El Consejo de Guardianes admite tres millones de votos fraudulentos

Irán reconoce el fraude

«Las cifras proporcionadas por Mohsen Rezaei, por las que denuncia que más del 100% de los votantes metió su papeleta en 170 ciudades, no son ciertas», dijo ayer Abbas Alí­ Kadkhodaei, portavoz del Consejo de Guardianes, después de haber hecho un recuento, y luego añadió «el incidente ha ocurrido en sólo 50 ciudades». «Sólo» en 50 ciudades, hay más votos en las urnas que ciudadanos inscritos en el censo, lo que confirma según las propias autoridades iraní­es que las denuncias de fraude que estos dí­as han lanzado a cientos de miles de ciudadanos a las calles eran ciertas.

En concreto son tres millones de apeletas fraudulentas que han deformado la intención de voto de los iraníes. Sin embargo, según las mismas autoridades, aún no se ha podido determinar si esa cifra podría haber sido decisiva en el resultado, ya que la ventaja del candidato ganador, Ahmadinejad, es muy superior (supera en once millones de votos a Musaví). La denuncia que prosperó, curiosamente, no fue la presentada por el reformista Musaví, sino por otro candidato ultraconservador opositor a Ahmadinejad, Mohsen Rezaei. Las protestas, que parecían haber amainado con el discurso de la máxima autoridad, Alí Jamenei, se recrudecieron ayer con el saldo de una decena de muertes en los disturbios. Jamenei había hecho un llamamiento tajante a que cesaran las protestas callejeras, responsabilizando además a los líderes reformistas de las consecuencias si no lo hacían. Pero lejos de ceder, Musaví continuó llamando a una oposición pacífica. “Las detenciones masivas contra el pueblo iraní sólo generarán un abismo entre la sociedad y las fuerzas armadas”, dijo ayer el líder opositor que desde la prudencia y el intentar imponer formas tolerables por el régimen, persiste en su demanda de la nulidad de los comicios y la exigencia de unos nuevos. La confirmación de un fraude de tres millones de votos refuerza sin duda esta demanda, a pesar de que sea harto improbable que el sector conservador acceda a ella. Las espadas de los dos sectores en los que ahora se polariza la sociedad iraní y especialmente su clase dominante y su régimen siguen en alto. Después de que la máxima autoridad política y religiosa de Irán, Alí Jamenei, censurara en términos rotundos la persistencia de las manifestaciones y advirtiera del endurecimiento de la represión, otra autoridad religiosa, uno de los clérigos disidentes más respetados, el gran ayatolá Hossein Ali Montazeri, señaló que “Ir en contra de las demandas del pueblo está prohibido por la religión”. Montazeri –al igual que Musaví- fue uno de los principales cabezas de la Revolución Islámica de 1979, incluso fue candidato a sustituir a Jomeini. Luego sus opiniones discrepantes con el rumbo del país le llevaron al arresto domiciliario durante años. Numerosas e influyentes personalidades del régimen -algunos como el presidente del Parlamento, Alí Lariyani considerados como “conservadores moderados”- se han unido a las denuncias de fraude estos últimos días y han denunciado que el Consejo de Guardianes no es neutral y que se debe respetar la opinión de aquellos que creen que las elecciones no han sido limpias. Precisamente por eso es muy significativo que el máximo órgano colegiado del régimen, que tiene poder para vetar candidaturas o leyes emitidas por el Parlamento, reconozca –en un grado- el fraude. A estas alturas, ninguna de las dos facciones del régimen puede esperar una victoria cabal y completa sobre la otra. Aunque es muy probable que Ahmadinejad haya sido el candidato más votado y con una ventaja amplia, la evidencia del fraude va a manchar muy seriamente su imagen ante la opinión pública iraní y ante el mundo. Sin embargo es muy poco probable –ante el control de puestos clave que tienen los conservadores- que Musaví logre conseguir una repetición de los comicios. Puede ser una señal de que ambos sectores están preparando el terreno para sentarse a negociar. Al fin y al cabo forman parte de un mismo régimen, y no debería ser tan complicado encontrar un terreno común –haciendo las concesiones necesarias- para el entendimiento. Tal parece ser la intención de la máxima autoridad, Jamenei, cuando se entrevistó hace unos días con Musaví.

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