Se llamaban José María Galera, teniente de la Guardia Civil, Leoncio Bravo, alférez de la Guardia Civil y Ataolah Taefik, intérprete. Tres españoles más muertos en la guerra existente en un país de Asia Central llamado Afganistán. Alfonso Pérez Rubalcaba, nuestro ministro del Interior, dice que es para «defender la seguridad de España y los españoles». Mentira. España tiene otros problemas, más cercanos, de seguridad. Es para defender los intereses estadounidenses en esa zona geográfica. Para apoyar una guerra en beneficio de los actuales objetivos hegemónicos de EEUU.
Rubalcaba se ha ermitido manifestar tal patraña en la ceremonia de despedida del nuevo contingente de 21 guardias civiles enviados a Afganistán. Pero no ha dicho nada sobre el número de muertos españoles habidos desde el inicio de la participación de España en esa guerra. Guerra que tiene para Estados Unidos el mismo objetivo que la de Irak, aunque con diferente excusa. Con un mando unificado para sus tropas en los dos países, aunque en el caso afgano se apoya en la participación de la OTAN y se recubre con el manto de las Naciones Unidas, y con la colaboración de tropas de otros países, que no tiene en Irak. El ataque terrorista a nuestros compatriotas es un ejemplo más de lo “peculiar” de esta guerra. El asesinato fue premeditado y bien organizado. El asesino, aunque había sido detenido e investigado hacía un año, seguía trabajando como conductor de un oficial del ejército afgano. Pero las propias fuentes militares estadounidenses afirman que en Afganistán es difícil encontrar personas que no tengan familiares, más o menos cercanos, relacionados con los talibanes. Con el aumento de nuevos policías y soldados afganos se multiplican los casos de infiltrados. El mantenimiento por Estados Unidos del control de esa zona estratégica en el continente euroasiático, aunque las fronteras estadounidenses estén en otro continente, es la razón última de la guerra en Afganistán, clave en este momento para ejercer la hegemonía mundial. Y EEUU busca, en realidad, la defensa de sus intereses estratégicos, tanto militares y políticos como económicos. Sin embargo, la seguridad de España enfrenta problemas y peligros diferentes. Y, por tanto, nuestros intereses son bien distintos. Los problemas más inmediatos de seguridad y soberanía para España están más cercanos y vienen de dos países inamistosos. Uno de forma ruidosa y descarada. Otro de forma vicaria y solapada. Uno, Marruecos, pone en cuestión la soberanía española de alguno de nuestros territorios. ‘Casualmente’ los autores del terrible atentado terrorista en Madrid o eran de origen marroquí o recién llegados de allí. Y al servicio secreto marroquí nunca se le ha pasado nada importante de lo que sucede en su país o procede de él. El otro, Francia, ha permitido durante décadas que ETA tuviera su cuartel general, su retaguardia y su armamento por todo el territorio francés. Y además continúa apoyando a Marruecos en su ocupación del Sáhara y en su política exterior hacia España. El gobierno español ha subordinado nuestro país a la estrategia militar estadounidense en Afganistán, un conflicto bélico cada vez más sangriento y con crecientes matanzas de civiles, calificadas de “efectos colaterales” por Estados Unidos. Cuando lo que más necesita España es la capacidad de decisión independiente para defender nuestros intereses nacionales en este mundo en crisis y en proceso de cambio.