El PP aumenta a 15,6 puntos su ventaja con el PSOE

«Ni la maratoniana actividad del candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, ni el apoyo que se le proporciona el Consejo de Ministros, ni el escenario completo que le ha cedido el presidente Zapatero han surtido efecto. Por el momento, no hay ni despegue ni remontada, sino más bien todo lo contrario: el PSOE continúa en caí­da libre. í‰sta es la principal conclusión que se desprende de los resultados de la última encuesta de Sigma-Dos para EL MUNDO. Si los españoles acudieran mañana a votar, el PP batirí­a su récord histórico cosechando el 47,4% de los votos, lo que le garantizarí­a una holgadí­sima mayorí­a absoluta.»

Otras formaciones, rincipalmente UPyD e Izquierda Unida, también recogen frutos del descalabro del PSOE. Ambos partidos, si se cumplen los pronósticos, registrarán subidas apreciables en comparación con los resultados que lograron en 2008. Este efecto viene apreciándose con claridad a lo largo del último año. La formación que lidera Cayo Lara (IU) obtendría, de celebrarse mañana las elecciones, un 5% de los votos, frente al 3,8 que consiguió en los pasados comicios generales. El caso de UPyD, liderada por Rosa Díez, es más llamativo. El ascenso de esta formación es espectacular ya que casi triplicará el porcentaje de votos que logró en 2008. Según el sondeo UPyD obtendrá un 3,1% de los sufragios frente al 1,2% que obtuvo hace cuatro años. (EL MUNDO) EL PERIÓDICO.- Recortes de servicios y de ayudas sociales, agotamiento de los subsidios de los parados de larga duración, desahucios en cadena, índices de pobreza desbocados… El embate de la crisis no cesa y las alarmas del Estado del bienestar suenan con estrépito. Los tiempos son duros y las perspectivas a corto y medio plazo no solo no son mejores, sino que es de temer que la situación se degrade. Aun con matices, la mayor parte de las voces consultadas por este diario -representantes del Govern, de entidades sociales, del mundo académico, de sindicatos y de la patronal- coinciden en este diagnóstico. Así las cosas, cabe preguntarse si hay riesgo de que se produzca una explosión social en Catalunya. LA VANGUARDIA.- Aunque el enfrentamiento por el control de Repsol ha cobrado notable relevancia en el debate público en México, el epicentro de la tormenta se ha situado sobre todo en España y entre sus efectos sísmicos no sólo está la estabilidad y el futuro de la petrolera española; incluye otro enorme empujón hacia la degradación interna del agónico Gobierno de Zapatero, con la vicepresidenta económica, Elena Salgado, opuesta al asalto y Sebastián, abiertamente favorable; finalmente, la continuidad del órgano regulador, la Comisión Nacional de la Energía (CNE), muy influida por Sebastián y que a cuenta de este episodio ha estallado y vivido consejos tanto o más agitados que los de Repsol o Sacyr. Encuesta. El Mundo El PP aumenta a 15,6 puntos su ventaja respecto al PSOE Marisa Cruz La distancia entre PP y PSOE se agranda a medida que se aproxima la fecha de las elecciones. La ventaja de los populares es ya de 15,6 puntos. Ni la maratoniana actividad del candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba para trasladar sus nuevos mensajes, ni el apoyo que se le proporciona en las últimas semanas desde la mesa del Consejo de Ministros, ni el escenario completo que le ha cedido el presidente Zapatero para que ejerza todo el protagonismo han surtido efecto. Por el momento, no hay ni despegue ni remontada, como preconiza el equipo electoral del candidato, sino más bien todo lo contrario: el PSOE continúa en caída libre cuando apenas falta mes y medio para la cita con las urnas. Ésta es la principal conclusión que se desprende de los resultados de la última encuesta de Sigma-Dos para EL MUNDO. Si los españoles acudieran mañana a votar, el PP batiría su récord histórico cosechando el 47,4% de los votos, casi la mitad de los sufragios, lo que le garantizaría una holgadísima mayoría absoluta. Por el contrario, el PSOE sólo lograría el 31,8%, su peor cota electoral. Con estos resultados ni siquiera merece ya la pena hacer comparaciones con las elecciones del 2000 cuando Aznar, con el 44,5% de los votos logró ocupar 183 escaños en el Congreso frente a un Almunia que sólo consiguió 125 con un 34,16% de las papeletas. Desde hace meses ya, y ahora con más contundencia, se pone en evidencia que Rajoy y Rubalcaba, el primero por arriba y el segundo por abajo, fulminarán estas cifras. La encuesta, realizada entre el 27 y el 30 de septiembre, justo en vísperas de la Conferencia Política del PSOE que hoy se clausura en Madrid, arroja casi un punto más de diferencia en favor del PP que la publicada por este periódico hace un mes. A principios de septiembre, la ventaja para los populares era de 14,8 puntos, ahora es de 15,6. Los resultados del sondeo de EL MUNDO coincidieron entonces casi milimétricamente con los publicados por otros medios de comunicación. Los datos vienen a confirmar la impresión de que la oferta electoral del candidato socialista no sólo no está calando en los ciudadanos, sino que más bien está produciendo el efecto de espantar a los propios votantes del PSOE más moderados que no confían en un discurso basado en la dicotomía ricos/pobres. A ello hay que sumar el desconcierto que provoca en el electorado un candidato que promete poner en práctica, si llega a La Moncloa, medidas que contradicen abiertamente las que él mismo aprobó, en su condición de ministro y vicepresidente primero del Gobierno, y defendió calurosamente como portavoz del Ejecutivo. Rubalcaba de hecho se enfrenta a un desafío casi insuperable: hacer olvidar a los ciudadanos su pasado reciente como miembro de un Gobierno que ha tomado durísimas decisiones de recorte social, y más aún, que mes tras mes aseguraba vislumbrar un futuro cercano de brotes verdes que nunca ha llegado. Probablemente la incredulidad que suscita su nuevo discurso sea el factor que explique en buena medida el medio punto que se ha dejado en las encuestas en menos de un mes. A principios de septiembre, el sondeo de EL MUNDO otorgaba al PSOE una intención de voto del 32,3%, ahora ésta se rebaja hasta el 31,8%. Así, si la comparación se hace con los resultados obtenidos en las elecciones de marzo de 2008, se constata que los socialistas han perdido en el curso de esta legislatura a casi la tercera parte de su electorado. De los 43,9 puntos que obtuvieron entonces, a los 31,8 que lograrían hoy, hay ni más ni menos que 12,1 puntos de diferencia, o lo que es lo mismo, un 27,2% menos de votos. Y enfrente, el PP, un partido al que todas las encuestas vaticinan una victoria electoral sin precedentes, probablemente engordada más por la desafección de los ciudadanos hacia la otra gran opción política, que por sus propios aciertos. La encuesta de EL MUNDO les vaticina un 47,4% de los votos en la cita del 20-N. Este porcentaje es 7,5 puntos mayor que el que obtuvieron en las generales de 2008 y tres décimas más alto que el que les otorgaba el sondeo publicado por este periódico a principios de mes. Habida cuenta de que los populares no han revelado todavía los detalles de su programa electoral y su líder, Mariano Rajoy, ni siquiera ha hecho públicas las listas de candidatos que presentará a los comicios, resulta lógico deducir que, pese a estas incógnitas, el PP se ha convertido en opción refugio para buena parte de ciudadanos que antes votaban al PSOE. En estas condiciones, al PP ni siquiera le interesa calentar la campaña electoral. Sus previsiones son tan buenas que probablemente cualquier sacudida únicamente sirva para perjudicarles. Fuga de votos Los votos de los socialistas no sólo se han fugado hacia el Partido Popular. Otras formaciones, principalmente UPyD e Izquierda Unida, también recogen frutos del descalabro del PSOE. Ambos partidos, si se cumplen los pronósticos, registrarán subidas apreciables en comparación con los resultados que lograron en 2008. Este efecto viene apreciándose con claridad a lo largo del último año. La formación que lidera Cayo Lara (IU) obtendría, de celebrarse mañana las elecciones, un 5% de los votos, frente al 3,8 que consiguió en los pasados comicios generales. Esta formación, a todas luces, está consiguiendo atraer a los votantes más de izquierda del PSOE, aquellos que creen que el Gobierno de Zapatero se ha plegado con sus medidas anticrisis al imperio de los mercados. La aspiración de IU pasa ahora por volver a poder formar grupo parlamentario propio en el Congreso. El caso de UPyD, liderada por Rosa Díez, es más llamativo. El ascenso de esta formación es espectacular ya que casi triplicará el porcentaje de votos que logró en 2008. Según el sondeo UPyD obtendrá un 3,1% de los sufragios frente al 1,2% que obtuvo hace cuatro años. Por lo que se refiere a las formaciones nacionalistas se aprecia por el momento el mantenimiento del PNV, aunque a expensas de que Bildu entre en campaña. Por su parte, CiU obtendría una leve mejoría de dos décimas respecto a los comicios de 2008, probablemente fruto de los votos que previsiblemente perderán los republicanos catalanes de ERC. EL MUNDO. 2-10-2011 Crisis El Periódico De la exclusión a la explosión Toni Sust / Josep Saurí Recortes de servicios y de ayudas sociales, agotamiento de los subsidios de los parados de larga duración, desahucios en cadena, índices de pobreza desbocados… El embate de la crisis no cesa y las alarmas del Estado del bienestar suenan con estrépito. Los tiempos son duros y las perspectivas a corto y medio plazo no solo no son mejores, sino que es de temer que la situación se degrade. Aun con matices, la mayor parte de las voces consultadas por este diario -representantes del Govern, de entidades sociales, del mundo académico, de sindicatos y de la patronal- coinciden en este diagnóstico. Así las cosas, cabe preguntarse si hay riesgo de que se produzca una explosión social en Catalunya. Teresa Crespo,presidenta de Entitats Catalanes d’Acció Social (ECAS) y asesora del president Artur Mas sobre políticas sociales, advirtió días atrás de ese peligro. Lo hizo al presentar el informe de la federación -que agrupa a unas 80 entidades- sobre el futuro de la renta mínima de inserción (RMI), cuya revisión se ha convertido este verano en el emblema del debate sobre las prestaciones sociales en tiempos de escasez. Le respondió el conseller de Economia, Andreu Mas-Colell, reclamando «prudencia» y rechazando el alarmismo. Crespo, a quien su doble condición de presidenta de ECAS y del Consell Assessor de Polítiques Socials i Familiars de la Generalitat ha llevado a encontrarse en una posición algo incómoda, subraya que en ningún momento se proponía alarmar a nadie. E insiste en que emitió su diagnóstico como representante de las entidades, y en que fueron varias las asociaciones consultadas para la elaboración del informe -que aboga por nuevas ayudas para quienes se queden fuera de la RMI- que expresaron su preocupación por el cariz que están tomando las cosas. LOS TEMORES / «El sentimiento generalizado entre las entidades es que actúan como muro de contención, pero temen que llegue un momento en que la demanda no se pueda cubrir. Esta sensación genera inseguridad y miedo de que todo empeore aún más y pueda haber una ruptura social», dice Crespo. Pero esa ruptura, argumenta, no tiene por qué traducirse en violencia. Por su parte, Mas-Colell reitera el llamamiento a no abrazar el pesimismo extremo y asegura que la intervención pública no decaerá: «El Govern tiene que hacer la labor que le corresponde para conseguir que del impacto de esta crisis quede protegido lo que es esencial del Estado del bienestar. Los ciudadanos saben por experiencia propia que el momento es muy complicado y que el Govern tiene que tomar decisiones difíciles». En cuanto a los riesgos, el conseller agrega: «En Catalunya puede pasar lo mismo que puede pasar en otros países de Europa. A lo largo de su historia, nuestra sociedad ha tenido que vivir situaciones extremadamente complicadas y hemos salido adelante. Ahora no es diferente». LOS CANDIDATOS / Aurora Huerga, secretaria de política social de CCOO en Catalunya, cree que una explosión social es posible por la gran cantidad de gente que se va quedando sin trabajo y, después, sin subsidio de paro y sin ayudas. «¿De qué vivirán? Sí, son candidatos a protagonizar un estallido social», afirma Huerga, quien sin embargo también se esfuerza por eludir el alarmismo y dice no prever violencia en las calles. Porque ¿de qué hablamos cuando hablamos de explosión social? Para Miquel Àngel Escobar, portavoz de la UGT, la sociedad catalana está «en estado de choque», viviendo un «duelo» por la prosperidad pasada, incluso por parte de quienes ya entonces se apretaban el cinturón. Y la ruptura social, a su juicio, es tener que asistir a cómo una generación de jóvenes formada se ve abocada a la emigración. Ada Colau,portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, es en cambio quien apunta más abiertamente al peligro de una escalada violenta: «La explosión social ya se está produciendo. Los desahucios están dejando a la gente sin casa, sin empleo y endeudada; es decir, irremisiblemente condenada a la exclusión social. Hagan lo que hagan, estas personas no se recuperarán jamás, siempre serán pobres y siempre serán morosas. Así se crea el caldo de cultivo de una situación muy peligrosa, porque no tendrán nada que perder. Y cuando ya no puedan dar de comer a sus hijos, no creo que se queden con los brazos cruzados». LONDRES, ATENAS Y EL 15-M / ¿Asistiremos, pues, a escenas de violencia como las vividas recientemente en Londres o en Atenas? El antropólogo Manuel Delgadolo ve «difícil, aunque no faltan los motivos». En su opinión, en Catalunya no puede haber revueltas como las que se desatan en las periferias de las metrópolis francesas, británicas o de EEUU, porque aquí «se han aplicado políticas de dispersión de la pobreza y no existen núcleos de población marginal que puedan convertirse en bolsas de resistencia». Otra cosa son los «actos de rebeldía de sectores muy politizados de la izquierda, procedentes de las clases medias». Eso es, dice Delgado, lo que ha ocurrido en Grecia, «una revuelta urbana clásica». Y ese ha sido también el origen del 15-M, «un gran invento: apropiaciones de los espacios públicos insolentes pero pacíficas». La clave del éxito, a su juicio, es que canalizar el descontento sin ceder a pulsiones violentas se ha revelado más eficaz. «El 15-M ha descubierto que sale más a cuenta no romper cosas, porque eso da más legitimidad ante la opinión pública, permite atraer a buena parte de la izquierda clásica y, sobre todo, descoloca al poder. Las autoridades están acostumbradas a dialogar mediante la violencia. Por eso se han empeñado en hacer lo posible para que se cumpla su propia profecía de que el movimiento es violento; si no, no saben cómo afrontarlo», concluye. LOS COLCHONES / «Quien participa en una explosión social lo hace porque considera al poder deslegitimado. Estamos muy lejos de eso. Aquí no hay un problema de legitimidad institucional, como sí pasa en Grecia, sino una crisis. Grave, pero que no nos sacará a la calle a apedrear escaparates y robar en las tiendas del paseo de Gràcia», sostiene por su parte el sociólogo Salvador Cardús. «No sé qué pasará dentro de seis meses, pero de momento mi impresión es que el colchón familiar funciona, que la economía sumergida también sigue amortiguando, y ahora mismo estoy en la calle y veo todas las cafeterías llenas. A esta sociedad aún le queda un margen para aguantar una situación de recesión», añade. A todo ello, la receta de la patronal es un cambio de mentalidad. «Todos vamos a tener que funcionar con menos recursos y más precariedad. De hecho, ya es así», afirma el presidente de Foment del Treball, Joaquim Gay de Montellà, quien tampoco cree que las dificultades acaben generando un estallido social. EL PERIÓDICO. 2-10-2011 Editorial. La Vanguardia El asalto a Repsol divide al Gobierno y dinamita la Comisión de la Energía Manel Pérez En el ocaso del mes de agosto el presidente José Luis Rodríguez Zapatero recibió una llamada telefónica del presidente mexicano, Felipe Calderón, adelantándole la alianza que pocos días después iban a anunciar la constructora española Sacyr y Pemex, la petrolera de su país, para asumir una posición de control en Repsol, según aseguran fuentes informadas de los hechos. Calderón significó que el acuerdo implicaría la compra de casi el 5% de las acciones de la petrolera española, hasta alcanzar el 29,8% entre los dos aliados. Las mismas fuentes aseguran que Zapatero valoró la operación de la que le habló el mexicano como el anuncio de una inversión extranjera en España; no era mala noticia. En el entorno de las compañías afectadas nadie fue informado. Obviamente, no el presidente de Repsol, Antoni Brufau, enfrentado a Luis del Rivero, presidente de Sacyr y primer accionista, con el 20,01%; ni tampoco el segundo accionista, La Caixa, cuyo presidente, Isidre Fainé, junto con el director general, Juan Maria Nin, forman parte del consejo de la petrolera. Rivero explica a sus próximos que Fainé siempre informa a Brufau, algo que parece inevitable por mínima lealtad institucional, cuando le plantea alguna cosa. Tampoco lo sabían los socios de Del Rivero en la constructora, Abelló y Carceller, según ellos mismos han explicado amargamente. Aunque el enfrentamiento por el control de Repsol ha cobrado notable relevancia en el debate público en México, el epicentro de la tormenta se ha situado sobre todo en España y entre sus efectos sísmicos no sólo está la estabilidad y el futuro de la petrolera española; incluye otro enorme empujón hacia la degradación interna del agónico Gobierno de Zapatero, con la vicepresidenta económica, Elena Salgado, opuesta al asalto y Sebastián, abiertamente favorable; finalmente, la continuidad del órgano regulador, la Comisión Nacional de la Energía (CNE), muy influida por Sebastián y que a cuenta de este episodio ha estallado y vivido consejos tanto o más agitados que los de Repsol o Sacyr. Polémica fue la inesperada intervención pública del presidente de la CNE, Alberto Lafuente, quien sin que el consejo del organismo se hubiese reunido y sin tiempo para haber estudiado el expediente se pronunció contra su intervención en la operación. Y lo hizo dos veces. Por eso, en la primera reunión del consejo de la CNE, el 1 de septiembre pasado, varios de los seis vocales le recriminaron a Lafuente sus palabras, recordándole que el presidente no habla a título personal sino como representante del organismo. La tensión se elevó muchos grados y Lafuente se negó a discutir el asunto, alegando que no formaba parte del orden del día. Se acordó celebrar una reunión informal posterior con un grupo de vocales en la que se repitieron los argumentos y recriminaciones. El presidente descartó que sólo pudiese pronunciarse en público como mero transmisor de las decisiones del consejo. Por contra, sus críticos le advirtieron que sus palabras en favor de una parte podían ser motivo de recusación por las otras. La rebelión logró evitar que el pronunciamiento de la Comisión llegase antes del consejo de Repsol del pasado miércoles, como pretendía Lafuente. Pero el clima de presión de Lafuente sobre el resto de los consejeros se intensificó. Como resultado, el ambiente en la CNE se hizo irrespirable y la desconfianza respecto al presidente llegó al máximo. Ahora es posible que algunos consejeros impugnen la decisión, algo inaudito en la historia del CNE. Debates técnicos y jurídicos al margen acerca de si la operación entra en el ámbito de la llamada función 14, es decir sobre si Repsol y Gas Natural –la empresa regulada que motivaría la apertura del expediente y de la que la primera controla un 30%– constituyen o no un grupo, la importancia de la petrolera y la gasista para la economía española no admite discusión. De hecho, la propia La Caixa se convirtió hace ya muchos años en accionista de Repsol, antes de que Brufau fuera su presidente, como una forma de proteger su propia inversión en Gas Natural. No fuera que Repsol tomase decisiones negativas para la empresa catalana. Así las cosas, la batalla está emparejada. Brufau logró un amplio apoyo en el consejo de Repsol y tiene en marcha el proceso legal para expulsar a Rivero y los suyos de ese órgano. Pero el voto de la CNE da un respiro al constructor, que ahora se prepara para exigir una junta extraordinaria en la que intentará imponer sus posiciones buscando el respaldo de fondos de inversión que compartan su demanda de más dividendos y cambios en la gestión. No son estos los únicos movimientos. Los mexicanos han intentado explicarse. Su director general, Juan José Suárez Coppel, transmitió el pasado jueves por la mañana a Fainé, durante un discreto encuentro, que sus intenciones no son las que se les imputan y que sólo plantean mejorar la gestión. También que pueden formalizar su promesa de no influir en Gas Natural. Las perspectivas de una solución rápida se desvanecen. La resolución, o el pacto si tal cosa es posible, se produciría con un nuevo Gobierno en La Moncloa y sin que Sacyr haya podido presentar antes a sus bancos acreedores un cambio sustancial de su papel en Repsol como aval para facilitar la renovación del crédito sindicado con el que que compró el 20,01%. Ese crédito de 4.900 millones de euros vence el 21 de diciembre. LA VANGUARDIA. 2-10-2011

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