la derrota. Récords que, hace dos o tres años, a nadie se le pasaba por la cabeza que serían posibles. Como a nadie se le pasaba por la cabeza, hace cinco años, que España tendría un bicampeón mundial de la Formula 1 o un número “uno” del tenis mundial.El éxito de la Roja se cimenta además en un conjunto de “valores” que convierten sus triunfos en un “modelo” a contracorriente de lo que domina en los deportes de masas contemporáneos: el culto al “héroe”, la vanagloria del individualismo, el poder ilimitado del dinero o la dependencia de las “figuras” o “estrellas”, nuevos divos planetarios formados con el molde del “star sistem” de Hollywood.La Roja es un compendio de valores alternativos a esos: lo que domina es el respeto al buen fútbol y el espíritu colectivo y de equipo, ligados a una enorme competitividad y un innegable talento. El prototipo es el fútbol de Xavi, un jugador humilde, cuyo carisma está sobre el césped y su inmenso talento repartido entre una inteligencia proverbial y un sentido táctico excepcional. No es un divo ni una estrella mediática. Ni juega para ganar más dinero. Ni para ser la estrella del partido, aunque normalmente lo es. Y que dirige a todos los demás sin ningún género de galón en la pechera ni de autoritarismo en las formas. Un prototipo que vale, como un molde, también para Casillas, o para Villa, o para Pujol, o para Iniesta (desgraciadamente ausente en Sudáfrica, por lesión). Este “grupo” de “artesanos” del fútbol, ambiciosos y copartícipes del éxito, ha enterrado décadas de sinsabores y de fatalismo, ha desterrado el complejo de “perdedores” natos y está elevando el tono del fútbol mundial, muy bajo en los últimos años.Con esa “línea” la Roja está forjando una verdadera leyenda, batiendo récords que hasta ahora sólo estaban reservados a selecciones “míticas”, como Brasil, o la Francia de Zidane. Vamos a ver pasar mucho tiempo para alguien vuelva a superar esas marcas.En todo caso, el “éxito” de la fórmula española puede comenzar a verse “dinamitado” desde dentro, y dentro de muy poco, con la reaparición de Florentino Pérez y su política de “galácticos”, en una onda completamente opuesta a la que ha permitido a la Roja fraguar sus éxitos. ¡Atención a las consecuencias que ese modelo plutocrático y empresarial puede acabar teniendo sobre la filosofía futbolística en España, en general, y sobre el futuro de la selección en particular. El retorno a la concepción del fútbol como un asunto de “megaestrellas” puede acabar siendo muy dañino para el fútbol español.

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