«Sobre el presente flota el fantasma del rescate a la griega, un fantasma que Rogoff casi palpa como una realidad inquietantemente viva. La Unión Europea debe poner ya mismo un límite a la deuda española, porque si no lo hace pronto, el miedo a la quiebra se contagiará por Italia, Francia y toda la eurozona, vaticina el catedrático. ¿Pero qué tipo de deuda? ¿La estatal? ¿La autonómica? ¿La privada? Poner coto a la deuda gubernamental es primordial, pero ni mucho menos se deben descuidar los niveles de endeudamiento privado, recomienda»
No sólo Esaña camina al borde del abismo, sino toda la eurozona. Según el neoyorquino, Europa seguirá en situación de riesgo hasta que tome decisiones realistas que no está tomando de ninguna manera, como ponen de manifiesto sus propias vacilaciones sobre España. (EXPANSIÓN) EL PAÍS.- Quién se ha comportado mejor durante esta crisis económica: Angela Merkel, la canciller de Alemania, o Hu Jintao, el presidente de China? El chino. Sé que esta afirmación resultará sorprendente. Nos hemos acostumbrado a oír que, debido a sus bajos sueldos, China presiona a la baja los salarios de sus competidores e incluso contribuye al desempleo en el resto del mundo. ¿En qué cabeza cabe, entonces, la defensa del Gobierno chino? He sido un duro y permanente crítico de las prácticas represivas de Pekín. Y lo sigo siendo. Pero debo reconocer que, en esta crisis, la República Popular China ha sido un actor global serio, responsable y competente. Y que Alemania lo ha sido mucho menos. Por eso hoy Hu Jintao merece loas y Angela Merkel reproches. CINCO DÍAS.- El desempeño de la economía europea conduce a una preocupación que, mucho más allá de la anemia del crecimiento y de la lentitud para salir de la recesión debe hacer reflexionar seriamente a las autoridades comunitarias y nacionales y a los responsables de las empresas de la UE. Más que una salida más o menos temprana de esta crisis, lo que está en juego es mucho más trascendental. Se trata ni más ni menos del papel que la Unión Europea va a desempeñar en el nuevo orden internacional tras la crisis, es decir, en el futuro del planeta. Un rol en el que la vieja Europa pierde protagonismo a velocidad inquietante. Opinión. Expansión “Hay grandes posibilidades de que el FMI rescate a España” Yago González Pese a la negación del Gobierno español de haber solicitado la ayuda del Fondo, Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI y profesor de Harvard, avanza que "acabará interviniendo".Sería mucho mejor que el Gobierno español hiciese por sí solo los ajustes necesarios, pero no puede. Hay grandes posibilidades de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) acabe interviniendo. El economista y catedrático de Harvard Kenneth Rogoff (Nueva York, 1953) sabe bien de lo que habla: fue economista jefe de dicha organización desde agosto de 2001 hasta septiembre de 2003. Por lo tanto, no se le escapa que la institución dirigida por Dominique Strauss-Kahn puede ser el último salvavidas del país en el oleaje financiero: si el FMI anunciase que no va a ayudar a España, sería un desastre. Rogoff, que ayer dictó una conferencia en la jornada inaugural del Campus FAES 2010, aseguró a EXPANSIÓN que muchos de los ajustes que el Ejecutivo ha llevado a cabo en las últimas semanas son bastante razonables, aunque llegan con algunos años de retraso. No obstante, se pregunta si el Gobierno está suficientemente dispuesto a asumir el coste político del escenario de lento crecimiento que depara el futuro próximo. De momento, sobre el presente flota el fantasma del rescate a la griega, un fantasma que Rogoff casi palpa como una realidad inquietantemente viva. La Unión Europea debe poner ya mismo un límite a la deuda española, porque si no lo hace pronto, el miedo a la quiebra se contagiará por Italia, Francia y toda la eurozona, vaticina el catedrático. ¿Pero qué tipo de deuda? ¿La estatal? ¿La autonómica? ¿La privada? Poner coto a la deuda gubernamental es primordial, pero ni mucho menos se deben descuidar los niveles de endeudamiento privado, recomienda. En un argumento paralelo al usado con el FMI, Rogoff advierte de que si Europa también decidiese no intervenir sobre España, los ciudadanos del país deberían salir corriendo mañana mismo. No sólo España camina al borde del abismo, sino toda la eurozona. Según el neoyorquino, Europa seguirá en situación de riesgo hasta que tome decisiones realistas que no está tomando de ninguna manera, como ponen de manifiesto sus propias vacilaciones sobre España. Respecto a la cumbre del G20 de la semana pasada, que concluyó con una agenda económica para el futuro partida en dos: duros ajustes del déficit (Europa), estímulos fiscales dirigidos a animar el consumo (EEUU), Kenneth Rogoff se inclina sin duda por la primera. De hecho, cree que los europeos han cedido demasiado terreno a la intención de Barack Obama de no acometer una consolidación fiscal, y que el camino correcto es el de reducir el gasto público y dejar las estrategias de crecimiento en manos de las políticas monetarias, aunque conlleven un riesgo de inflación. La política de austeridad de EEUU, por contra, aumenta la impaciencia de la Reserva Federal. EXPANSIÓN. 4-7-2010 Opinión. El País Alemania 0; China 1 Moses Naím ¿Quién se ha comportado mejor durante esta crisis económica: Angela Merkel, la canciller de Alemania, o Hu Jintao, el presidente de China? El chino. Sé que esta afirmación resultará sorprendente. Nos hemos acostumbrado a oír que, debido a sus bajos sueldos, China presiona a la baja los salarios de sus competidores e incluso contribuye al desempleo en el resto del mundo. China también es acusada de mantener artificialmente bajo el valor de su moneda, lo que abarata aún más sus exportaciones y encarece el costo de los productos que importa. También sabemos de su autoritarismo, sus violaciones a los derechos humanos, sus constantes robos a la propiedad intelectual, su amistad con cualquier tirano dispuesto a darle acceso a materias primas, y que regímenes espantosos como los de Corea del Norte y Myanmar o los genocidas de Darfur cuentan con su apoyo. ¿En qué cabeza cabe, entonces, la defensa del Gobierno chino? He sido un duro y permanente crítico de las prácticas represivas de Pekín. Y lo sigo siendo. Pero debo reconocer que, en esta crisis, la República Popular China ha sido un actor global serio, responsable y competente. Y que Alemania lo ha sido mucho menos. Por eso hoy Hu Jintao merece loas y Angela Merkel reproches. Millones de personas en el mundo conservan su trabajo gracias a las políticas económicas de China. Y otros varios millones en Europa y otras partes no consiguen trabajo debido a las políticas económicas de Alemania. Mientras China contribuye a generar actividad económica en otras regiones, la inacción alemana irradia presiones que la contraen. China se ha transformado en el gran motor de la economía mundial. Cuando la segunda economía más grande del mundo crece al 10% anual levanta a muchos otros países. Gracias a China, por ejemplo, la crisis no tuvo peores consecuencias para América Latina y el resto de Asia. La economía mundial crece al 4% y China por sí sola genera el 1% de este crecimiento. En otras palabras, le debemos a China el 25% de la tasa de expansión económica del mundo. Hu Jintao y su Gobierno reaccionaron ante la crisis con rapidez y efectividad. En 2009 aprobaron un gigantesco estímulo fiscal de 568.000 millones de dólares. Cuando vieron que en 2010 la economía mundial seguía anémica, pisaron el acelerador y aumentaron el crédito. La expansión monetaria creció un extraordinario 30% en solo dos años. Pero Pekín no solo tomó decisiones acertadas; también evitó caer en peligrosas tentaciones. En el peor momento de la crisis, en 2008, Rusia propuso a los chinos que ambos vendieran de manera coordinada y masiva su cartera de bonos de Fannie Mae y Freddie Mac, los dos gigantescos entes financieros estadounidenses. Los chinos se negaron. De haber caído en esa tentación, la crisis para el mundo hubiese sido mucho más grave. Entretanto, en Berlín… Negación, austeridad, prudencia, confusión, lentitud y obsesión por las encuestas y la política doméstica. Alemania tiene las reservas y la fortaleza económica para ayudar a que sus vecinos salgan de su estancamiento. Pero Angela Merkel no las quiere usar. La audacia y seguridad de Hu contrastan con la cautela de Merkel. Él decide, ella duda. Y mientras, una gran parte de Europa sigue parada. Sabemos que la conducta de las naciones no está motivada por el altruismo, sino por sus intereses. Las decisiones de Hu Jintao son tan nacionalistas como las de Angela Merkel. Pero mientras que el líder chino entendió que el bienestar de su país depende de lo que le pasa al resto del mundo, la canciller alemana parece creer que es posible aislar a su país de la catástrofe económica de sus vecinos. Es una gran ironía que la salud de la economía capitalista globalizada esté dependiendo tan críticamente de Hu Jintao, quien en 2004 aún exhortaba al Partido Comunista chino a "defender las grandes banderas del marxismo". **************** Editorial La excusa del pacto El ministro de Industria, Miguel Sebastián, ha anunciado que la subida de las tarifas eléctricas queda aplazada a la espera de un pacto energético, de contenido y propósitos imprecisos, con el Partido Popular (PP). De nuevo, el Gobierno recurre a una de sus tácticas favoritas, que consiste en escudarse detrás de una negociación para retrasar las decisiones urgentes y dolorosas. La maniobra suele dar resultado porque durante los años de prosperidad ha cristalizado la idea de que, en cualquier circunstancia, un pacto es mejor que la decisión directa del Gobierno. Pero en este caso las virtudes genéricas de un acuerdo político se convierten en un despropósito. De entrada, la pedagogía del Gobierno es pésima, puesto que sitúa la fijación de un precio en una transacción política. Pero es que, además, la negociación de un acuerdo con el PP en nada obstaculiza que periódicamente el precio de la electricidad se vaya ajustando a los costes reales. Aunque el vaporoso acuerdo consiguiera abaratar los costes de acceso, ninguna revisión evitaría que la tarifa tenga que encarecerse ahora menos del 5% o el 6% porque tiene que sufragar un déficit acumulado superior a los 15.000 millones. Hay más razones para deplorar esta decisión. El Gobierno quiebra la estabilidad regulatoria, de forma que un camino emprendido (la revisión periódica de la tarifa para repercutir los costes) se abandona so pretexto de un acuerdo (difícil de concebir, por otra parte), que no exige tal renuncia. De una tacada, el ministro comunica a los inversores (los temidos mercados) la torpeza de que los ingresos de las empresas penden de un trato político y transmite a los votantes otra mayor: que gracias a la intervención del PP se ha parado (por ahora) el encarecimiento del recibo de la luz. Si un pacto sin "líneas rojas" le parece tan necesario al Gobierno, podría acordar con el PP que, en el futuro, ningún Gobierno cometa el fraude de embalsar los precios de la electricidad, tal como hizo el Gobierno del PP del que Cristóbal Montoro formaba parte; o que se racionalicen las primas a las renovables; o que se reclame a las compañías los más de 3.500 millones de euros que, según la Comisión Nacional de Energía, percibieron de más en concepto de costes de transición a la competencia; o que se terminen los beneficios espurios de algunas energías (nuclear e hidroeléctrica) mediante la imposición de tasas excepcionales. El camino lo abrió Angela Merkel y sería muy razonable seguirlo. EL PAÍS. 4/5-7-2010 Editorial. Cinco Días El papel de la economía europea está en el aire El desempeño de la economía europea conduce a una preocupación que, mucho más allá de la anemia del crecimiento y de la lentitud para salir de la recesión, aspectos coyunturales en el actual estado de crisis, debe hacer reflexionar seriamente a las autoridades comunitarias y nacionales y a los responsables de las empresas de la UE. Más que una salida más o menos temprana de esta crisis, que incluye un elevado componente coyuntural, lo que está en juego es mucho más trascendental. Se trata ni más ni menos del papel que la Unión Europea va a desempeñar en el nuevo orden internacional tras la crisis, es decir, en el futuro del planeta. Un rol en el que la vieja Europa pierde protagonismo a velocidad inquietante. La fotografía de la encuesta de Ipsos Public Affairs, que hoy se publica en estas páginas, es extraordinariamente esclarecedora. Los mayores grados de optimismo de los 24 países que representan el 80% del PIB mundial se manifiestan entre la ciudadanía de los emergentes asiáticos, con China, Indonesia e India a la cabeza. Mientras en esos países la ciudadanía considera muy mayoritariamente -por encima del 64%- que las cosas están siendo enfocadas en la dirección correcta, en las economías europeas de peso ese porcentaje apenas alcanza el 31% en Reino Unido y se queda en un 28% en Alemania. Mucho más abajo aparecen los otros grandes socios europeos como Italia, Francia y España. El hecho de que EE UU figure también mucho mejor clasificado que todas las grandes economías europeas añade un elemento adicional de inquietud sobre el papel que jugará en el futuro la Unión Europea en el contexto internacional si no se produce un radical cambio de mentalidad en sus socios. Esa inseguridad crece además al comprobar que mientras el 31% de los ciudadanos de los países encuestados esperan que las economías de sus países serán más fuertes en los próximos seis meses, ese porcentaje se dispara en las grandes economías emergentes, en tanto que las europeas se encuadran una vez más en la parte baja de la tabla, muy por debajo igualmente de EE UU. La percepción de la situación económica entre los ciudadanos de los distintos países lleva a concluir de forma abrumadora que Europa concentra buena parte del pesimismo. Y esta no es una tendencia caprichosa, sino fiel reflejo de los fundamentos de cada zona. Porque la última década, cuyo final coincide con la crisis, ha puesto de manifiesto por primera vez en la historia una resistencia creciente de las economías en desarrollo a las turbulencias creadas por los países ricos. De esta manera, mientras China o India han mantenido velocidades de crucero en torno al 10% y el 7% de crecimiento del PIB, respectivamente, la UE raramente superó el 2%, un porcentaje menor una vez más que el de EE UU. Y es que se está consolidando un cambio de paradigma por el que los emergentes han dejado de ser víctimas de los efectos multiplicadores de las crisis ajenas. El cambio se observa nítidamente también en las clasificaciones de competitividad, en las que China, India y otros países asiáticos están en los puestos de cabeza. El impacto de la globalización sobre el reparto de las fuerzas económicas del planeta se está inclinando así, de manera determinante, hacia los antes llamados países en desarrollo, principalmente los asiáticos, sin que EE UU pierda influencia. Eso lleva a pensar de nuevo que es el modelo europeo el que requiere revisión. Sin discutir que el modelo social de la UE representa un avance sustancial sobre el resto, que redunda en beneficio de la ciudadanía y a la vez sirve de paraguas a ingentes cantidades de inmigrantes de los países emergentes, es urgente admitir que sólo gozará de continuidad si es capaz de no perder el paso y adaptarse a los cambios de la economía internacional. Mientras el grueso de las economías europeas siga ausente de los primeros puestos en el ranking Doing Business del Banco Mundial, de facilidad para hacer negocios, y de nuevo también por detrás EE UU, el Viejo Continente seguirá perdiendo posiciones en el marco internacional y hará honor a ese nombre en el peor de los sentidos. Es un problema a resolver en términos de competitividad, que, además, resulta doblemente amenazador en el caso de España, que aparece por lo general en la parte baja de una ya degradada economía europea en el contexto mundial. EL PAÍS. 5-7-2010