Ucrania debe dejarse amputar el 20% de su territorio -las cuatro provincias ocupadas por Rusia, junto a la Península de Crimea-, sin a cambio recibir garantía alguna de seguridad sobre futuras agresiones militares rusas. Y debe entregar a EEUU la parte del león de sus recursos minerales, sus hidrocarburos y sus centrales nucleares.
Esta es la «oferta final» que Trump ofrece a Ucrania, que sigue soportando brutales ataques aéreos por parte de Putin. Extorsión y chantaje en toda regla.
La diferencia en el tono lo dice todo. Tras el último y mortífero ataque aéreo sobre Kiev, Trump tuiteó un «Vladimir, STOP!», llamando al presidente ruso con familiaridad y cercanía, reclamándole que parase sus bombardeos sobre Ucrania como quien sujeta a un colega que se está sobrepasando en una pelea callejera.
En cambio, el tono hacia Zelenski es diametralmente opuesto. Después de que Zelenski dijera que Ucrania está dispuesta a negociar, pero no a rendirse”, Trump arremetió contra el ucraniano, tuiteando que «esas declaraciones son muy perjudiciales para las negociaciones de paz con Rusia”
Mientras la Casa Blanca mantiene un tono cada vez más conciliatorio con el Kremlin, en el que ha llegado a asumir elementos centrales de su relato hacia la invasión, Washington presiona con creciente ferocidad a Ucrania para que acepte los términos de la «Pax» de Trump.
Estamos ante una «pinza imperialista» sobre Ucrania. Washington y Moscú están negociando cómo repartirse el país en diferentes zonas de influencia y explotación.
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«Paz” por territorios
El chantaje que Putin viene lanzando desde hace más de un año -detener su agresión imperialista a cambio de que se le conceda, por los hechos consumados, la «propiedad» de los territorios conquistados por la fuerza- ya no es exclusivo del Kremlin. Ahora es el primer trágala de la propuesta de «paz» de Trump.

En lo que Trump denomina su “oferta final”, el plan de paz de la Casa Blanca prevé que Ucrania otorgue de iure a Rusia la península de Crimea, ocupada desde 2014. Un giro de 180º en la posición de EEUU sobre la península, incluída la que mantuvo Trump durante su primer mandato. Y una nueva burla a la legalidad internacional y a las resoluciones de la ONU. En 2014, hasta 100 países de la Asamblea General respaldaron la integridad territorial de Ucrania y subrayaron la invalidez del referéndum celebrado en Crimea ese mismo año.
En lo relativo a las cuatro regiones que Rusia se ha anexionado en la actual invasión -Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón- EEUU no reconocería formalmente que Rusia tenga derecho legal a controlarlas, pero se las entregaría de facto, al borrar cualquier exigencia de que Moscú tenga que abandonarlas.
Hasta ahora, Ucrania ha declarado reiteradamente que no reconocerá los territorios ocupados como territorios rusos en ningún acuerdo de paz, pero la presión norteamericana -que de nuevo amenaza con cortar en seco toda ayuda militar y de inteligencia a Kiev- ha comenzado a producir fisuras en esa posición.
Por primera vez, la delegación ucraniana ha abierto la puerta a hablar de su territorio para lograr la paz, al admitir en un documento, que las conversaciones territoriales, una vez logrado el alto el fuego, se realizarán “sobre las bases de la línea de control [línea actual del frente]”.
No sólo es el gobierno de Zelenski. Vitali Klitschko, alcalde de Kiev y rival político del presidente, reconoce en una entrevista en la BBC que es posible que Ucrania se vea forzada a ceder temporalmente parte de su territorio para detener la contienda.
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Repartiéndose las riquezas ucranianas
Pero Washington y Moscú no sólo están negociando cómo van a repartirse territorialmente Ucrania, sino también sus riquezas minerales y energéticas.
Desde la misma campaña electoral, Trump no ha ocultado su intención de exigir contrapartidas a Kiev, cobrándose en especies la ayuda militar que Ucrania ha recibido de Washington, con un ansia especial por los recursos naturales ucranianos.

Aunque la resistencia de Kiev ha obligado a Trump a rebajar sus pretensiones iniciales -le exigía a Ucrania ceder a EEUU el 50% de los ingresos de sus yacimientos de minerales estratégicos, del petróleo y del gas natural, unos recursos por valor de medio billón de dólares, que cuadruplican el montante total (cerca de 120.000 millones de dólares) de toda la ayuda militar recibida de Kiev por parte del Pentágono- el fondo del chantaje no varía.
El nuevo memorando entre Washington y Kiev prevee la creación de un fondo que se basaría en los ingresos provenientes de los recursos naturales ucranianos, como los minerales o los pozos de petróleo y gas natural. Un fondo para la reconstrucción del país, un negocio multimillonario, que se otorgaría a empresas estadounidenses, según recoge el New York Times.
Pero además, está sobre la mesa que Ucrania tenga que vender la joya de la corona de sus centrales energéticas -las centrales nucleares- al gran capital norteamericano, como «blindaje protector» frente a nuevos ataques rusos.
«Si no quieres que te las ataquen [las centrales nucleares], véndenoslas», dijo sin tapujos Trump a Zelenski. Una oferta que no se puede rechazar, una extorsión digna de la mafia siciliana… o rusa.