Incendios que sí se apagan

"Una de las causas generalmente de las enfermedades mentales -y también muchas físicas- es la represión continuada de las dolencias, casi como mecanismo de subsistencia en las condiciones del sistema capitalista en que vivimos"

Hasta hace poco, aún no entendía qué había pasado los últimos tres años de mi vida. No sabía si había sido el estallido de un volcán, repentino, que se lo había llevado todo por delante, o una consecuencia de toda una vida de emociones calladas, silenciadas.

Hoy, sé que es un poco de ambas. Y que una de las causas generalmente de las enfermedades mentales -y también muchas físicas- es la represión continuada de las dolencias, casi como mecanismo de subsistencia en las condiciones del sistema capitalista en que vivimos.

Hay cosas para las que no nos preparan, ni nos enseñan. Y parece que tenemos que actuar de forma espontánea y correcta, a la primera.

Al principio, aparte de los ansiolíticos, el médico me recetó que “me tomase la vida de otra manera”, la frase mágica. Mucha gente, me decía lo que pensaba de aquello, me aconsejaba, me daban “grandes lecciones”, pero pocas veces me sentía escuchada, mucho menos comprendida. Tiempo después, cuando ya no podía abrir los ojos por la mañana, me dieron un diagnóstico. Ese arma de doble filo que le pone nombre a lo que sucede, pero también te reduce a una etiqueta con una lista de síntomas; en los que, por cierto, no siempre encajas como si fueran los ingredientes de un bizcocho.

Sentí que estaba totalmente rota. No encajaba en ningún patrón de los que a mi edad, debería estar. Lo que había pasado era una condena de la que tenía que cumplir penitencia.

Un volcán que se lo había llevado todo por delante’

Pero hubo un punto de inflexión. El más grande de todos, y me planté en que mi objetivo, por encima de cualquier otra cosa, era recuperarme. La terapia y mi trabajo personal, con tiempo y espacio, empezaron a hacerme comprender que los incendios que tenía dentro, siempre habían estado. Pero nunca los escuché, solo importaba apagarlos cuanto antes y como se pudiera, para seguir siendo válida en la rueda y la cadena de la vida.

Empecé a comprender en la profundidad de mí misma, algo que Freud ya planteaba hace mucho tiempo: que la estructura esencial de las personas se construye en los primeros años de existencia. Cuánto nos empeñamos en querer cambiarla, en lugar de habitar en ella, comprenderla. Y cuánto sufrimiento produce.

El aprendizaje que me ha costado años, pero que me ha hecho estar aquí y ahora, ha sido no intentar eliminar y evitar las heridas o cicatrices, sino crear tejido a su alrededor, piel nueva. Que me permiten vivir con ellas, sin dolor.

Y por fin, escuchar mis incendios sin miedo a quemarme.

One thought on “Incendios que sí se apagan”

  • El objetivo es que encuentres tu propio deseo. Parece un objetivo aparentemente fácil, pero no lo es para nada. El deseo ha de ser tuyo. Se puede tardar más o menos, pero se sale.

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