Conflictos lingüí­sticos

¡Fuera afrancesados!

… el que desde la presidencia de la Generalitat entregara Cataluña a Luis XIII al que nombró Conde de Barcelona. Esta es la catadura de los que ahora pretenden azuzar las contradicciones lingüí­sticas en las costuras del ensamblaje de las regiones y nacionalidades de España.

Uno no entiende que tras la érdida del gobierno vasco y el gallego en manos de fuerzas constitucionalistas, se haya puesto en primer plano los avances del nacionalismo catalán más rancio. Pero la debilidad financiera de España como país se expresa en el terreno político en el avance paradójico de proyectos que en buena lógica deberían estar hibernados.Los referéndum de independencia en 17 localidades y la Ley de lenguas aprobada el 17 de diciembre en el Parlamento de Aragón imponiendo el catalán como lengua de Aragón Oriental, un área “anexionable” para los Països Catalans, no se comprenden sino como consecuencia de la debilidad que vive España fruto de la crisis. A perro flaco, todo son pulgas.Pero lo que aparece y que muchos evitan, uno bajo banderas patrias y otros bajo localismos identitarios, es que las legiones que tratan de colonizarles con la bandera cuatribarrada, no son más que los nuevos afrancesados. Los que en su día (S.XVII) traicionaron Cataluña para venderla al francés, y ahora ansian la secesión bajo la protección de las burguesías francesa y alemana en Europa.En nada contribuiría a la unidad de las regiones y nacionalidades de España levantar un sentimiento anti-catalán en el rechazo a la imposición de la lengua catalana como lengua oficial de Aragón Oriental. El rico crisol y cruce de lenguas y culturas en nuestro país ha dado lugar a una diversidad que ha crecido alimentando y alimentándose de la unidad. Ni Carod Rovira, ni Marcelino Iglesias, ni Mª Fernanda Rudi pueden romper los hilos que unen al pueblo catalán y al aragonés (y al del resto de España) como un puño. Hilos que hicieron levantarse ante la invasión Napoleónica mientras las élites políticas lo entregaban sumisamente.Por eso, es en buena lógica una nueva Agustina lo que necesita Aragón, y no un espanta-Carodroviras.

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