La confusión fiscal del gobierno

«Las declaraciones contradictorias del ministro de Fomento y de la vicepresidenta y ministra de Economí­a y Hacienda acerca de la orientación impositiva que pueden incorporar los próximos Presupuestos Generales del Estado refuerzan la presunción de que no existe una visión consistente y rigurosa sobre las finanzas públicas en el seno del Gobierno. No es la primera vez que sus miembros hacen declaraciones sobre impuestos o ajustes en el gasto a su antojo»

Claro que será necesario subir los imuestos, entre otras razones porque este Gobierno los ha bajado mucho. De ahí la escasa credibilidad de esa retórica de gravar a los ricos, destinada al consumo interno de algunos sectores del PSOE. En todo caso, más vale que el Gobierno no erosione aún más la confianza de los agentes económicos, de dentro y fuera del país, con esos culebrones que dan cuenta, en el mejor de los casos, de despiste, y en el peor, de descoordinación. (EL PAÍS) ABC.- La reentrada del curso político se presenta harto compleja para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La negociación de los Presupuestos Generales del Estado, en la que los apoyos del PNV parecen a día de hoy imprescindibles para evitar una prórroga de las cuentas públicas que situaría la legislatura ante el abismo, obligará al Ejecutivo a aceptar cualquier exigencia extrema —cualquier chantaje— de los nacionalistas vascos, que se ven en una posición de fuerza por primera vez desde que perdieran el Gobierno vasco a manos de Patxi López CINCO DÍAS.- La guerra de Irak no acaba, y menos para las deficitarias cuentas federales de EE UU. El repliegue de las tropas se está culminando y a finales de este mes apenas quedarán 50.000 efectivos que no se irán hasta diciembre de 2010. Pero la contienda, iniciada en 2003 para buscar unas armas de destrucción masiva inexistentes, no dejará de producir facturas en años. De momento, ya ha generado muchas. El presupuesto de la guerra contra el terrorismo iniciada en 2001, y que engloba labores de seguridad y el conflicto en Afganistán, asciende hasta ahora a 1,086 billones de dólares. Y no serán los últimos. Editorial. El País Confusión fiscal Las declaraciones contradictorias del ministro de Fomento y de la vicepresidenta y ministra de Economía y Hacienda acerca de la orientación impositiva que pueden incorporar los próximos Presupuestos Generales del Estado refuerzan la presunción de que no existe una visión consistente y rigurosa sobre las finanzas públicas en el seno del Gobierno. No es la primera vez que sus miembros hacen declaraciones sobre impuestos o ajustes en el gasto a su antojo, sin que esos comentarios, siempre fuera de las instancias parlamentarias, respondan a una posición común y suficientemente elaborada. La política más importante y expresiva de las intenciones de los Gobiernos, la que se concreta cada año en los Presupuestos, no es precisamente un ejercicio de coherencia. El Gobierno cambió de orientación tras las presiones recibidas en el Ecofin del 9 de mayo, en el que se aprobó la creación de un fondo de estabilización que podría tener como principal beneficiario a las finanzas públicas españolas, entonces amenazadas por unos temerosos mercados de bonos. Fue el propio presidente del Gobierno quien exhibió el radical cambio de partitura, asumiendo a pies juntillas el supuesto dictado de los mercados y pasando a liderar un discurso de ajuste severo. No bastó, sin embargo, para reducir una prima de riesgo que estaba mucho más pendiente de las posibilidades de crecimiento económico que de valorar esa sobrevenida vocación de austeridad. Tal es la obsesión con la prima de riesgo que el presidente solo ha vuelto a considerar una cierta relajación de la austeridad inicial cuando ha cedido su distancia frente a la referencia alemana. La realidad está demostrando, con todo, que lo relevante son las posibilidades de asentar la economía en una senda de recuperación. Y es que sin crecimiento no hay saneamiento presupuestario que valga. Ni las elevaciones de impuestos ni las contracciones de gastos serán suficientes para sanear las finanzas públicas si las rentas de los agentes económicos no crecen. Claro que será necesario subir los impuestos, entre otras razones porque este Gobierno los ha bajado mucho, incluso suprimiendo sin que nadie lo pidiera alguna figura tributaria como el impuesto del patrimonio. De ahí la escasa credibilidad de esa retórica gravar a los ricos, destinada al consumo interno de algunos sectores del PSOE. Pero habrá que subirlos cuando se haya alcanzado un ritmo de crecimiento suficiente para reducir la destrucción de empleo. Mientras tanto, bien podría acentuarse la eficacia en la lucha contra el fraude fiscal. Y, en todo caso, más vale que el Gobierno no erosione aún más la confianza de los agentes económicos, de dentro y fuera del país, con esos culebrones que dan cuenta, en el mejor de los casos, de despiste, y en el peor, de descoordinación. Reducir la confusión es, además, la condición necesaria para afrontar la negociación parlamentaria de la próxima Ley de Presupuestos. EL PAÍS. 23-8-2010 Editorial. ABC Zapatero, ante su otoño más gris LA reentrada del curso político se presenta harto compleja para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. La negociación de los Presupuestos Generales del Estado, en la que los apoyos del PNV parecen a día de hoy imprescindibles para evitar una prórroga de las cuentas públicas que situaría la legislatura ante el abismo, obligará al Ejecutivo a aceptar cualquier exigencia extrema —cualquier chantaje— de los nacionalistas vascos, que se ven en una posición de fuerza por primera vez desde que perdieran el Gobierno vasco a manos de Patxi López. El «no» adelantado de CiU a apoyar los Presupuestos y la inminencia de las elecciones catalanas marcadas por el severo desgaste del tripartito en general, y del PSC de José Montilla en particular, dificultan el margen de maniobra de Rodríguez Zapatero, que en principio tampoco podrá contar con ERC ni con Izquierda Unida, seriamente enfrentados al Gobierno tras los «tijeretazos» al gasto social. A ello Zapatero tendrá que sumar el coste de las consecuencias políticas y sociales que se deriven de la huelga general convocada para el 29 de septiembre por los sindicatos mayoritarios, castigados por el Gobierno durante la negociación de la reforma laboral y obligados a recuperar ante sus afiliados una imagen de autonomía tras asumir que su ridícula sumisión al Gobierno en los últimos años paradójicamente no les ha granjeado más rédito que el de sentirse traicionados. El Gobierno afrontará su peor otoño en una situación de gran debilidad, con un gabinete desgastado, nutrido mayoritariamente de ministros sin apenas peso político, con una imagen creciente de deterioro cada vez más censurada por los ciudadanos, y con síntomas evidentes de división interna y contestación a la Ejecutiva Federal. Esto es, de contestación a Rodríguez Zapatero. La pugna entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez por el control del PSOE madrileño, que se dirimirá en las «primarias» de este partido a principios de octubre, no será con seguridad un caso aislado ante la cita crucial de las municipales y autonómicas de 2011. Más aún, puede llegar a mermar seriamente la hasta ahora incontestable autoridad interna de Rodríguez Zapatero y debilitar su liderazgo en la fase definitiva de la legislatura. Enfrente, el Partido Popular y Mariano Rajoy están llamados a conservar la ventaja que hoy en día le conceden unánimemente todos los sondeos de opinión sin descuidar la labor de oposición. El PP incurriría en una pasmosa ingenuidad si dejara transcurrir los meses en la creencia de que los errores de Zapatero, por sí mismos, van a despejar a Rajoy el camino hacia la Moncloa. ABC. 23-8-2010 Economía de guerra. Cinco Días Irak, una guerra sin final para las cuentas de EEUU Ana B. Nieto La guerra de Irak no acaba, y menos para las deficitarias cuentas federales de EE UU. El repliegue de las tropas se está culminando y a finales de este mes apenas quedarán 50.000 efectivos que no se irán hasta diciembre de 2010. Pero la contienda, iniciada en 2003 para buscar unas armas de destrucción masiva inexistentes, no dejará de producir facturas en años. De momento, ya ha generado muchas. El presupuesto de la guerra contra el terrorismo iniciada en 2001, y que engloba labores de seguridad y el conflicto en Afganistán, asciende hasta ahora a 1,086 billones de dólares (856.000 millones de euros). De ellos, 589.000 millones de euros se han destinado a Irak. Y no serán los últimos. Si se aprueba el presupuesto de 2011 y todas las partidas destinadas a Defensa para este país, la factura subirá hasta los 802.000 millones de dólares, según los cálculos efectuados a mediados de julio por el Congreso. Hasta abril, que es prácticamente el ecuador del año fiscal 2010, se estima que el gasto mensual, para pagos a los contratistas, militares y civiles en Irak, alcanza los 5.400 millones de dólares. Parte de estas cantidades se van a tener que mantener durante años y no sólo para financiar los últimos movimientos de tropas, sino porque el aumento de la actividad diplomática excepcional en el país llevará aparejada un alza de subcontratas privadas para proveer de seguridad a la ciudadanía. El presupuesto para ayuda externa y operaciones diplomáticas ha pasado de los 4.000 millones como media anual (salvo en 2004 cuando se aprobaron 20.000 millones para financiar la reconstrucción) a 8.900 millones en 2010 y previsiblemente ascenderá a 8.700 millones en el presupuesto de 2011. Más cara que la recesión Así, la cantidad total comprometida es mayor que los 787.000 millones de dólares que presupuestó Barack Obama en el llamado ARRA, el estímulo fiscal para salir de la recesión aprobado en 2009. Además, está muy lejos de los primeros cálculos que hizo la Administración de George Bush. Donald Rumsfeld, entonces titular de Defensa y Mitch Daniels, director de la Oficina de Gestión del Presupuesto, dijeron que costaría 60.000 millones en el peor de los casos. Dado que la Administración Obama ha decidido intensificar su compromiso en Afganistán y desde junio hay más tropas en este país que en Irak, no va a ser posible lograr muchos ahorros. De hecho, el presupuesto final hasta 2011 para Afganistán se estima que absorba 455.000 millones de dólares y según calculó en enero la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), dependiendo del número de tropas en Irak y Afganistán, la cuenta que pase la guerra contra el terrorismo a la deficitaria EE UU hasta 2020 puede llegar a ser billonaria: 1,88 billones de dólares (1,49 billones de euros). A crédito En 2007, la CBO calculó los gastos en Irak y Afganistán asumiendo que las operaciones futuras se financiarían a crédito como entonces. Los intereses de 2001-17 serían 415.000 millones. En El precio de la Libertad, Robert Hormats, ex alto cargo de Goldman, criticó que EE UU rebajara impuestos en tiempos de guerra. Veteranos, unos costes a muy largo plazo En 2007, el informe sobre los costes de la llamada guerra contra el terrorismo elaborado por el CBO hizo un raro ejercicio de crítica a un cálculo elaborado por los profesores de economía Linda Bilmes y Joe Stiglitz (premio Nobel), que después transformaron en un libro titulado La guerra de los tres billones (en 50 años). Buena parte de los costes con los que se disparaba la factura final, de acuerdo con Bilmes y Stiglitz, eran la suma de los derivados de las atenciones médicas y las bajas a los veteranos. El CBO arremetía contra estas partidas, pero en un reciente artículo Bilmes defendió la vigencia de sus cálculos. Dos millones de militares han participado en las guerras de Irak y Afganistán en los últimos nueve años, recuerda esta economista de Harvard. De ellos, 450.000 ya han solicitado pensiones por incapacidad a consecuencia de los combates y los pagos por estas prestaciones está previsto que perduren durante décadas. El artículo, publicado en un diario californiano la pasada semana, destaca que los pagos por incapacitación a los veteranos de la I Guerra Mundial no llegaron a su máximo (es decir, dejaron de crecer) hasta 1969. Es decir, 50 años después de que se firmara el armisticio que puso final al conflicto. Por lo que se refiere a la II Guerra Mundial, el pico de estas compensaciones se alcanzó en los años ochenta y EE UU aún tiene que alcanzar la fecha en la que empiece a declinar la cuenta de lo que desembolsa a los veteranos que combatieron en Vietnam. CINCO DÍAS. 23-8-2010

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