Entretelas de la diplomacia USA en Oriente Medio

En su suelo se acumulan asimismo ricos recursos hidrocarbúricos. Sus reservas comprobadas alcanzaban los 103.200 millones de toneladas de petróleo en 2009, o 55,6 por ciento de la reserva global total comprobada de crudo. No en balde todos los gobiernos estadounidenses de posguerra se plegaron a la visión de que «quienquiera que controle el Oriente Medio y su petróleo, controlará el mundo».

EEUU ha estado auando una diplomacia calzada por el aserto de que la única manera de extirpar el terrorismo será diseminando la democracia por la zona. Mas, ojo, que se trata de un empeño selectivo, como parte del cual EEUU no oculta su ojeriza contra Irán o Libia. Así las cosas, si algo queda claro, por encima de toda la jerga montada alrededor de conceptos como “los valores universales de la democracia y la libertad”, es la naturaleza permanente del afán de EEUU de siempre agenciarse la mayor cantidad posible de beneficios estratégicos. (DIARIO DEL PUEBLO) LE MONDE.- Los esfuerzos realizados por el ejecutivo francés para librarse de la trampa de Túnez y su pesado silencio ante la caída del presidente Hosni Mubarak, hacen casi olvidar que hubo un tiempo donde una "política árabe" existía en Francia. La fórmula tenía la ventaja de lanzar al viento y mantener en Oriente una fraseología gaullista declinante, "una cierta idea de Francia". El país tenía una política árabe, lo que implicaba que a otros les faltaba. Entre el mito y la realidad, este mensaje sobrevivió al primer presidente de la Quinta República y se mantuvo como una reliquia por sus sucesores. Francia no tiene ya "política árabe". Y tiene todos los motivos para lamentarlo hoy en día. China. Diario del Pueblo Entretelas de la diplomacia de EEUU en el Medio Oriente Liu Shuimin En la mañana del 15 de enero, la TV estatal de Túnez anunció la dimisión del primer ministro Mohamed Ben Ali; el 14 de febrero, el presidente egipcio Hosni Mubarak salió de El Cairo para su residencia invernal en el balneario de Sharm el Sheik, en Sinaí, concluyendo así su régimen autocrático de más de 30 años. En el caso de Egipto, se trata de un estado ubicado en el cinturón del Medio Oriente, donde se le ha considerado factor “estabilizador”. Mubarak fue “amigo cercano” de EEUU, en respuesta a lo cual propinó duros golpes a los grupos fundamentalistas islámicos enemigos de los intereses de EEUU. Fue asimismo defensor de las negociaciones árabe-israelíes, piedra angular para la política de Washington en su búsqueda de estabilidad en la situación del Medio Oriente. Cuando comenzaron las confrontaciones entre las dos principales corrientes opuestas en Egipto, EEUU inició una serie de activas maniobras, brindando apoyo al gobernante, a quien calificó de “aliado confiable”, según palabras del vicepresidente estadounidense Joseph Biden. Pero según se caldeaba la situación contra Mubarak, EEUU comenzó a impulsar la transición egipcia. El Oriente Medio es una región clave para la política de dominación de Washington, pues la misma se ubica en un punto de intersección donde convergen líneas verticales estratégicas que la vinculan a Europa, Asia y África. En su suelo se acumulan asimismo ricos recursos hidrocarbúricos. Sus reservas comprobadas alcanzaban los 103.200 millones de toneladas de petróleo en 2009, o 55,6 por ciento de la reserva global total comprobada de crudo. No en balde todos los gobiernos estadounidenses de posguerra se plegaron a la visión de que “quienquiera que controle el Oriente Medio y su petróleo, controlará el mundo”. Para EEUU, el Sha de Irán, Mohammed Reza Pahlevi, depuesto hace 32 años por la revolución islámica, o el presidente egipcio Hosni Mubarak, que dimitió más hace de 10 días, tenían una misión que cumplir. Pero ambos quedaron relegados al rincón del más absoluto olvido cuando dejaron de ser útiles a la estrategia regional de Washington. Como parte de la misma, EEUU ha estado aupando una diplomacia calzada por el aserto de que la única manera de extirpar el terrorismo será diseminando la democracia por la zona. Mas, ojo, que se trata de un empeño selectivo, como parte del cual EEUU no oculta su ojeriza contra Irán o Libia. Así las cosas, si algo queda claro, por encima de toda la jerga montada alrededor de conceptos como “los valores universales de la democracia y la libertad”, es la naturaleza permanente del afán de EEUU de siempre agenciarse la mayor cantidad posible de beneficios estratégicos. DIARIO DEL PUEBLO. 28-2-2011 Francia. Le Monde La “política árabe” de Francia, un capital simbólico dilapidado Gilles Paris Los esfuerzos realizados por el ejecutivo francés para librarse de la trampa de Túnez y su pesado silencio ante la caída del presidente Hosni Mubarak, hacen casi olvidar que hubo un tiempo donde una "política árabe" existía en Francia. La fórmula tenía la ventaja de lanzar al viento y mantener en Oriente una fraseología gaullista declinante, "una cierta idea de Francia". El país tenía una política árabe, lo que implicaba que a otros les faltaba. Entre el mito y la realidad, este mensaje sobrevivió al primer presidente de la Quinta República y se mantuvo como una reliquia por sus sucesores. En la víspera de su victoriosa campaña en 2006, el candidato Nicolas Sarkozy, había anunciado en su libro- programa Testimonio (XO) su intención de romper con un "sinsentido". "Este mundo no es único", aseguró. "Tenemos que diseñar e implementar una política adecuada para cada región del mundo y no ser cegados por una unidad que sólo es virtual." Esto fue dicho mucho antes de que el mismo aliento de revuelta barriera de manera uniforme el mismo aire árabe-musulmán. En la preparación para lanzar a la basura el tótem de la "política árabe", Sarkozy ha demostrado tanto coraje como lucidez. Lucidez, porque esta línea ya había sufrido muchas vicisitudes. Su predecesor, Jacques Chirac, a pesar de la apariencia de la continuidad del gesto gaullista que desplegó increpando a los guardias fronterizos israelíes en las calles de la ciudad vieja de Jerusalén, no contribuyó poco a ello. ¿Qué coherencia hay entre el discurso de 14 de febrero de 2003 de su ministro de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la víspera de una intervención militar contestada por París, y el dueto franco-estadounidense en Líbano, un año después? En este caso, la política árabe fue puesta al servicio de la política internacional francesa a corto plazo, es decir, un pequeño acercamiento a Estados Unidos. La misma razón por la cual Dominique de Villepin intentó, un año más tarde, contentar a un renuente Israel frente a una Francia considerada irremediablemente pro-palestina y que no había olvidado que una de las fechas de nacimiento (a veces en disputa ) de la famosa política en cuestión se produjo durante la rueda de prensa del 27 de noviembre de 1967, después de la derrota árabe en junio, durante la cual el general De Gaulle había dicho que esperaba "reemprender con los pueblos árabes de Oriente la misma política de amistad y cooperación que durante siglos había sido la política de Francia en esta parte del mundo. " En verdad, el señor Sarkozy quería deshacerse de los titulares inflados para conservar una de sus traducciones más lucrativss. Lejos de ser un diálogo muy puro y muy espiritual de las civilizaciones y las naciones de ambos lados del Mediterráneo, esta política fue denunciada como el vehículo de los contratos civiles y militares celebrados con petro-dictaduras como Libia e Irak. Georges Pompidou, Valéry Giscard d’Estaing y François Mitterrand lo habían entendido perfectamente. En su libro Libre, publicado en enero de 2001, Sarkozy había confesado conocer "tan mal" este " mundo árabe", que le era "ajeno" hasta un viaje efectuado a Siria. Seis años más tarde, instalado en el Elíseo, consideró sin amabilidad el pobre balance, en términos financieros, de la larga práctica con este mismo mundo de Jacques Chirac, quien se había aprovechado de la alcadía de la Ciudad de París, para codearse desde 1977 con presidentes, reyes y emires. Las visitas efectuadas persistentemente a todos los países de la región, con excepción de Yemen, todavía no han reportado ventajas mayores en este momento, desde los Emiratos Árabes Unidos hasta Arabia Saudita, pasando nuevamente por Libia. La voluntad de arrinconar la "política árabe", sin embargo, resultó ser costosa en términos de capital simbólico, probablemente subestimado por el señor Sarkozy. La proximidad con Israel no ha impedido al presidente cumplir con la posición general francesa sobre la cuestión Palestina. Pero ha sufrido la inveterada etiqueta de apoyo a Israel de la misma manera que Jacques Chirac fue, en un tiempo, groseramente presentado como un crítico incorregible del Estado judío. La desconfianza frente al aparato diplomático no ha ayudado al presidente. Con motivo del viaje a Siria, Sarkozy aseguró ya de un embajador reputado que "después de tres años en Damasco, no sabe mucho más que nosotros en ocho días." La precipitación, la exigencia de un retorno de las inversiones casi de inmediato llevó a privilegiar, según buenos conocedores de la maquinaria diplomática, las relaciones entre Estados, a veces de unos servicios a otros, en menoscabo de vínculos alternativos que ayudaran a mantener este capital simbólico singular. Francia no tiene ya "política árabe". Y tiene todos los motivos para lamentarlo hoy en día. LE MONDE. 25-2-2011

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