SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El silente regreso del comunismo

El pasado martes Alfredo Pérez Rubalcaba se revolvió en su escaño cuando Joan Coscubiela volvió a argumentar que poco importaba que gobernase el PP o PSOE porque ambos son la misma cosa. El secretario general del PSOE tomó la decisión -que él calificó de “inédita”- de contestar, además de al presidente del Gobierno, al portavoz de Izquierda Plural. Y lo hizo señalando la enorme distancia de creencias y políticas que media entre los socialistas y lo que su contradictor representaba: un sindicalismo criptocomunista que él mismo se había encargado de destapar en el diario El País el viernes 28 de junio al afirmar que la rendición ideológica de la izquierda se apreció en la renuncia del PSOE al marxismo, a propuesta de Felipe González. “Es -dijo el diputado de ICV- el gran triunfo de la derecha que obliga a la izquierda a renunciar a su ideología”. El alegato de Rubalcaba contra Coscubiela hizo explícito el temor que caracolea entre la dirigencia socialista de que el comunismo se haya infiltrado con fuerza en Izquierda Unida y que el PCE comience a alzarse de nuevo como vector dominante en la coalición.

Para los socialistas en general y específicamente para los andaluces -y para Griñán en particular- no era necesario que el diario que dirige Javier Moreno les abriese los ojos con un reportaje titulado “La segunda juventud de Marx” (28.6.13) que constataba que El Capital se ha editado en versión manga japonesa con ventas que superan los 100.000 ejemplares o que El manifiesto comunista, igualmente de Karl Marx, fue uno de los libros más vendidos en la feria madrileña de 2012. Tampoco que para los movimientos sociales de izquierda -desde el 15-M a los Indignados- Marx es un autor de referencia con otros como Hessel, Sampedro, Chomsky, Orwell o Kropotkin. Estudiosos y académicos tan dispares como Miquel Porta Perales o Manuel Cruz coinciden en la emergencia de las teorías del comunismo marxista, y en la prensa anglosajona los analistas están preguntándose Por qué el marxismo renace de nuevo (Stuart Jeffries, columnista del diario británico The Guardian).

El hombre del nuevo (?) comunismo en España es el cordobés Antonio Maíllo, coordinador general de IU en Andalucía que, en un acto muy poco publicitado pero de gran intensidad ideológica, propugnó el domingo pasado en Huelva “la resistencia y la rebelión” en el contexto de la celebración de la I Fiesta de la Rebeldía organizada por el Partido Comunista de España en la capital onubense, a la que asistió Diego Valderas, vicepresidente de la Junta con José Antonio Griñán y comprador avezado de viviendas de desahuciados. Un Griñán que, junto a indudables y muy ciertas razones de orden personal y familiar, ha planteado su relevo y sustitución, entre otros motivos, para provocar unas elecciones adelantadas en Andalucía a resulta de las cuales pueda gobernar, de nuevo, con mayoría absoluta su sucesor/a, librándose así el PSOE andaluz –y por derivación el socialismo español- de alimentar por ósmosis al nuevo comunismo.

Cuando se le preguntó –de nuevo El País en su edición del pasado domingo— si la causa de su retirada era la dificultad de abordar los presupuestos andaluces de 2014, la contestación de Griñán no pudo ser más sugestiva: “Tengo una excelente relación con Valderas, una persona íntegra y que sabe mantener su palabra. Me siento muy seguro cuando tengo dentro del Gobierno al máximo responsable de IU. Tengo muy buena opinión de Maíllo, pero no es lo mismo que la máxima autoridad de IU esté en el Gobierno a que no esté”. Y claro Maíllo a lo que está es a celebrar la I Fiesta de la Rebeldía en Huelva y a su través seguir fortaleciendo el que se creyó declinante comunismo en España. La estrategia del PCE –y muy concretamente del PCA- consiste en tener un pie en el Junta y otro en la calle y desde ambas apoyaturas “resistir” y “rebelarse”. Griñán y otros socialistas piensan que IU –controlada por el PCA- se resistirá primero y se rebelará después contra el presupuesto andaluz de 2014 desplegándose ideológicamente en una coyuntura en la que el regreso a la autenticidad de la izquierda ya no estaría en la socialdemocracia sino en el marxismo en forma de comunismo abierto y militante.

La operación Griñán, por una parte, y el pacto por Europa de Rubalcaba con el Gobierno al que se unieron PNV, CiU y UPyD, por otra, se inscriben en una estrategia en la que los socialistas quieren desembarazarse de la muleta de IU-PCE y proyectar centralidad y vocación de Gobierno. Este fin de semana será decisivo para el buen fin de este plan porque el PSOE va a dar un paso de gran trascendencia con su propuesta federal para España, a la espera de que el PSC la asuma y se suture la fisura catalana. Pasos todos para evitar la fagocitación que desde la izquierda intenta un renacido comunismo.

La crisis y el cortejo de sus miserias y villanías es el mejor caldo de cultivo para las fiestas de la rebeldía como las de Huelva en las que los comunistas -nuevos y viejos- se han sabido mover como peces en el agua. Recordemos al lúcido Alexander Solzhenitsyn cuando sostuvo que “para nosotros en Rusia, el comunismo es un perro muerto, mientras que para muchas personas en Occidente sigue siendo un león que vive”.

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