La ansiedad de EEUU y la moneda china

«Abogar por la revaluación del renminbi sólo puede satisfacer a los personajes aficionados a criticar a China y defensores del proteccionismo comercial y, en cambio, hace daño a las relaciones estadounidense-chinas, que son de vital importancia.»

Si el renminbi revalúa, el resultado directo será el alza de los recios para los consumidores estadounidenses; si se hace que el renminbi revalúe en 25% como demandan algunas personas, el volumen de las importaciones estadounidenses se incrementará en 75.000 millones de dólares. Las exportaciones que aumente Estados Unidos a China no podrán compensar las pérdidas causadas por el alza de los precios de las mercancías chinas para los consumidores norteamericanos. (DIARIO DEL PUEBLO) LA JORNADA.- La crisis de seguridad pública por la que atraviesa el país dio un brusco giro a raíz del homicidio de tres personas vinculadas al consulado estadunidense en Ciudad Juárez. Esos asesinatos fueron, para Washington, un trágico llamado de atención –y también, tal vez, una provocación– acerca de la imposibilidad de mantenerse al margen en un conflicto cruento y sin duda confuso, pero en el que Estados Unidos desempeña un papel fundamental; el país vecino no sólo es el principal consumidor de drogas ilícitas en el mundo y el más importante mercado para la cocaína que se trasiega por nuestro territorio, sino también el más importante proveedor de armas de alto poder para los grupos delictivos y el principal promotor, hacia América Latina, de una estrategia contra las drogas que se ha revelado como fallida e improcedente. China. Diario del Pueblo La revaluación del reminbi no podrá eliminar la ansiedad económica de EEUU Últimamente, algunos personajes de los círculos políticos estadounidenses han buscado con frecuencia pretextos en la tasa de cambio del renminbi, considerando la revaluación de la moneda china como una panacea para resolver los problemas económicos como el déficit comercial estadounidense y el desequilibrio económico global. Con respecto a esto, muchos economistas estadounidenses sostienen que ejercer presión para la revaluación del renminbi no tiene ningún significado real para eliminar la ansiedad económica de Estados Unidos, y se sienten preocupados por la influencia negativa de esas opiniones sobre las relaciones chino-estadounidenses. Bosworth, alto investigador de la Institución Brookings de Estados Unidos, dijo en un seminario que muchas personas sostienen que la competitividad comercial de China origina en el tipo de cambio del renminbi pero, hablando sobre el comercio, lo auténticamente importante es el nivel del tipo de cambio promedio de todos los socios comerciales. Con el estudio del tipo de cambio ponderado en el comercio China-EEUU, se puede notar que los dos, en realidad, han ido por rumbo contrario. La variación del tipo de cambio del renminbi no puede influir mucho en el desequilibrio comercial, para cuya superación se debe prestar más atención a la corriente comercial, en lugar de clavar la mirada sólo en el problema del tipo de cambio. La elevación del tipo de cambio del renminbi sólo conducirá a la reducción del volumen comercial y a la caída del crecimiento del PIB. Pieter Bottelier, experto en economía china del Alto Instituto Internacional de la Universidad John Hopkins y ex delegado jefe del Banco Mundial en China, señaló días atrás en un artículo: Abogar por la revaluación del renminbi sólo puede satisfacer a los personajes aficionados a criticar a China y defensores del proteccionismo comercial y, en cambio, hace daño a las relaciones estadounidense-chinas, que son de vital importancia. Si el renminbi revalúa, el resultado directo será el alza de los precios para los consumidores estadounidenses; si se hace que el renminbi revalúe en 25% como demandan algunas personas, el volumen de las importaciones estadounidenses se incrementará en 75.000 millones de dólares. Las exportaciones que aumente Estados Unidos a China no podrán compensar las pérdidas causadas por el alza de los precios de las mercancías chinas para los consumidores norteamericanos. En un seminario sobre la economía china post-crisis acogido días atrás por la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, Bottelier y Albert Keidel, experto en economía china del Consejo Atlántico de Estados Unidos, sostuvieron por unanimidad que no hay pruebas demostrativas de que China obtenga ventajas comerciales no equitativas a través de la artificial manipulación del tipo de cambio, y que el superávit comercial de China no es causa del creciente déficit comercial de Estados Unidos, de modo que una polémica sin sentido alguno sobre el tipo de cambio del renminbi sólo conducirá al descuido de los errores de la política macroeconómica de Estados Unidos. “The Wall Street Journal” señaló el día 18 en un editorial titulado “El renminbi es el chivo expiatorio”: Algunos economistas y columnistas de Estados Unidos y Europa, frente al fracaso de sus propias políticas económicas y a los sentimientos de ansia económica allí derivados, tratan de tomar el renminbi como chivo expiatorio y provocar el riesgo de una guerra comercial con China. De 2005 a esta parte, la revaluación acumulada del renminbi ascendió al 18%, pero no ejerció influencia sobre el déficit comercial norteamericano. El último número de “Yale Economic Review” indicó en un artículo: La revaluación del renminbi no podrá resolver el problema del desequilibrio comercial norteamericano; los politicastros estadounidenses insisten en afirmar que el valor del renminbi fue subestimado, intentando buscar la más fácil víctima del enfado en medio de la crisis financiera. Si el renminbi se ve obligado a revaluar, no tendrá remedio para reservar la actual cantidad de dólares, lo que obligará a elevar la tasa de interés del dólar a largo plazo. DIARIO DEL PUEBLO. 25-3-2010 México. La Jornada EU-México: asimetría, corrupción e injusticia La crisis de seguridad pública por la que atraviesa el país dio un brusco giro a raíz del homicidio de tres personas vinculadas al consulado estadunidense en Ciudad Juárez. Aunque nadie ignoraba que la guerra contra la delincuencia organizada emprendida por el presente gobierno desde su inicio se inscribía en el marco de la agenda bilateral y, más específicamente, en los términos de la Iniciativa Mérida, firmada por Felipe Calderón Hinojosa y George W. Bush, esos asesinatos fueron, para Washington, un trágico llamado de atención –y también, tal vez, una provocación– acerca de la imposibilidad de mantenerse al margen en un conflicto cruento y sin duda confuso, pero en el que Estados Unidos desempeña un papel fundamental; el país vecino no sólo es el principal consumidor de drogas ilícitas en el mundo y el más importante mercado para la cocaína que se trasiega por nuestro territorio, sino también el más importante proveedor de armas de alto poder para los grupos delictivos y el principal promotor, hacia América Latina, de una estrategia contra las drogas que se ha revelado como fallida e improcedente. Durante tres años, el gobierno calderonista aplicó a rajatabla esa estrategia, basada únicamente en la persecución policial y el aniquilamiento militar de los presuntos narcotraficantes, sin poner atención a las tareas complementarias en materia de inteligencia, planeación, desarrollo económico, educación, salud y bienestar social. El saldo de tal decisión está a la vista: más de 17 mil muertos en tres años, extensas zonas del país fuera del control del Estado –como lo demuestran los bloqueos viales organizados anteayer y ayer, con plena impunidad, por grupos delictivos en Monterrey y sus alrededores–, infiltración de las instituciones por parte de las bandas criminales, zozobra generalizada de la población y un incremento anunciado y exasperante en el número de violaciones a los derechos humanos por parte de las corporaciones civiles y militares de seguridad pública. Lo cierto es que, como lo señaló Juventino Castro y Castro, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados y ex magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la lucha contra el narcotráfico es una de esas circunstancias en las que Estados Unidos obtiene todas la ventajas sin ningún esfuerzo, y aunque en el discurso Washington asume una postura ética ante el trasiego de drogas, en los hechos asume que se trata de un fenómeno económico que genera un vasto poder financiero y una actividad inocultable en los más importantes centros financieros estadunidenses y mexicanos. En esta lógica, resulta incomprensible que, mientras al sur del río Bravo los cárteles de la droga operan en un contexto de violencia inusitada, agudizada hasta extremos alarmantes tras el arranque de la ofensiva gubernamental contra ellos, la droga ingresa y se distribuye en el territorio estadunidense en forma ágil, eficiente, discreta y pacífica: en Estados Unidos prácticamente no hay muertos ni decomisos ni arrestos de líderes de este negocio ilegal. Pareciera que al gobierno de ese país le interesa únicamente evitar que las sustancias ilícitas lleguen a sus fronteras y que, una vez que las han cruzado, su comercialización deviene una actividad tolerable. Semejante incongruencia, que refiere en forma nítida la injusta asimetría imperante en la llamada”colaboración” bilateral contra el narcotráfico, tendría que ser planteada a la delegación estadunidense de alto nivel que vendrá al país el martes próximo, encabezada por la secretaria de Estado Hillary Clinton, y que incluye a los secretarios de Defensa, Robert Gates, y de Seguridad Interior, Janet Napolitano, además de otros encumbrados funcionarios de Washington. LA JORNADA. 20-3-2010

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