Entrevista con Juan Francisco García Arriaza - CNB – CSIC

«Hay que devolver a la sociedad los avances que se hacen en el laboratorio»

Entrevistamos a Juan Francisco García Arriaza, codirector junto a Mariano Esteban del equipo del CNB-CSIC que han desarrollado una vacuna contra el Covid de 100% de eficacia en animales. Este equipo ha cedido su patente a la OMS para que los países en desarrollo puedan fabricar su vacuna

El investigador y virólogo Juan Francisco García Arriaza codirige junto a Mariano Esteban uno de los equipos del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC que ante la pandemia de Covid-19 aparcaron sus trabajos y se pusieron a desarrollar a toda prisa una vacuna contra el SARS-CoV-2.

Ahora han cedido la patente de su vacuna -100% de eficacia en animales- a la Organización Mundial de la Salud para que países en vías de desarrollo puedan inmunizar a su población. Un inspirador ejemplo de la ciencia española poniéndose al servicio de la humanidad.

.

Queremos empezar la entrevista con la noticia de que el Nobel de Medicina ha sido otorgado a Katalin Karikó y Drew Weissman por la vacuna contra el Covid. A pesar de las diferencias entre las vacunas de ARNm y la de su equipo, ¿no es también un reconocimiento a todos los científicos que ante la pandemia dejaron todo lo que estaban haciendo, y se pusieron a desarrollar un remedio a contrarreloj? ¿Cómo ha acogido esta noticia?

Con mucha alegría, no sólo por que compartimos ámbito de investigación, sino por que es un reconocimiento a la ciencia básica. Las investigaciones que se hacen en ciencia básica, las ideas disruptivas, rompedoras que se prueban en el laboratorio, luego son fundamentales para que luego podamos trasladar a la sociedad grandes avances como aproximaciones vacunales, terapias innovadoras, como las vacunas de ARN mensajero. Y el Nobel a Weissman y Karikó supone un reconocimiento a esa ciencia básica, porque ellos comenzaron investigando sobre cómo estabilizar el ARNm. Y esos estudios básicos han permitido ahora que las vacunas de ARNm hayan podido desarrollarse de forma muy rápida, obteniendo vacunas en tiempo récord frente a un virus emergente.

Obviamente el logro de las vacunas contra el Covid es cosa de muchas más personas y equipos, y el Nobel sólo se puede otorgar a un máximo de tres personas, pero yo creo que para todos los que hemos estado trabajando en vacunas contra el SARS-CoV-2 este premio es importante, y en general para todos los que se dedican al campo de la vacunología, la inmunología, la virología… Porque esta investigación básica sobre el ARNm va a producir una nueva generación de vacunas, de aproximaciones vacunales, contra muchísimas enfermedades, desde virus como el del SIDA hasta el cáncer.

El Nobel es un reconocimiento a la ciencia básica

Aunque basada en una tecnología mucho más clásica, con el Virus Vaccinia Modificado de Ankara (MVA) como vector, la vacuna que usted, junto a Mariano Esteban y su equipo han desarrollado genera una respuesta inmune robusta, eficaz y duradera. En modelos animales, ha demostrado un 100% de eficacia, y no sólo protege de la enfermedad grave, sino de la infección ¿es así? ¿qué ventajas tiene su modelo vacunal, incluso comparadas con las novedosas vacunas de ARNm?

Esquema del funcionamiento del prototipo vacunal del equipo de Esteban y Arriaza, que usa el Virus Vaccinia Modificado de Ankara (MVA) para introducir el gen de la proteína S del coronavirus, desencadenando una potente respuesta inmune humoral y celular. Infografía de El País

Pues efectivamente, nuestra aproximación vacunal está basado en el MVA, que pertenece a la familia del virus de la viruela, es un primo hermano, y de hecho se usó en campaña de erradicación de la viruela en los años 70. Es un virus atenuado, no se multiplica en el ser humano, y es un vector muy conocido, y muy, muy seguro, un parámetro importantísimo a la hora de desarrollar vacunas. Pero además el MVA tiene un genoma muy flexible, muy fácil de manipular, lo cual lo hace ideal como vehículo, para insertarle una parte del genoma del patógeno que queremos combatir, para que produzca un antígeno que va a ser reconocido por el sistema inmune. En este caso le insertamos a este vector el gen de la proteína spike, de la proteína S de la espícula del SARS-CoV-2.

Respecto a la capacidad de este vector de activar el sistema inmunitario y proteger frente a infecciones, lo que hemos demostrado es que nuestro candidato vacunal es capaz de activar el sistema inmune, generando una respuesta robusta tanto a nivel humoral -produciendo anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2, que se unen a su proteína S y la bloquean, evitando que infecte células- como a nivel celular. Nuestra vacuna activa las células T, CD4 y CD8, que se dirigen a las células infectadas por el coronavirus y las destruyen, evitando que la infección prolifere.

Por tanto nuestra vacuna ha sido capaz de producir una respuesta potente y robusta, tanto de anticuerpor como de células T, y es capaz de proteger contra la infección. Y esto lo hemos demostrado en tres modelos animales: en ratón, en hamster y en macacos, todos ellos susceptibles de ser infectados por SARS-CoV-2.

Nuestra vacuna produce una respuesta potente y robusta

Ustedes han decidido poner a disposición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) -a través de la iniciativa COVID-19 Technology Access Pool (C-TAP)- su prototipo de vacuna contra el coronavirus. En esto no sólo hay una decisión científica, sino ética. ¿Qué implica esta cesión a la OMS y qué motivos llevaron a su equipo a tomar esta decisión que tanto puede beneficiar a los países en desarrollo, cuya población mayoritariamente no está inmunizada?


Juan García Arriaza junto Mariano Esteban, codirectores de uno de los equipos del CNB-CSIC que ha logrado una vacuna contra el Covid 100% eficaz en animaless

Sí, estamos muy contentos y orgullosos de ello. Ha sido un paso importante, y también nos satisface, porque la OMS ha vista la relevancia de nuestra vacuna. Es un acuerdo con el Medicines Patent Pool, el banco de patentes de medicamentos de la ONU auspiciado por la OMS. Y lo que hemos querido es liberar a la sociedad el trabajo que hemos hecho en el laboratorio.

En este caso, el acuerdo lo que implica es que el CSIC cede, libre de patentes, la tecnología de nuestro proyecto vacunal a aquellos países en vías de desarrollo que tengan bajos y medios ingresos. De manera que si uno de esos países está interesado en probar o en fabricar nuestra vacuna, nosotros les cedemos de forma desinteresada todos los derechos para hacerlo, y la tecnología para producirla. Otros países que no estuvieran en la lista de bajos y medios ingresos, países desarrollados, se mantienen las patentes.

Nos parece importante devolver a la sociedad los descubrimientos y avances que se hacen en el laboratorio. Y quiero recordar que es la segunda tecnología que el CSIC libera para el Medicines Patent Pool, la primera fue un kit de diagnóstico, también desarrollada por nuestro centro, el Centro Nacional de Biotecnología. Es un paso que además nos posiciona a la investigación pública de España en el contexto internacional, que habla de nuestra capacidad de desarrollar vacunas exitosas y de contribuir a la salud pública global y al control de enfermedades.

Y quiero recalcar también el acuerdo que hemos tenido con la empresa Biofabri, en Galicia. De la mano con nosotros, ellos han producido los lotes clínicos con el nivel de calidad necesaria para ser inoculados en personas. Y con ellos hemos transferido la tecnología de manipulación del virus, del MVA, de cultivos celulares, para poder pasr del laboratorio a la cadena de producción.

Lo que cuenta tiene mucho más valor si tenemos en cuenta las dificultades que ustedes, como tantos equipos de la ciencia española, han tenido para desarrollar su vacuna, especialmente en medio de la pandemia. Ustedes sufrieron importantes retrasos en 2021 por falta de monos de laboratorio. O por no hablar de sus propias condiciones laborales, marcadas por la inestabilidad e incertidumbre. Lograr una vacuna exitosa contra el Covid en estas condiciones es como subir al Everest con una mano atada a la espalda…

Edificio del Centro Nacional de Biotecnlogía – CSIC, en el Campus de la Universidad Autónoma de Madrid

Sí, más o menos (risas). Hay que reconocer que la ciencia en España adolece de muchas situaciones que hay que tratar de solucionar, y más si nos miramos con otros países con los que nos deberíamos comparar, Alemania, Francia, Inglaterra, EEUU, que dedican un porcentaje mucho mayor de su PIB a la investigación. Y la ciencia al final es fundamental para dar soluciones en un montón de campos, en la biomedicina que es el nuestro, y en todos los demás. En España dedicamos a ciencia un 1,42% de nuestro PIB si mal no recuerdo, mientras que la UE dedica de media un 2,03% y EEUU un 2,72%.

Pero creo que la pandemia ha ayudado a generar una conciencia en la sociedad, que espero que se plasme a nivel político, de la importancia de la ciencia. Ha sido como un catalizador que a nosotros nos ha ayudado a establecer vínculos con empresas, canales de colaboración que antes de la pandemia no estaban establecidos, algo que en determinados momentos de la carrera hacia la vacuna nos hizo ir más lentos que otros. En el momento inicial del desarrollo vacunal nuestro laboratorio iba a la par con otros proyectos, pero luego el no tener en ese momento un sistema bien engrasado de colaboración público-privada -de tener esos vínculos con empresas biotecnológicas que son las que pueden escalar a nivel industrial lo que tú estás desarrollando- nos lastró un poco.

Hay que potenciar la colaboración público-privada

Pero yo soy una persona positiva, busco el lado bueno de las cosas, y ahora tenemos como te decía esta colaboración estrecha con Biofabri, junto a otras. Y eso nos pone las cosas mucho más fácil para poder desarrollar mucho más rápidamente vacunas contra futuros patógenos con potencial epidémico o pandémicos. De la pandemia hemos aprendido ese trabajo colaborativo para poder avanzar velozmente.

Un convenio del CNB-CSIC con la empresa gallega Biofabri ha permitido la fabricación de las vacunas del equipo de Esteban-Arriaza con los estándares de calidad requeridos

También en otro punto determinado nos encontramos con que en España no habían ni personal ni instalaciones de cualificación suficiente para hacer ensayos en primates no humanos. Y al final lo hicimos con un laboratorio de investigación de Países Bajos. Lo que también pone de relieve la importancia de la colaboración internacional.

Soy consciente de que los problemas siguen ahí, y que llevara tiempo solventarlos. Pero se han dado pasos buenos. Yo espero que en los próximos años el desarrollo de terapias o vacunas contra enfermedades, virus pandémicos, o patógenos emergentes sea un área estratégica en nuestro sistema científico, como lo es en otros países.

La pandemia del Covid demostró la absoluta importancia de invertir en I+D+I en terrenos tan fundamentales como la biomedicina, de la necesidad de que España tenga unos Organismos Públicos de Investigación (OPIs) bien financiados, con recursos suficientes, y sobre todo con un personal investigador -cuyo talento y formación está más que demostrado- con unas condiciones laborales dignas y estables. ¿Qué debería cambiar en la ciencia pública española para liberar su enorme potencial investigador, lastrado por los recortes, la burocracia o la precariedad?

Como bien dices, el talento lo tenemos. Nuestro país y nuestros investigadores están muy bien valorados en el extranjero. Cuando nos vamos a trabajar fuera de España aprecian mucho a nuestros científicos y científicas, nuestro esfuerzo, perseverancia y capacidad de aportar enfoques innovadores. Tenemos un caldo de cultivo de talento que hay que regar, y eso implica tener unas condiciones laborales medianamente estables.

Movilización contra los recortes en I+D+i

Hay que decir que se están dando pasos positivos, con procesos de estabilización de personal, especialmente de investigadores de mediana edad que llevan veinte años trabajando sin ser fijos, con situaciones precarias e inestables intolerables. Con el gasto en formación dedicado a esas personas, con su talento e ilusión, para que acaben abandonando la carrera investigadora o acaben trabajando en otros países, aportando sus conocimientos fuera.

En España tenemos mucho talento para la ciencia, pero hay que regarlo económicamente

Creo que es fundamental que haya una carrera investigadora diseñada desde el principio, que se sepan bien los pasos que hay que dar, y que culmine con una estabilidad laboral y buenas condiciones. Eso por un lado.

Por otro lado, es fundamental tener infraestructuras, dotar de recursos económicos suficientes a los laboratorios y centros de investigación, sean de biomedicina o de cualquier campo de la ciencia e investigación pública. Tener tecnología de última generación y crear nuevos centros de investigación que puedan ser punteros, especialmente en áreas estratégicas.

Desde estas dos premisas, buenas condiciones para el personal investigador e inversión en tecnología y centros punteros, se puede atraer talento internacional, ser un «imán» para investigadores extranjeros que quieran venir aquí a aportar conocimiento.

Todo ello implica tener un presupuesto, unas partidas económicas, a la altura de nuestro talento y de los que nuestro país merece. Hay que aumentar el porcentaje de PIB dedicado a I+D, puesto que sin ello no se pueden resolver estos problemas.

Otro punto muy importante que antes comentaba es fomentar y potenciar la colaboración público-privada. Los científicos de los Organismos Públicos de Investigación podemos aportar conocimientos e ideas innovadoras en las fases iniciales, pero necesitamos de un tejido productivo para llegar al producto final. En la biomedicina esto es clave para desarrollar fármacos, tratamientos, equipos de diagnóstico o vacunas con estándares de calidad suficientes que luego se puedan aprobar por las agencias reguladoras y ser aplicadas en el Sistema Nacional de Salud.

Y creo que para acabar es fundamental la comunicación fluida entre los distintos estamentos, entre los OPIs, las universidades, los hospitales, agencias reguladoras, la administración, las empresas… Esa comunicación hasta ahora no estaba bien engrasada, bien establecida, y yo creo que hay que identificar los estamentos implicados en un área de investigación, y hacer que todo funcione, que colaboren de manera fluida. Esto en una situación como la que hemos vivido en la pandemia, donde junto a la rapidez primaba la celeridad, es absolutamente vital.

Me parece que con la pandemia hemos aprendido algunas de estas conclusiones y yo espero que en los próximos años iremos a mejor. Creo que en el CSIC estamos dando buenos pasos para tratar de mejorar todo eso.

Deja una respuesta