SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El efecto Berlusconi

La Eurozona padece lo que la literatura denomina una crisis de balance. Esta es una patología económica que acaba provocando depresiones con graves consecuencias sociales que ponen en cuestión los pilares básicos de la democracia. Lo que nos enseña la historia de las grandes depresiones es que es determinante actuar rápido y con contundencia. Este tipo de crisis tiene solución, el problema es que si no se paran a tiempo pueden dejar cicatrices y secuelas que puedan durar décadas.

La Comisión Europea (CE) reconocía en su informe de previsiones de invierno que la Eurozona volvió a entrar en recesión en 2012 por “ajustes de balance”. Lo incompresible es que siga defendiendo lo mismo que hace un año y anticipe que a finales de 2013 llegará la ansiada recuperación. ¿Eso significa que ya se habrá resuelto la crisis de balance? La realidad es que la deuda en Europa no para de crecer. La privada se socializa a través del Banco Central Europeo (BCE) y de la deuda pública. Esto unido al efecto devastador de la depresión sobre los ingresos fiscales y la deuda pública provoca que las economías descarrilen de la senda de sostenibilidad. Cuatro países europeos han alcanzado ya niveles de deuda pública del 120% del PIB y Grecia acabará en 2013 por encima del 175%.

Cuando los países descarrilan entran en dinámicas de equilibrios múltiples muy inestables. Esto implica momentos de máxima tensión como los numerosos episodios que hemos vivido desde 2007. Y también momentos de relativa estabilidad como el que hemos disfrutado desde el pasado verano tras el efecto Draghi.

Ahora el resultado de las elecciones italianas puede provocar otro periodo de fuerte inestabilidad. Solucionar el caos que ha provocado el resultado electoral llevará varias semanas. Merkel está en campaña y su estrategia para presionar a los votantes de estos países es meter presión en las primas de riesgo para que el miedo lleve a la sociedad a votar al gobierno que ella considera más apropiado.

Merkel lo hizo en Irlanda en 2010, en Portugal, Italia y España en 2011, en Grecia en 2012 y volverá a hacerlo ahora en Italia. La canciller está en campaña y no tiene asegurada la reelección. Un gobierno italiano que se oponga a sus recetas de austericidio y devaluación de salarios sería el camino más seguro para su derrota.

Pero si se consigue poner otro parche a la crisis política italiana, dará igual. O se estabiliza el balance y las deudas o la tensión reaparecerá. Lo poco que sabemos de este tipo de crisis es que sus dinámicas son caóticas no deterministas y por lo tanto imposibles de predecir a priori.

La clave es poner a la economía a crecer y EE UU ha mostrado a Europa el camino. i) Hay que hacer que la política fiscal del conjunto de la Eurozona sea al menos neutra. ii) Hay que monetizar la deuda para contrarrestar las presiones deflacionistas, lo cual favorecerá la depreciación del euro. Crecer es una condición necesaria pero no suficiente para resolver la crisis del Euro. iii) Hay deudas públicas y privadas en varios países que no se podrán pagar nunca. Eso implica que será necesario reestructurar esas deudas. iv) Cuando se haga una quita, los inversores repudiarán al país y para retornarla a los mercados sería necesario que los nuevos bonos tuvieran el respaldo del Fondo Europeo. El precedente es el Plan Brady en la crisis de la Deuda de los años ochenta en países emergentes. En esta ocasión, sería el eurobono y el inicio de una unión fiscal. v) Esta unión fiscal debe encargarse de poner en marcha plan Marshall en los países para que empiecen a crecer.

Las quitas pondrán en riesgo la estabilidad del sistema bancario europeo. Por lo tanto, vi) será necesaria una recapitalización que algunos economistas estiman puede alcanzar un billón de euros. No todo sería con capital público y estaríamos hablando del 5-10% del PIB europeo. Para ello habrá que crear el fondo de depósitos europeo y una entidad de resolución de entidades única.

España también ha descarrilado de su senda de sostenibilidad. Ayer fue un buen ejemplo de que una crisis en Italia sube nuestra prima de riesgo a 400 pb. Esto supone tipos efectivos para el escaso crédito existente para pequeñas empresas y familias para consumo próximos al 7%. En un entorno de deflación de salarios y precios de venta de las empresas estos tipos lejos de permitirnos sacar la cabeza del agua, son la losa que nos hundirán más en la depresión. Cuarenta y ocho horas después de que el presidente anunciara a la nación que ya hemos puesto orden en nuestras cuentas públicas, la CE nos reprende diciendo que sin nuevas medidas fiscales nuestro déficit en 2014 será del 7%. España necesita que se ponga en marcha el plan conjunto para la Eurozona y que nuestros socios vuelvan a crecer, pero nosotros también tenemos que tomar medidas. Esto supondrá que cuando tomemos las nuevas medidas seguiremos en recesión en 2014.

Necesitamos más tiempo para hacer el ajuste fiscal y la Comisión parece dispuesta a dárnoslo, pero a cambio de nuevas medidas. La mayor desviación es ahora en la seguridad social y supondrá asumir coste político. Pero no hacerlo ahora supondrá mucho mayor sufrimiento después.

Nuestros bancos no han podido emitir en los mercados desde mediados de enero. Crédito viene del latín creer y no les prestan porque no les creen. Hemos saneado el crédito promotor y aparcado las pérdidas en el banco malo. Ahora faltan por sanear hipotecas y préstamos a pymes. En hipotecas tanto los desahucios como la dación en pago con carácter retroactivo sólo provocarán más caída de los precios de las viviendas, mayores pérdidas a la banca, más restricción de crédito y más depresión. Hay que evitar que entren más casas en los balances bancarios. Para ello, hay que reestructurar la deuda de las familias vulnerables de impagar su hipoteca y en casos extremos crear un plan de vivienda social.

No culpemos a Berlusconi de generar inestabilidad. Si el objetivo europeo es curar los efectos, nunca resolveremos las causas de la inestabilidad. Este plan tardará tiempo en surtir efecto y tendrá elevados costes para los contribuyentes, especialmente de los países deudores. La clave es explicarles que la inacción en las que estamos inmersos lleva a una ruptura desordenada del Euro. No hay precedentes en la historia de crisis de deuda de esta magnitud. Por lo tanto, nos enfrentamos a escenarios desconocidos de la naturaleza, que harían que la crisis de Lehman pareciera un juego de niños.

Deja una respuesta