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Elecciones en Italia: hay que poner el foco en España

Es muy conveniente comprender las elecciones que han amenazado con enviar a Italia (y tal vez, más ampliamente, incluso al proyecto del euro) de nuevo al caos financiero. No es una mala noticia económica, no es una rebaja de calificación crediticia de las agencias: es política, pura y simple.Después de todo, el papel de Italia en la crisis del euro ha sido siempre bastante más político que económico. Es una diferencia importante: mientras que muchos tratan de situar a Roma con Atenas y Madrid como los epicentros principales de la crisis, Italia no sufre de muchos de los mismos problemas que sus homólogos mediterráneos.Sí, es verdad, Italia tiene una deuda nacional enorme: incluso antes de la crisis, en 2006, la deuda neta italiana era de alrededor del 90%, mientras que la mayoría de los miembros del euro estaban cómodamente por debajo del 60% (España en un escaso 30%). Es cierto que ahora es de más del 100% y sigue aumentando, lo que hace que se vea casi virtuoso al Reino Unido.Sin embargo, Italia ha tenido una gran deuda nacional desde hace años, y no ha tenido nunca un enorme problema para pagarla. En efecto, a diferencia de la mayoría de países europeos, Italia nunca ha dejado de pagar su deuda – a pesar de contar con todo tipo de gobiernos disfuncionales desde la época de Garibaldi.Una de las razones de que el país haya logrado esto es que la deuda del gobierno se ha complementado en general con un nivel relativamente bajo de deuda en el sector privado –hogares y empresas. Puede que le sorprenda oírlo, pero en realidad Italia tiene los hogares menos endeudados del mundo desarrollado (en deuda de los hogares como porcentaje del ingreso disponible).El problema en el corazón de la crisis del euro (y, de hecho, de la crisis de Gran Bretaña) es cuando un gran déficit presupuestario existe al lado de un sector privado altamente endeudado. Esa combinación tóxica significa que no sólo el gobierno está desesperado por vender nuevos bonos y financiar el déficit del país, sino que no puede recurrir a sus propios ciudadanos para comprarlos.Con el tiempo, los países con déficits gemelos (presupuestario y por cuenta corriente) acumulan deuda sobre deuda, tomada de otros países, hasta que terminan con una gran e intratable dependencia de los acreedores extranjeros. Esto se puede ver por el examen de su Posición de Inversión Internacional (PII) – la medida más fiable de la vulnerabilidad a una crisis al estilo de Grecia, donde los inversores dejan de comprar su deuda.No hay duda de que Portugal, España e Irlanda tienen un problema – que tienen obligaciones internacionales muy grandes construidas a lo largo de muchos años. Alemania tiene una posición positiva, que refleja todos sus ahorros acumulados. Pero Italia, lejos de ser un problema entre las naciones del euro, en realidad sólo tiene un IIP ligeramente negativo.No es necesario enfatizar lo mucho que esto importa. Esto significa que Italia es mucho menos vulnerable a una huelga de compradores en los mercados internacionales de capital, de la misma manera que Grecia, España, Portugal y otros sí lo son.Nada de esto quiere decir que el país no tenga grandes problemas: hay una gran carga de la deuda pública, lo que requiere la venta de un asombroso número de nuevos títulos cada mes. El país necesita desesperadamente liberalizar su mercado de trabajo, reducir la regulación empresarial y atajar la corrupción. Se ha atascado en una recesión profunda y necesita encontrar una salida. Los costos laborales unitarios son elevados y en aumento, lo que significa que el país está siendo cada vez menos, no más, competitivo. Además de que se enfrenta a una bomba de tiempo demográfica en las próximas décadas.La ausencia de un gobierno estable (o uno dispuesto a hacer algo acerca de estos problemas) es claramente un motivo de preocupación. Está claro que va a hacer que los inversores cobren más por pedirles prestado. Pero, ¿debe el país hacer frente al tipo de crisis que sufren Grecia y España? No lo creo – al menos no todavía.Por supuesto, los inversores se asustan. De hecho, ya lo están ante la venta de los bonos italianos, que empuja al alza los tipos de interés. Pero el asunto es que Italia aún no ha pasado el punto de no retorno, la creación de déficits gemelos que en episodios pasados casi siempre han sido la causa de las quiebras. No puede decirse lo mismo de España, Portugal y Grecia.Entonces, mirando a los resultados de las elecciones italianas, yo todavía estaría más preocupado si estuviera en Madrid que si estuviera en Roma. El resultado es un recordatorio de que hay poco apoyo público para los planes de rescate impuestos por Bruselas. Y un recordatorio de que, al final, la bala de plata tirado por Mario Draghi el pasado verano aún se basa en que los políticos estén dispuestos a apretar el gatillo.Así que no hay que confundir lo que está pasando ahora como un fenómeno específico de Italia. Si, efectivamente, la crisis del euro está de vuelta, deberíamos estar tan preocupados por España y Portugal como por Italia.

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