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La levedad del presupuesto

El principal problema que enfrentan los gobiernos españoles desde que comenzó la crisis cuando anuncian los presupuestos generales del Estado es el de la credibilidad. Desde septiembre de 2008, cuando Pedro Solbes, entonces ministro de Economía, presentó las cuentas del 2009, ningún presupuesto ha resistido apenas unos meses. Aprobados por el Congreso en un ritual ridículo, en el mismo momento de la votación las cifras fundamentales ya no eran válidas, la realidad las había dejado desfasadas, desde aquella fecha todos los presupuestos sin excepción han acabado rectificados e inservibles por la vía de los ajustes fuera del calendario parlamentario ordinario.¿Qué posibilidades hay de que esta triste existencia de las cuentas públicas se repita de nuevo? Con esta inquietud miraron ayer muchos ojos las cifras que con poca precisión presentó ayer Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas.Y la primera aproximación obliga a la cautela. El escenario económico general que dibuja el Gobierno para la economía española durante el año próximo contradice las dos líneas maestras que marcan la evolución de la crisis de la deuda y, más en general, del euro. La primera es que la austeridad, de momento, está agravando la recesión en todos y cada uno de los países que la están aplicando, aplazando las esperanzas de recuperación año tras año. Es posible que el túnel de los recortes simultáneos en todo el continente que dicta la ortodoxia que domina la eurozona arroje luz algún día, pero su longitud es de proporciones alpinas.La segunda es que, en parte por esa política tan querida en Berlín y Frankfurt, y que tan fielmente marcan en Bruselas, pero también por las propias dificultades de la economía mundial, la confianza general en que las exportaciones servirán para compensar la caída de la demanda interna de todos los países al mismo tiempo no es realista.La economía mundial se está parando, desde China a Estados Unidos, y el comercio se resentirá. Este es un escenario que contemplan instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el propio Banco Central Europeo (BCE). Y eso se aplica tanto a la poderosa Alemania, que empieza a registrar tímidas subidas del paro y reducción de exportaciones, como a la tambaleante España, cuyas ventas al exterior han ido perdiendo a fuerza a medida que avanzaba el año.Pese a estos preocupantes síntomas, Montoro confiaba ayer en que el año próximo las exportaciones reboten espectacularmente, un 6%, y las importaciones caigan el 1,5%. Así pues el sector exterior aportaría un 2,3% de crecimiento a la economía lo que compensaría en gran medida el 2,9% de caída de la demanda nacional. Resultado, una caída de sólo el 0,5%. Una previsión muy optimista que ningún centro de análisis ni servicio de estudios comparte.Así pues, con ese marco de referencia, será difícil que los presupuestos presentados ayer recobren la credibilidad previa al 2008 que comentábamos al principio. ¿Se trasladará la posible desconfianza hacia esas cuentas a las que aún están pendientes de vencer, las de este año 2012 y su objetivo de déficit?A eso se aplicarán mercados e inversores en los próximos días, aunque ya llevan días apretando. Cuando el Gobierno de Rajoy presentó sus cuentas para este ejercicio, con enorme retraso, pues lo hizo en el mes de marzo, la prima de riesgo (sobrecoste en tipo de interés que paga la deuda española a 10 años respecto a la alemana) estaba en 354 puntos. Ayer era de 452, casi cien más.

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