En la entrevista en TVE al Rey...

Faltó algo más importante que Urdangarí­n

«Faltaron Urdangarí­n y Botswana». Esta ha sido la crí­tica unánime a la prefabricada entrevista al Rey emitida por TVE para conmemorar su 75º aniversario. Es cierto que se «eliminaron» del guión los episodios más comprometidos para la imagen del monarca Pero, sobre todo, «desaparecieron» otras cosas mucho más trascendentes. ¿Cómo puede ofrecerse una visión de los últimos cuarenta años de la historia de España sin mencionar una sola vez la intervención exterior de las grandes potencias sobre nuestro paí­s? Una manipulación que contrasta poderosamente con otra mirada también ofrecida a través de TVE. La de la audaz mini-serie sobre el asesinato de Carrero Blanco, donde desvelaban los hilos que Washington maneja para reconducir el rumbo de la polí­tica española.

Lo que no puede decirse
“¿Pero qué mapa de España es este dónde no aparece Washington?”. Esta exclamación de sorpresa, que El Roto puso en boca de uno de los personajes de sus viñetas, resume a la perfección la valoración del “especial” sobre la monarquía que TVE nos ha ofrecido estas navidades.


A rebufo de la conmemoración de los 75 años del monarca, se nos pretende ofrecer una visión de las últimas décadas de nuestra historia. Se recoge la opinión de un amplio espectro político y social –desde la izquierda a la derecha, desde el mundo de la cultura a políticos y empresarios…-. «Cuando se ha multiplicado la intervención «visible» sobre España, es necesario que siga oculta la intervención «invisible»»


Pero ni una sola mención a la intervención norteamericana sobre nuestro país, ni un solo esbozo de las nuevas relaciones de dependencia instauradas a raíz de nuestra entrada en la UE, y que desembocan siempre en Berlín.
Muchos periodistas, políticos y analistas del ámbito progresista se han escandalizado ante la idílica visión que el reportaje de TVE nos ofrece sobre la monarquía. Corriendo un tupido velo sobre los últimos escándalos –la corrupción de la trama orquestada en torno a Urdangarín, o el esperpéntico accidente cazando elefantes a cuenta del erario público en Botswana-.


Pero nadie ha dicho nada sobre la escandalosa ausencia de Washington en el recorrido, aparentemente exhaustivo, de nuestra historia reciente.


Y aquí está la clave de todo. Un solo ejemplo, también ofrecido por TVE, nos explicará a la perfección los entresijos de esta trama.


Quien se atrevió a contárnoslo
Sólo dos semanas antes, TVE nos ofrecía la mini-serie, dirigida por Miguel Bardem, sobre el asesinato de Carrero Blanco.


A través de la revisión de un acontecimiento crucial de nuestra historia reciente, se atrevía, en uno de los más avanzados ejercicios de audacia y libertad que hemos visto en la televisión, a decir lo que, parafraseando a Lorca, el poder ha establecido que “ni debe ni puede pensarse”.


La serie se atreve a desmontar frontalmente la versión oficial del atentado que costó la vida a Carrero Blanco. Pulverizando la tesis de la autoría exclusiva de ETA, para exponer ante una audiencia millonaria la abrumadora multitud de hechos que apuntan inequívocamente hacia una participación decisiva en él de los servicios secretos norteamericanos, la CIA.


Un “peligroso” precedente
Inmediatamente, sobre “El asesinato de Carrero” se abalanzó la crítica de los principales medios. A “izquierda” y a “derecha”. El País difundía una demoledora reseña, y ABC o Intereconomía acusaban al director y a los guionistas de “sufrir un ataque conspiranoico”.


Lo que más molestó a los portavoces de los grandes monopolios de la información no fue tanto la tesis de la serie sobre el papel decisivo de EEUU en el atentado de Carrero y la posterior transición.


Eso es algo que ha quedado suficientemente demostrado en múltiples libros y artículos de investigación aparecidos en España en las últimas décadas.


Lo que se consideró un “pecado mortal” es que ese punto de vista fuera difundido en horario prime time por una de las cadenas de máxima audiencia.


El poder del vampiro reside en que nadie cree en su existencia. De la misma manera, la capacidad de intervención de las grandes potencias sobre España radica en que su papel de gran patrón que determina y decide los momentos decisivos de la vida política y el rumbo del país se mantenga invisible a los ojos de la gran mayoría.

 

 


Porque los efectos de la “mordedura del vampiro” siguen vigentes. ¿Acaso alguien puede dudar de que quien realmente manda en España son los “hombres de negro” del FMI y Merkel… y no Rajoy?


Cuando se ha multiplicado la intervención “visible” sobre España, hasta el punto de aparecer como un protectorado donde las decisiones se toman en Washington o en Berlín… los hilos de la intervención “invisible” –y por ello mismo mucho más poderosa- deben seguir permaneciendo ocultos.


Quienes se escandalizan ante la ausencia de Urdangarín o las cacerías de Botswana en el reportaje sobre la monarquía, deberían preguntarse “dónde está el frente”.


Las trapacerías de los aledaños de la Corona –con ser despreciables- no dejan de ser mera calderilla.

Urdangarín nunca podrá robarnos –ni en setenta vidas- ni la mitad de lo que nos quitarán los próximos informes del FMI o la Comisión Europea.

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