SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

Elecciones italianas, un trueno en Europa

Italia ha entrado en una crisis política después de las elecciones legislativas del 24 y 25 de febrero. Con una Cámara de Diputados a la izquierda y un Senado sin una mayoría, la tercera mayor economía de Europa está sumida en una situación de estancamiento que la hace ingobernable y cuyos efectos ya se hacen sentir en los mercados.Estas elecciones, marcadas por el rechazo a la clase política, la ira contra la austeridad y la desconfianza en Europa, ¿son indicativas de una particularidad política y social de la Península? ¿O, por el contrario, sus vecinos europeos tienen de qué preocuparse?«Italia no es una anomalía»El resultado de las elecciones es un terremoto que ha sacudido no sólo a Italia sino a toda Europa. De hecho, estas elecciones han estado marcadas por la combinación de tres fuertes crisis.Una crisis social causada por la ruda terapia del gobierno Monti, que sin duda ha limpiado las finanzas públicas y restaurado la credibilidad internacional de Italia, pero ha causado una recesión, lo que ha llevado al crecimiento del desempleo, un aumento de las desigualdades de todo tipo –sociales, de género, generacionales, territoriales y entre italianos e inmigrantes– y un aumento significativo de la pobreza.Una crisis política que viene de lejos, casi veinte años, pero que no ha hecho más que acentuarse con la creciente corrupción y el aumento del rechazo a la clase dirigente.Finalmente, y esto es obviamente la gran novedad de esta campaña, una crisis de confianza en Europa, ya que ahora es un factor de división entre los políticos, Silvio Berlusconi, Beppe Grillo, Roberto Maroni, de la Liga Norte y Ingroia Antonio, en representación de la izquierda de la izquierda, la han fustigado constantemente, mientras que Mario Monti y Pier Luigi Bersani se encontraban a la defensiva. Sin embargo, Italia no es de ninguna manera una anomalía y lo que sucede en el otro lado de los Alpes no es una especie de exotismo mediterráneo. Aunque el país tenga muchas especificidades políticas, económicas, sociales y culturales. Pero en casi todos los países europeos, los ciudadanos aprovechan las elecciones para pasar la factura a sus gobiernos que imponen una política de austeridad y rigor.En todas partes se expresa un sentimiento de «anti-política» que, por un lado, resulta en una desconfianza en las instituciones y el rechazo a las elites que agitan los llamados populistas, pero que por el otro, refleja una necesidad de construir otra democracia, honesta y transparente.Por último, Europa es ahora criticada y cuestionada por todas partes por sus decisiones económicas, por su falta de democracia y, por último, porque carece de grandes proyectos y mitos movilizadores. Si los políticos no toman la medida real de la gravedad de la situación actual, las consecuencias serán difíciles, si no catastróficas. Esta es la gran lección europea de la votación italiana.«Un trueno en Europa»Los ciudadanos italianos han enviado tres señales claras a sus líderes, así como a los de la Unión Europea el 26 de febrero. Primera señal, una austeridad sin perspectivas de crecimiento y sin una perspectiva movilizadora. Segunda señal, los italianos han mostrado su desconfianza hacia la clase política y puesto de relieve la incapacidad de los dirigentes para gobernar con eficacia. Tercera señal, los italianos, partidarios inequívocos de la integración europea desde los años cincuenta, lo han puesto en duda masivamente por primera vez en la historia.Esto ha sido posible gracias a una ley electoral que no favorece el surgimiento de un gobierno mayoritario. Sin embargo, las señales son muy perturbadoras y no son una particularidad italiana. En los Estados miembros, las dudas sobre la integración europea se encuentran en su nivel más alto. Las consecuencias son obvias: los accidentes democráticos no sólo son posibles, sino cada vez más probables. En este contexto, es esencial que los líderes europeos se sienten rápidamente alrededor de una mesa para cambiar la estrategia de salida de la crisis, trazando perspectivas comunes para todos los europeos y una revisión de un presupuesto europeo que no responde de ninguna manera a los retos de futuro del continente.¿Tendremos el coraje de aprender de la situación italiana y poner en práctica medidas concretas y eficaces para evitar el colapso del proyecto europeo?

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