ETA, freno… ¿y marcha atrás?

«Acosada, infiltrada, desprestigiada y semidesmantelada, ETA es un monstruoso vehí­culo cuyo largo remolque lleno de crí­menes da temibles bandazos de un lado para otro de la ruta, mientras en la cabina pisan el freno y nadie está seguro de quién lleva el volante. ¿Por qué quieren parar ahora? Evidentemente porque están a punto de quedarse sin gasolina y prefieren que parezca que se detienen por decisión propia. Sin embargo, es inevitable preguntarse si realmente están convencidos de que han llegado al final del camino o solo hacen un alto para repostar.»

Por el momento, el último comunicado sigue erteneciendo al género preferido por los estilistas de la banda: la política-ficción. No solo nos perdonan la vida, a pesar de lo mal que nos hemos portado, sino que nos dan otra oportunidad de convertirnos en buenos demócratas, aunque sea en el nivel inferior y mínimo. El más elevado lo ocupan ellos, claro, y justo un poco por debajo Batasuna, guardiana de las vías exclusivamente pacificas. A los demás se nos da ocasión de convertirnos y volver al redil. Ellos, por su parte, están dispuestos a olvidar generosamente el pasado: que se les pague lo que se les debe políticamente, y por lo demás sin rencores, pelillos a la mar. (EL PAÍS) EL MUNDO.- La ambigüedad de ETA hace impensable en estos momentos la legalización de un partido que permita a la izquierda abertzale presentarse a las elecciones municipales del año que viene y torpedea toda operación destinada a blanquear a la antigua Batasuna. Por tanto, el Estado de Derecho debe seguir combatiendo policialmente a ETA, sin pagar ningún precio político por su desaparición, como pretende la izquierda abertzale. Sus militantes son los más perjudicados por este comunicado que en la situación de debilidad en la que se halla la banda no convence a nadie ni supone prácticamente nada. GARA.- Aun actuando con algo más de cautela que en otras ocasiones, las valoraciones se han sucedido como un resorte previamente preparado para calificar de insuficiente el anuncio de ETA. Sin embargo, todos esos representantes políticos saben fehacientemente que en Euskal Herria resulta política y socialmente indefendible decir que este paso es negativo en algún sentido. Si los responsables políticos y los medios de comunicación de Madrid pretenden hacer de esa posición un lugar común en la opinión pública española tan sólo estarán echándose piedras sobre su propio tejado. La clave sería, por tanto, entender que se ha producido un paso, justo cuando comienza el curso político, y que, más pronto que tarde, todo aquel que quiera que el cambio político se materialice, incluida la propia ETA, deberá propiciar nuevos movimientos, hasta arrastrar también a quienes puedan pretender que el reloj se pare hoy. DEIA.- Las declaraciones de insatisfacción han sido mayoritarias desde los partidos de ámbito estatal y desde el Gobierno vasco. Empeñados en que ETA diga lo que ellos quieren que diga, no han sido capaces de valorar lo que de intrínsecamente positivo tiene que la sociedad sepa -en especial los que se sienten amenazados- que al menos puede respirar tranquila. Ambigüedades aparte, no hay que perder la esperanza de que el nuevo rumbo trazado por la izquierda abertzale ilegalizada acabe por arrastrar a ETA a un final definitivo de su lucha armada. No hay que perder la esperanza de que se atienda al requerimiento internacional y el diálogo, por fin, se abra. Si no se ha abierto ya. Opinión. El País Freno y… ¿marcha atrás? Fernando Savater Los vehículos muy pesados necesitan mucha carretera por delante para lograr frenar. La inercia les arrastra aun con las ruedas bloqueadas, y es precisamente entonces cuando resultan más peligrosos y suelen ocurrir los peores accidentes. Acosada, infiltrada, desprestigiada y semidesmantelada, ETA es un monstruoso vehículo cuyo largo remolque lleno de crímenes da temibles bandazos de un lado para otro de la ruta, mientras en la cabina pisan el freno y nadie está seguro de quién lleva el volante. ¿Por qué quieren parar ahora? Evidentemente porque están a punto de quedarse sin gasolina y prefieren que parezca que se detienen por decisión propia. Sin embargo, es inevitable preguntarse si realmente están convencidos de que han llegado al final del camino o solo hacen un alto para repostar. Por el momento, el último comunicado sigue perteneciendo al género preferido por los estilistas de la banda: la política-ficción. No solo nos perdonan la vida, a pesar de lo mal que nos hemos portado, sino que nos dan otra oportunidad de convertirnos en buenos demócratas, aunque sea en el nivel inferior y mínimo. El más elevado lo ocupan ellos, claro, y justo un poco por debajo Batasuna, guardiana de las vías exclusivamente pacificas. A los demás se nos da ocasión de convertirnos y volver al redil. Ellos, por su parte, están dispuestos a olvidar generosamente el pasado: que se les pague lo que se les debe políticamente, y por lo demás sin rencores, pelillos a la mar. Pues va a ser que no. Democracia es lo que hay, no lo que ellos y sus servicios auxiliares han querido imponernos. Los que no tendrán más remedio que cambiar el chip son precisamente quienes no han logrado cambiar por la fuerza a todo el resto de la sociedad. Para que se vayan haciendo a la idea: el País Vasco después de ETA será el que hemos defendido estos años contra ETA, no el que ETA pretendía instaurar ni tampoco un acomodaticio cruce entre ambos. De ahí no nos han movido por las malas, ni tampoco nos moverán por las buenas… O las engañosamente buenas. Por supuesto, Euskadi seguirá transformándose y modificando su rumbo político, como el resto de España, pero lo hará de acuerdo con sus mayorías democráticas y no para acoger a quienes solo son demócratas con condiciones. Que los etarras no se ocupen de hacer política, que para llegar a ese oficio todavía les faltan dos pasos importantes: entregar las armas y rendir cuentas de sus fechorías. Probablemente esta frenada turbulenta y rechinante es a cata y prueba: hasta ver si Batasuna o cualquiera de sus filiales logra obtener plaza en las próximas elecciones. Un atentado a destiempo obligaría a los abertzales a definirse con su silencio o su condena, ambos escenarios malos para la causa. De modo que, de momento, nada de agresiones, para que cuando se exija a Otegi y compañía que condenen a ETA o renuncien a la lucha armada puedan decir con tono de inocencia ofendida: "¿Qué vamos a condenar y a qué vamos a renunciar? Pero si de eso ya no hay…" Y si llega la cita electoral y no logran colarse de rositas, ya veremos si el motor del camión no vuelve a ronronear de nuevo, amenazando con ponerse en marcha… *************** Editorial ETA en su callejón "ETA hace saber que ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas", dice la declaración difundida ayer por la banda. No dice que declara una tregua, pero se supone que si está en ella hace meses, seguirá estándolo hasta nuevo aviso. Por tanto, hay tregua, aunque tampoco dice que sea permanente, como sí dijo (y no cumplió) en la de 2006, o indefinida, como en la de Lizarra. Y limita el alto el fuego a acciones "ofensivas", una cautela que otras veces ha significado que se reserva el derecho a realizar acciones "defensivas" (como asesinar a un gendarme en el curso de un atraco a mano armada). El anuncio de alto el fuego figura inmediatamente detrás de un párrafo en el que ETA muestra su disponibilidad para "acordar" con el Gobierno "los mínimos democráticos para emprender el proceso democrático". Esa expresión, proceso democrático, es la que viene utilizando ETA desde finales de los ochenta como contraposición a la de "proceso de paz". Y su significado es, según explicaba en su boletín Zutabe número 110, el de un "tránsito" del actual marco político "impuesto" a uno "basado en la autodeterminación y la territorialidad": los dos ejes de su programa. ETA plantea, por tanto, que el Gobierno negocie y acuerde con ella las reivindicaciones en nombre de las cuales ha asesinado a 828 personas. También Batasuna habla de proceso democrático como alternativo a proceso de paz. Pero así como los de Otegi han acabado sosteniendo que el primer paso tiene que ser la tregua permanente y verificable de ETA, como les ha aconsejado el mediador Brian Currin, la banda evita cualquier compromiso temporal y condiciona la aceptación de la verificación internacional a la apertura de una negociación con el Gobierno central, según fuentes nacionalistas. Que ETA acceda a hablar de alto el fuego es, con todo, una muestra de que sus jefes son sensibles a las presiones de los de Batasuna y los mediadores internacionales en favor de un cese de la violencia que les permita participar en las elecciones. Con su ambigua declaración, ETA pretende seguramente sondear la capacidad de resistencia del Gobierno, los partidos y la opinión pública. Si percibe alguna disponibilidad a ceder o al menos a negociar, o síntomas de división al respecto, considerará ganada la partida. Se demostrará la utilidad política de la lucha armada, y hará ver a Otegi y compañía quién manda en la izquierda abertzale. La contradicción entre el interés de Batasuna en participar en las elecciones y el de ETA en que sigan mandando las pistolas, latente ya en el momento de ruptura de la tregua, ha aflorado tiempo después por las siguientes razones: la firmeza judicial contra el brazo político, avalada en términos inequívocos por Estrasburgo; la eficacia policial contra ETA; la negativa a negociar compartida por Gobierno y oposición; la desconfianza hacia ese mundo de un PNV escarmentado. Los de Otegi saben que sin retirada de ETA seguirán marginados de la vida política institucional, y los de ETA que sin brazo político se quedarán sin pueblo al que salvar. Resta hacer comprender a Batasuna que en ningún caso, diga lo que diga ETA, va a haber un final con negociación de contrapartidas políticas. Si ETA no ha atentado en España en un año no es principalmente por sus debilidades organizativas, sino por esa posibilidad de ruptura. Pero si Rubalcaba hubiera oído los cantos de sirena de quienes le invitaban a reanudar la negociación cuanto antes, no se hubiera producido esa evolución de los jefes de Batasuna. Razón de más para que el Gobierno no modifique su estrategia. EL PAÍS. 6-9-2010 Editorial. El Mundo ETA decepciona las expectativas de sus seguidores CASI todas las fuerzas políticas acogieron ayer con escepticismo el nuevo comunicado de ETA en el que tres encapuchados anuncian que la organización terrorista «tomó la decisión hace algunos meses de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas». ETA no aclara en ningún momento el alcance temporal de esa decisión ni se compromete a renunciar a la violencia ni a entregar las armas ni tampoco a que observadores internacionales puedan verificar la sinceridad de sus intenciones. Por el contrario, dice en su comunicado que tutelará «una solución democrática» para el País Vasco, arrogándose un papel que no le ha concedido nadie. Resulta especialmente llamativo que la banda diga ahora que decidió «hace algunos meses» desistir de sus atentados. ¿Por qué ha esperado a anunciarlo? ¿Cuáles fueron los motivos de su cambio de actitud? ¿Tienen que ver con las detenciones policiales y el desmantelamiento de su cúpula? La ambigüedad de ETA permite sospechar que trata de hacer de la necesidad virtud retrospectiva tras haber sufrido durísimos golpes policiales. Si la banda ha optado en estos momentos por esta fórmula tan ambigua y limitada es porque probablemente necesita ganar tiempo tanto por la presión policial a la que está sometida como por el coste político que supone seguir practicando la violencia. Por lo menos en el anterior alto el fuego de marzo de 2006, que duró 15 meses, la organización terrorista dijo en su comunicado que era «permanente». Cuando gobernaba Aznar, en junio de 1996, declaró una tregua «unilateral e indefinida». Ahora ofrece mucho menos, sin comprometerse a una duración concreta y sin especificar si va a seguir chantajeando a la sociedad vasca. Nadie ha olvidado tampoco que ETA aprovechó esas dos anteriores treguas para reorganizarse y rearmarse. Todo indica, pues, que su anuncio tiene mucho que ver con el documento aprobado la semana pasada por EA y la izquierda abertzale, en el que pedían un alto el fuego «permanente y verificable internacionalmente». ETA no se compromete ni a la uno ni a lo otro y ha optado por redactar un comunicado ambiguo, muy lejos de lo que solicitaban sus seguidores políticos, que ayer oficialmente se declaraban satisfechos pero expresaban en privado su decepción. A finales de julio, dirigentes de la izquierda abertzale aseguraban a nuestro periódico que «la estrategia político-militar de ETA» había «terminado» y pronosticaban el comienzo de una nueva etapa sin la coacción etarra en el País Vasco. Nada de esto aparece en el comunicado de ayer, en el que la banda se reserva la administración de sus acciones criminales en función de sus intereses y de cómo evolucione el proceso político. Por ello, con toda lógica, Rodolfo Ares, consejero de Interior del País Vasco, expresaba la decepción del Gobierno vasco, asegurando que lo que la sociedad espera es una renuncia definitiva a las armas sin ningún tipo de condicionamientos. La ambigüedad de ETA hace impensable en estos momentos la legalización de un partido que permita a la izquierda abertzale presentarse a las elecciones municipales del año que viene y torpedea toda operación destinada a blanquear a la antigua Batasuna. Por tanto, el Estado de Derecho debe seguir combatiendo policialmente a ETA, sin pagar ningún precio político por su desaparición, como pretende la izquierda abertzale. Sus militantes son los más perjudicados por este comunicado que en la situación de debilidad en la que se halla la banda no convence a nadie ni supone prácticamente nada. EL MUNDO. 6-9-2010 Editorial. Gara Un paso que anuncia nuevos escenarios La declaración hecha pública por ETA este domingo ofrece un dato que cierra bastantes de las especulaciones habidas en los últimos tiempos, al constatarse fehacientemente que el parón prolongado de ETA en sus acciones armadas es consecuencia de una decisión adoptada por esta organización ya hace un tiempo. Junto con este anuncio, en la declaración dirigida al pueblo vasco, ETA anima a los agentes políticos y sociales del país a que den pasos firmes que propicien el cambio político, solicita abiertamente la implicación de la comunidad internacional al objeto de facilitar una solución al conflicto, y alude también a la necesidad de que el Gobierno español tenga voluntad suficiente para poder establecer los mínimos democráticos necesarios para el desarrollo del proceso democrático. La declaración de ETA, qué duda cabe, debe entenderse en el contexto político y social en el que se produce, al que también hace referencia el propio texto al citar que, tras el agotamiento del marco jurídico-político vigente, ahora toca la tarea de llevar a cabo el cambio político que demanda el país. Dentro de ese contexto general, cabe interpretar también que el paso dado por ETA tiene relación directa con los acontecimiento que se han ido encadenando en los últimos meses, y cuyo origen en todos los casos se encuentra en el debate realizado por la izquierda abertzale. Un debate que ha llevado a una redefinición táctico-estratégica y a la decisión unilateral de emprender un cambio de ciclo. Después de que en otoño de 2008 se comenzara a esbozar, ya con cierta perspectiva respecto al fallido proceso de negociación, las ideas y contenidos de la futura estrategia y todo ello tomase cuerpo, un año después, en un amplio debate realizado a lo largo y ancho de Euskal Herria, las iniciativas y movimientos no han dejado de sucederse. Los pronunciamientos de Altsasu e Iruñea por parte de la izquierda abertzale, la irrupción de una muy destacada representación del ámbito internacional mediante la Declaración de Bruselas, las iniciativas conjuntas en defensa de los derechos civiles y políticos, como la manifestación de Adierazi EH! convocada para el próximo fin de semana, o los esfuerzos para la acumulación de fuerzas independentistas, entre ellos el acuerdo estratégico entre la izquierda abertzale y EA, componen una serie de acontecimientos inscritos en esa lógica de emprender el camino para provocar un nuevo tiempo. Sólo en esa lógica, y en ninguna otra, se debiera inscribir el anuncio de ETA. Cautela y reparto de papeles Así hay que subrayarlo hoy, sobre todo ante las primeras reacciones de los portavoces políticos. Aun actuando con algo más de cautela que en otras ocasiones, las valoraciones se han sucedido como un resorte previamente preparado para calificar de insuficiente el anuncio de ETA. O dicho de otra forma, estas declaraciones se hubiesen repetido exactamente igual fuera cual fuese el contenido y alcance del pronunciamiento de la organización armada. Sin embargo, todos esos representantes políticos saben fehacientemente que en Euskal Herria resulta política y socialmente indefendible decir que este paso es negativo en algún sentido. Si los responsables políticos y los medios de comunicación de Madrid pretenden hacer de esa posición un lugar común en la opinión pública española tan sólo estarán echándose piedras sobre su propio tejado. Del mismo modo, plantear que todo lo que haga la otra parte en liza siempre será insuficiente cuando uno se sitúa en el más radical de los inmovilismos no es un discurso que tenga demasiado recorrido en este momento. Mal papel el de los portavoces de la desesperanza en un momento en el que se está sembrando la ilusión. Potencialidades que no pueden ser negadas Por de pronto, la declaración de ETA puede facilitar a los agentes vascos que han mostrado su disposición a trabajar por un nuevo tiempo la adopción de mayores grados de compromiso y definición, aunque sigan pidiendo que la organización armada realice pronunciamientos más nítidos, que realmente el proceso abierto necesitará. Otro tanto cabe decir respecto a los agentes internacionales, que han visto que sus llamamientos -al menos, en Euskal Herria- no caen en saco roto, por lo que perfectamente pueden avanzar en su trabajo de ayudar a buscar salidas posibles y justas al conflicto por la senda marcada por la Declaración de Bruselas. Esta situación debería servir también para interpelar a los estados y poner en cuestión su obstinación en mantener las situaciones bloqueo, aunque es cierto que su discurso hoy es excesivamente rocoso y que parece que con la exigencia del abandono inmediato y total de las armas por parte de ETA, hasta plantear que abjure de su proyecto político, les es suficiente para quitarse la cuestión de encima. Pero las fotos fijas no valen en este caso, puesto que los movimientos que se están dando en favor de soluciones políticas, ampliamente respaldadas en la sociedad vasca, dejarán fuera de juego posiciones que hasta hace nada parecían rentables. La clave sería, por tanto, entender que se ha producido un paso, justo cuando comienza el curso político, y que, más pronto que tarde, todo aquel que quiera que el cambio político se materialice, incluida la propia ETA, deberá propiciar nuevos movimientos, hasta arrastrar también a quienes puedan pretender que el reloj se pare hoy. GARA. 6-9-2010 Editorial. Deia Inicio de ciaboga Aun esperado, el anuncio que ETA difundió ayer a través de la BBC trastornó las previsiones informativas, suspendió el ocio de los políticos y conmocionó a la ciudadanía. ETA comunica que ya hace meses decidió "no llevar a cabo acciones armadas ofensivas" para permitir un "proceso democrático" en el que el pueblo vasco sea quien dé los pasos necesarios para lograr el derecho a decidir su futuro. Es, sin lugar a dudas, una noticia esperada por quienes se sienten amenazados y por la sociedad en general… siempre y cuando suponga la suspensión de toda actividad violenta, incluidas la coacción y el chantaje. Una noticia, tan deseada y tantas veces frustrada, que la sociedad vasca se merece y por la que tantos ciudadanos han luchado tantos años. El contenido del comunicado es -una vez más- todo un ejercicio semántico en el que hay que aplicar una buena dosis de interpretación para deducir cuáles son las auténticas intenciones de ETA, obligada a dar la cara tras meses de silencio, después de que los mediadores internacionales le interpelaran en Bruselas a proclamar "un alto el fuego permanente y verificable", interpelación que también le ha sido reclamada desde la izquierda abertzale ilegalizada. El comunicado tiene, por tanto, un riesgo: el de haber sido decidido para salir del paso porque no podía prolongarse por más tiempo la ansiedad de Batasuna y Eusko Alkartasuna. De ahí que ETA haya vuelto a recurrir al juego semántico para evitar la repetición mimética de los términos "permanente y verificable" que los mediadores y la IA le requerían. No es posible saber con exactitud si el alto el fuego va a ser permanente, o indefinido, o definitivo. No ha dicho ETA si ha renunciado al papel de garante y centinela que asumió en otras ocasiones, si está o no dispuesta a cumplir el compromiso de no interferir en el proceso, tal y como determinan los Principios Mitchel. Tampoco alude al carácter de "verificable" del alto el fuego tal y como exigen los mediadores y el polo soberanista. Y no lo cita porque para ETA verificable viene a ser lo mismo que irreversible y a día de hoy no parece contar con ningún dirigente de autoridad o carisma suficiente para pasar a la historia como el que apagó la luz. Como se ha dicho, las declaraciones de insatisfacción han sido mayoritarias desde los partidos de ámbito estatal y desde el Gobierno vasco. Empeñados en que ETA diga lo que ellos quieren que diga, no han sido capaces de valorar lo que de intrínsecamente positivo tiene que la sociedad sepa -en especial los que se sienten amenazados- que al menos puede respirar tranquila. Ambigüedades aparte, no hay que perder la esperanza de que el nuevo rumbo trazado por la izquierda abertzale ilegalizada acabe por arrastrar a ETA a un final definitivo de su lucha armada. No hay que perder la esperanza de que se atienda al requerimiento internacional y el diálogo, por fin, se abra. Si no se ha abierto ya. DEIA. 6-9-2010

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