Elecciones en Argentina

L a división en el Peronismo y la izquierda

En las elecciones legislativas del domingo se renovará la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Los dos bandos libran una intensa batalla en Córdoba y Santa Fe, pero la plaza más disputada es la capital argentina. Es por ella que Kirchner ha vuelto al centro de la arena polí­tica, aun sabiendo que se trata de una jugada arriesgada. En 2008, el 68% de los argentinos tení­a una imagen positiva del ex presidente. Hoy no llega al 30%.

De 12 encuestas, nueve lo dan ganador or un margen exiguo, algunas de apenas décimas. Otras tres dan como vencedor a De Narváez, a la cabeza de Unión PRO, por ventajas que en ningún caso superan los tres puntos. El resto de contrincantes les siguen a gran distancia, ya que el llamamiento al voto útil parece haber calado, polarizando las elecciones. La formación polí­tica más perjudicada es Acuerdo Cí­vico, a la que las encuestas dan un 15% de intención de voto. Sus votantes han sido el objetivo del último spot de Unión PRO, donde les incitaba a no dividir el voto opositor y así­ «impulsar el cambio».Una de las principales bazas de Kirchner es Daniel Scioli, el popular gobernador de Buenos Aires. Durante el fin de semana, Scioli acusó a sus rivales de querer retroceder en el tiempo. «No evolucionaron y se quedaron en viejas recetas que provocaron graves consecuencias en nuestro paí­s», dijo el gobernador, despertando el fantasma de la vuelta del corralito.Scioli criticó al alcalde porteño Mauricio Macri, por pedir la «reprivatización de Aerolí­neas Argentinas» y a los que auguran que el Gobierno «meterá la mano en los depósitos bancarios» de Argentina. «Hasta Obama sale a rescatar empresas y pone en marcha un plan de obras públicas», sentenció.También Kirchner cargó contra ellos. «Hasta ahora tení­amos que discutir con un tipo que dice que tiene un plan, pero no decí­a cuál es. Hoy mostraron lo que piensan. Tenemos que defender el modelo de producción».La inflación y el largo conflicto agropecuario por el aumento del impuesto de la soja han provocado una gran fuga de votos del centro a la derecha. El desempleo, la permanencia de una ley tributaria que carga con un 21% de IVA hasta los productos básicos y el apoyo a la estructura sindical de la Confederación General de los Trabajadores, en cambio, han escindido alianzas hacia la izquierda.La mayor batalla electoral se librara en el distrito que concentra casi 40% del padrón, la provincia de Buenos Aires (centro-este), donde Kirchner, jefe del Partido Justicialista (PJ), se presenta como candidato a diputado, aliado con la gobernación peronista y decenas de alcaldes.»Esta no es una elección más. Es la vuelta al pasado o es la consolidación de un proyecto nacional y popular», dijo esta semana en un acto proselitista el temperamental esposo de la presidenta, inclinada por las estatizaciones de empresas y la industrialización.El mayor rival de Kirchner será el magnate empresario Francisco de Narváez, que encarna el resurgimiento dentro del PJ de las ideas neoliberales del anciano ex presidente Carlos Menem (1989-1999), en alianza con Mauricio Macri, alcalde derechista de Buenos Aires y presidenciable para 2011.»Si Kirchner gana en la provincia, arremeterá contra la propiedad privada, va a avanzar sobre los bancos y sus depósitos, porque necesita plata, y también contra los medios de comunicación», atacó De Narváez, candidato a diputado bonaerense.Macri, de su lado, no dejó lugar a dudas sobre su orientación polí­tica al afirmar por TV que «privatizarí­a (las reestatizadas) Aerolí­neas Argentinas y AySA (aguas y cloacas) y privatizarí­a de nuevo la jubilación».En muchos momentos de la historia, en diferentes paí­ses, sectores progresistas, de izquierda y nacional-populares debieron elegir si acompañar los procesos de cambio en curso o apostar por opciones minoritarias, puristas, más expresivas que capaces de influir sobre los acontecimientos, la división dentro del peronismo y de la izquierda puede abrir paso a la derecha que se frota las manos, no hay un frente amplio y patriótico. Salvando las distancias con otros modelos en Latinoamérica, en Argentina el gobierno ha plantado cara y a hecho cuerpo común con el frente antihegemonista que es una realidad en Latinoamérica. No ha llegado a nacionalizar y socializar los recursos naturales del paí­s y todaví­a reconoce una deuda externa que en muchos paí­ses se ha declarado como ilegitima. Claro que el gobierno de Kirchner no es un proyecto revolucionario y que corresponde más a los intereses de una burguesí­a nacional pero con un proyecto antihegemonista.Pero hasta la fecha en argentina, ¿qué gobierno ha hecho más que éste por construir un paí­s más incluyente? ¿Qué gobierno ha sido tan firme ante los organismos internacionales, ante las empresas privatizadas, ante los factores tradicionales de poder? Recordemos, además, que en la pelea más dura en tal sentido (al proponer retenciones móviles a la exportación de soja) los sectores que se presentan como «puristas» eligieron una prescindencia que fue funcional a las patronales agropecuarias, o incluso en algunos casos optaron directamente por apoyarlas. Fueron el gobierno, sus legisladores y los representantes de los trabajadores quienes pusieron el cuerpo a la pelea por cobrar más impuestos a los sectores de mayores ingresos, soportando los costos que ello implicóPor eso, apoyo y exigencia en profundizar la transformación. Lo que hay que exigirle al gobierno de Kirchner es que -siguiendo el ejemplo de Venezuela o Bolivia- radicalice sus posiciones apoyándose en el conjunto del pueblo Argentino. cuando pasamos de los discursos a las prácticas, la opción auténticamente progresista, la que puede incidir realmente a favor de la redistribución de la riqueza y el poder social, es la que encabezan Carlos Heller, en Capital, y obviamente la de Néstor Kirchner, en provincia.

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