El mercado crediticio europeo sucumbe al contagio

La creación de un profundo y lí­quido mercado para todas las compañí­as europeas fue un claro éxito para el euro. Capeó bien la crisis de Lehman, ofreciendo financiación sin precedentes mientras los bancos reducí­an sus préstamos. Pero los años de progreso se están revirtiendo.

Cada vez más se distinguen dos mercados de bonos cororativos: la diferencia entre los prestatarios del sur y del norte de Europa está aumentando. De los diez peores CDS –coberturas ante impago de la deuda– de la semana pasada, nueve fueron de España, Italia y Portugal. En el caso de los grandes operadores de telecomunicaciones europeos el coste medio de asegurar la deuda de los siete emisores del norte es de 86.000 euros por cada 10 millones de euros en deuda; en el caso de los cuatro emisores del sur, es de 609.000 euros. Los bancos muestran un panorama similar: de los 16 en el índice iTraxx Europe, los seis peores son italianos y españoles. (THE WALL STREET JOURNAL) DIARIO DEL PUEBLO.- El hombre político es una especie complicada. Las condiciones culturales y la historia difieren ampliamente entre ellas. La humildad en la interpretación y los pronósticos de la naturaleza humana constituyen la apuesta más sabia. La actual “Primavera Arabe”, según la denominan los medios informativos, en el Oriente Medio y África del Norte, es percibida por la visión occidental como si fuera la transformación de “Ali Babá y los cuarenta ladrones” en Thomas Jefferson y la Corte Internacional de Justicia. Esto es una broma, y un insulto al hombre político árabe. EEUU. The Wall Street Journal El mercado crediticio europeo sucumbe al contagio Richard Barley Todavía podríamos estar a tiempo de salvar al euro, pero el daño ya se ha hecho al mercado europeo de bonos corporativos. La creación de un profundo y líquido mercado para todas las compañías europeas fue un claro éxito para el euro. Capeó bien la crisis de Lehman, ofreciendo financiación sin precedentes mientras los bancos reducían sus préstamos. Pero los años de progreso se están revirtiendo. No se emitió ningún bono en euros y libras la semana pasada, por primera vez desde la quiebra de Lehman en 2008, excluyendo la temporada de Navidad, que tradicionalmente suele ser tranquila, de acuerdo con Societe Generale. El índice Markit iTraxx Europe, que mide el coste de asegurar contra impago la deuda de 125 grandes compañías europeas, está en máximos de más de un año. Con las vacaciones de agosto a la vuelta de la esquina, el mercado de bonos corporativos podría permanecer en gran medida cerrado a nuevas emisiones hasta septiembre. Cada vez más se distinguen dos mercados de bonos corporativos: la diferencia entre los prestatarios del sur y del norte de Europa está aumentando. De los diez peores CDS –coberturas ante impago de la deuda– de la semana pasada, nueve fueron de España, Italia y Portugal, afirma Deutsche Bank. En el caso de los grandes operadores de telecomunicaciones europeos –sólidos negocios con flujos de caja similares a los de las eléctricas– el coste medio de asegurar la deuda de los siete emisores del norte es de 86.000 euros por cada 10 millones de euros en deuda; en el caso de los cuatro emisores del sur, es de 609.000 euros. Los bancos muestran un panorama similar: de los 16 en el índice iTraxx Europe, los seis peores son italianos y españoles. El cierre temporal del mercado a nuevas emisiones es manejable: muchas compañías tienen efectivo y muchos bancos han hecho buen uso de los bonos garantizados y de la financiación senior no garantizada este año. Los costes crediticios en el norte de Europa son bajos debido a que la rentabilidad de los bonos alemanes ha descendido con fuerza. Pero en el sur, la crisis de deuda soberana está haciendo volver atrás en el tiempo, dado que las condiciones crediticias se han endurecido y los costes crediticios se han disparado, lo que pone en riesgo la recuperación económica. El euro creó unas reglas de juego, eliminando el riesgo de las divisas y permitiendo a las compañías europeas acceder a los ahorros de todo el continente. Sustituir el riesgo de las divisas por el riesgo crediticio está deshaciendo rápidamente ese beneficio. THE WALL STREET JOURNAL. 19-7-2011 China. Diario del Pueblo Clichés de la democracia Tom Plate El hombre político es una especie complicada. Las condiciones culturales y la historia difieren ampliamente entre ellas. La humildad en la interpretación y los pronósticos de la naturaleza humana constituyen la apuesta más sabia. La actual “Primavera Arabe”, según la denominan los medios informativos, en el Oriente Medio y África del Norte, es percibida por la visión occidental como si fuera la transformación de “Ali Babá y los cuarenta ladrones” en Thomas Jefferson y la Corte Internacional de Justicia. Esto es una broma, y un insulto al hombre político árabe. Los ojos occidentales suelen nublarse con el pensamiento ideológico o provinciano. Otras culturas políticas surgen en circunstancias distintas a las de Occidente y en consecuencia propician su ideología. Las formas democráticas occidentales de gobierno sólo se trasplantan con dignidad y no son ninguna panacea. Filipinas, con una democracia del estilo occidental, tiene menos desarrollo económico que muchas autocracias. Incluso en los EEUU ahora mismo, nuestra democracia a veces elegante y venerable, parece estar a punto de fenecer. Su inclusividad teórica de una persona, un voto, parece destacarse en especial por producir una desunión que se ajusta a líneas partidistas y produce estancamiento. La “Primavera Arabe” es especialmente complicada – y enormemente importante, por supuesto. Con respecto a Egipto, casi todos los observadores occidentales imaginan que esa civilización antigua evolucionará al estilo occidental. Pero debemos apostar por un resultado distinto: Sí, allí la gente está hastiada hasta cierto punto. Los egipcios son volátiles pero no desesperadamente irracionales. Desean el progreso material palpable y no se conformarán con menos. Pero el defenestrado gobernante vitalicio Hosni Mubarak no era totalmente malvado. De algún modo, los egipcios lo saben. Desean simplemente tener opciones y un sentido de esperanza genuina para sí mismos y sus hijos. La forma política particular que les permitirá lograrlo no es algo que les quite el sueño. Serán flexibles con la forma mientras consigan los resultados concretos esperados. En Indonesia, el fallecido Suharto era un dictador, se sabe, pero no era ningún Mussolini. A su muerte, dejó tras él un país en buena medida unificado que ahora procede a desarrollarse a su aire, labrando su democracia musulmana. Es una historia potencialmente emocionante. Malasia encara disturbios callejeros, a pesar de su solidez económica. La enérgica represión policial no ha hecho más que desestabilizar el país. El mero hecho de haber sido elegidos de manera más o menos democrática, no hace a los políticos sabios para solucionar los problemas que se presentan al gobernar. En el vecino Singapur, Lee Kuan Yew, ahora con 88 años, no fue un “pequeño Hitler”, como bautizó alguna vez un periodista del New York Times al fundador moderno del país. Y así, cuando el partido de Lee, gobernante por largo tiempo, “sólo” obtuvo 60 por ciento de los votos totales, el político estimó que comenzaban a soplar vientos de cambio y se retiró del gobierno para un merecido descanso. Su país ahora se mueve lentamente hacia un sistema bipartito genuino, pero no vayan a creer que se convertirá en Suiza o Suecia de la noche a la mañana. En cierto sentido, Singapur será siempre Singapur. El prurito por reproducir la democracia de estilo occidental no es universal. Ni aconsejable. Afganistán estaría seguramente mejor con “un Lee Kuan Yew islámico” que, por ejemplo, con un Jimmy Carter occidental. Los fundamentalistas de la democracia que continúan creyendo que Iraq está listo para copiar en breve al Parlamento británico deberían abandonar sus sueños. Los seres humanos desean oportunidades y opciones. Desean un gobierno mejor, cualquiera que sea su forma, y desean una voz y una medida de participación. Cómo lo consiguen es menos importante que conseguirlo. La cuestión es simple en extremo, si bien no lo son los seres humanos. Si la democracia proporciona progreso, eso es lo que desearán. Pero lo que están buscando no son ideales políticos, sino algo más palpable: una modalidad política práctica y creíble, capaz de hacer realidad sus aspiraciones. DIARIO DEL PUEBLO. 20-7-2011

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