15-M y trabajadores sanitarios unen sus fuerzas

«Trabajadores sanitarios e indignados del 15M hicieron coincidir sus intereses y acordaron, la noche del miércoles, convocar dos concentraciones en Barcelona a las 7.30 de la mañana para protestar contra estos recortes. Una de ellas, se habí­a de realizar en salida de la Diagonal. La otra, en la avenida Meridiana, al otro extremo de la ciudad para dirigirse en manifestación hacia el Hospital del Mar»

La convergencia de las rotestas entre indignados y sanitarios no es baladí. Además del cierre anunciado por el Hospital Dos de Maig, el Hospital del Mar negocia estos días un expediente de regulación de empleo que la dirección del centro cifró en 194 personas. Y eso que el año pasado ya se rebajaron los salarios de los empleados un 5%. El grupo del Hospital del Mar ya efectuó drásticos recortes en la clínica de la Esperanza, que depende de él, donde se cerraron plantas y quirófanos. Pero además hay otros conflictos sanitarios en Barcelona, aparte de los recortes drásticos en los grandes centros públicos (EL CONFIDENCIAL) LA VANGUARDIA.- Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) y Angela Merkel, la canciller alemana, llevan varias semanas manteniendo un pulso a cuenta de la crisis de la deuda en la eurozona. El BCE dejó de comprar hace varias semanas bonos de los países más afectados por la desconfianza de los mercados, con Grecia a la cabeza. La consecuencia evidente fue el progresivo encarecimiento de las primas de riesgo (el plus que paga la deuda sobre el bono alemán a 10 años) del país heleno y otros países, en especial Portugal. Pero también, Italia y España, momento a partir del cual se encendieron todas las alarmas, en Bruselas y en Washington, y se entró en la nueva fase de la crisis EL PAÍS.- Desde que el año pasado el presidente Zapatero abjuró del gasto social para abrazar el evangelio del ajuste fiscal, sus votantes le están propinando un merecido castigo electoral (ayer en los comicios locales, mañana en las generales) por lo que no deja de suponer una traición a la voluntad popular. Pues en última instancia, el giro estratégico adoptado por el Gobierno implica dejar de gobernar al servicio de los ciudadanos para pasar a plegarse al poder inapelable de los mercados. Recortes. El Confidencial Los Mossos abortan una manifestación de indignados y trabajadores sanitarios Antonio Fernández Los recortes que aplica el Gobierno de Artur Mas han elevado la tensión social desde hace 24 horas. Trabajadores sanitarios e indignados del 15M hicieron coincidir sus intereses y acordaron, la noche del miércoles, convocar dos concentraciones en Barcelona a las 7.30 de la mañana para protestar contra estos recortes. Una de ellas, se había de realizar en salida de la Diagonal. La otra, en la avenida Meridiana, al otro extremo de la ciudad para dirigirse en manifestación hacia el Hospital del Mar. Debían cortar el tráfico y converger luego en el Paseo de Gracia en la Villa Olímpica. Pero las protestas no tuvieron el éxito esperado. No hubo cortes de tráfico porque los dispositivos de los Mossos d’Esquadra lo impidieron. Fue una operación milimétrica que sólo supuso un conato de interrupción de la circulación durante poco más de un minuto. La Policía Autonómica, eso sí, estableció un férreo control de todos los manifestantes, tanto en las dos arterias de Barcelona como en la parte alta del Paseo de Gracia, donde se concentraron poco después de las 10.30 horas. En su bajada por esta avenida, tras una pancarta con el lema Un hospital vale más que un capital. No al cierre del Hospital Dos de Maig, los manifestantes realizaron pintadas en algunos establecimientos, ya fuesen tiendas de lujo o bancos. En esta avenida, la protesta se disolvió a la altura del Metro, ya que los indignados cogieron este medio de transporte para dirigirse a la concentración de las 13 horas en contra de los recortes del Hospital del Mar. Pero allí les esperaba una sorpresa: en la estación de Metro de Ciutadella, cerca del centro sanitario, los Mossos hicieron un tapón a la entrada del suburbano, provocando que los manifestantes no pudiesen acceder a las inmediaciones del hospital. Su función era identificar a todos los viajeros que no tuviesen punta de turista. “Se trata de un dispositivo de control de prevención y seguridad”, señalaron a El Confidencial fuentes de la Policía Autonómica. Además, según estas fuentes, las manifestaciones previstas eran ilegales, puesto que no estaban comunicadas ni autorizadas por las autoridades. Aun así, no había excusa alguna para retener o detener a ninguna de las personas que llegaba, por lo que, poco a poco, los manifestantes pudieron traspasar el cordón policial y llegar hasta el hospital, donde los Mossos también habían montado otro cordón de seguridad alrededor del mismo. Fuentes de los indignados señalaron a El Confidencial que “a pesar de lo que digan las fuentes oficiales hubo pequeñas cargas puntuales de los Mossos y un total de 122 retenciones. El cordón policial que se había dispuesto era extraordinariamente amplio”. Escalada de conflictos en hospitales La convergencia de las protestas entre indignados y sanitarios no es baladí. Además del cierre anunciado por el Hospital Dos de Maig, el Hospital del Mar negocia estos días un expediente de regulación de empleo que la dirección del centro cifró en 194 personas. Una reunión mantenida este jueves permitió acercar posturas y rebajar esta cifra a sólo 85 afectados, lo que permitiría al centro ahorrar unos 6 millones de euros de los 14,5 millones que pretendía. Y eso que el año pasado ya se rebajaron los salarios de los empleados un 5%. El grupo del Hospital del Mar ya efectuó drásticos recortes en la clínica de la Esperanza, que depende de él, donde se cerraron plantas y quirófanos. Las conversaciones entre dirección del centro y comité de empresa continuarán este viernes. Pero además hay otros conflictos sanitarios en Barcelona, aparte de los recortes drásticos en los grandes centros públicos: el Centro Médico Delfos, que atiende más de 27.000 urgencias anuales, ha presentado también un expediente de regulación que afecta a 77 de los 400 trabajadores de plantilla. El hospital hizo público un comunicado en el que subraya que está reestructurando todos sus recursos y que los despidos afectarán especialmente a empleados con contratos de duración definida a aquéllos cuya situación individual “propicie la menor incidencia negativa”. A primeros de mayo, presentó concurso de acreedores debido a la reducción de la actividad y a los altos costes estructurales a los que ha de hacer frente. Este expediente se une a otro de la Clínica Plató, perteneciente a la Red Hospitalaria de Utilización Pública, que afecta a una cincuentena de empleados de los 470 en plantilla. Este expediente se debe a la orden de la Generalitat de reducir un 6% el gasto sanitario. Los trabajadores del Sagrat Cor, perteneciente al grupo de la clínica La Alianza, también tienen problemas, ya que no han cobrado la paga extraordinaria de junio. El Sagrat Cor se encuentra en estos momentos en proceso de venta al grupo financiero Capio. Estos conflictos se suman a la huelga de ambulancias que comenzó el pasado martes y que finaliza hoy. Los sindicatos denuncian que los recortes de la Generalitat reducirán la cobertura del transporte sanitario en 935 horas diarias y afectarán a casi 500 trabajadores. La reunión mantenida este jueves por trabajadores y patronal en el Tribunal Laboral de Cataluña (TLC) acabó como el rosario de la aurora, por lo que continúa convocada una nueva huelga que debe comenzar el próximo lunes. Y mientras, la Unión Catalana de Hospitales (UCH), la patronal del sector, pidió una solución rápida al conflicto, la consejería de Salud, que encabeza Boi Ruiz, se posicionó al lado de ésta, criticando con dureza a los sindicatos. Por ello, la UGT propondrá hacer quince días de huelga en septiembre, en días alternos, en el transporte sanitario no urgente. EL CONFIDENCIAL. 21-7-2011 Economía. La Vanguardia Tablas Trichet-Merkel Manel Pérez Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) y Angela Merkel, la canciller alemana, llevan varias semanas manteniendo un pulso a cuenta de la crisis de la deuda en la eurozona. El BCE dejó de comprar hace varias semanas bonos de los países más afectados por la desconfianza de los mercados, con Grecia a la cabeza. La consecuencia evidente fue el progresivo encarecimiento de las primas de riesgo (el plus que paga la deuda sobre el bono alemán a 10 años) del país heleno y otros países, en especial Portugal. Pero también, Italia y España, momento a partir del cual se encendieron todas las alarmas, en Bruselas y en Washington, y se entró en la nueva fase de la crisis, la que implica una crisis sistémica del conjunto de la unión monetaria sin integración fiscal ni política que configura la eurozona. Merkel aceptó con gusto el envite del francés asentado en Frankfurt. Con sus declaraciones en lingua Merkeale, como definen irónicamente algunos medios alemanes la personal elocuencia de la canciller, elevó la apuesta agitando aún más la prima de riesgo de los dos grandes del Mediterráneo como un titiritero mueve los hilos de sus marionetas. El nudo del enfrentamiento, como es sobradamente conocido, es qué opción toma la eurozona para solventar la grave crisis de la deuda pública griega; más en concreto el papel de los acreedores privados. La canciller defiende que también deben asumir parte del coste (unos 30.000 millones sería la cifra estimada como suficiente), mientras que el BCE cree que esa vía es la antesala del caos en el sistema financiero europeo y global. Merkel echa mano de un hecho objetivo cuando se niega a repetir en Grecia por segunda vez un esquema del rescate que no funciona: una economía sin crecimiento y que paga unos tipos de interés altos no sólo no saldrá nunca de esa espiral deflacionista, tampoco podrá pagar su deuda, que crecerá irremisiblemente. Es lógico, pues, que se plantee una reducción del volumen de la deuda y que el sector privado asuma parte de las pérdidas. Pero elude reconocer que el crisol de ese esquema de rescate se fabricó en una cancillería de Berlín muy preocupada desde el principio por asociar con claridad la ayuda a la culpa y el castigo en forma de austeridad punitiva. Esa ha sido la filosofía del rescate griego. Del combate de Merkel y Trichet de los últimos días no ha surgido un vencedor claro. Merkel cuenta con sus aliados iniciales (Holanda y el norte de Europa) y tiene enfrente, además de al banco emisor, a la mayoría de los países de la eurozona, comenzando obviamente por España e Italia. ¿Y Francia? Nicolás Sarkozy ha sido el gran silente de estas últimas semanas y se ha convertido en el fiel de la balanza. Por eso Merkel se reunió ayer con él. Alemania es la gran fuerza de la eurozona, pero aún necesita aliados de peso. Sin el apoyo de Francia no habrá plan alemán para salvar el euro. LA VANGUARDIA. 21-7-2011 Opinión. El País En poder de los mercados Enrique Gil Calvo Desde que el año pasado el presidente Zapatero abjuró del gasto social para abrazar el evangelio del ajuste fiscal, sus votantes le están propinando un merecido castigo electoral (ayer en los comicios locales, mañana en las generales) por lo que no deja de suponer una traición a la voluntad popular. Pues en última instancia, el giro estratégico adoptado por el Gobierno implica dejar de gobernar al servicio de los ciudadanos para pasar a plegarse al poder inapelable de los mercados. Sin embargo, en esto Zapatero no es el único culpable, pues los demás gobernantes han hecho lo mismo. Casi todos han renunciado a su soberanía ejercida en representación de sus electores para pasar a obedecer los dictados de una nueva soberanía supraestatal que emerge del llamado consenso de los mercados, según se puede comprobar estos días con la crisis europea de la deuda soberana. Y esta traición de nuestros gobernantes es lo que mejor explica tanto el declive de la socialdemocracia, que ha sido expulsada del poder incluso en sus feudos nórdicos, como el descrédito de la democracia tout court, dada la desconfianza que hoy abrigan los ciudadanos respecto a sus propias castas políticas, que por todo Occidente se están ganando a pulso el severo castigo que sin duda merecen. Ahora bien, haríamos mal en culpar a los gobernantes actuales en exclusiva, pues la incierta deriva de nuestras democracias hacia un nuevo régimen político de dominación de mercado ya viene de antiguo. Y más precisamente cabe situar su inicio en la sustitución de las fuentes de financiación de los Estados democráticos, que en la era keynesiana procedían mayoritariamente de los impuestos tributarios y desde la restauración del monetarismo en los ochenta se financian sobre todo con emisiones de deuda pública en los mercados internacionales. Pero debe notarse que su respectivo criterio discriminador es antitético, pues los impuestos directos se recaudan con efecto progresivo (gravando en mayor medida los ingresos más elevados) mientras que el coste del crédito externo (o prima de riesgo) es eminentemente regresivo, de acuerdo con el evangélico efecto Mateo: a quien tiene (como Alemania) más se le dará, y a quien no tiene (como Grecia) todo le será quitado. Es la ley del más fuerte, como antítesis del principio democrático de igualdad ante la ley. Un injusto desequilibrio de mercado que la eurozona debería corregir para garantizar su futura estabilidad. Pero el liderazgo alemán no parece interesado en lograrlo porque la prolongación de la crisis reduce el coste de su propia deuda, en perversa aplicación de la teoría del riesgo moral. Semejante modelo de financiación pública con cargo a deuda, y ya no con cargo a impuestos, pareció funcionar en un comienzo con gran eficacia política, pues deparó grandes rendimientos electorales sobornando a las clases medias con paulatinas rebajas de la presión fiscal. Pero el tiempo ha revelado que se trató de un regalo envenenado, pues la financiación pública con cargo a deuda externa pronto empezó a generar graves efectos perversos, en cuanto el endeudamiento público creció lo suficiente como para formar una burbuja especulativa de realimentación circular que pasó a quedar fuera de control. Es lo que ha ocurrido desde 2010, cuando la burbuja de la deuda soberana de las democracias occidentales ha terminado por estallar, colocando a los Estados deudores bajo el poder fáctico de los mercados acreedores. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, ante su incapacidad de presionar al régimen chino que atesora la mayor parte de los bonos de la deuda estadounidense, lo expresó muy bien: "¿Cómo negocias con mano dura con tu banquero?". Y si la hiperpotencia resulta impotente para ejercer su poder ante su principal acreedor externo, ¿qué margen les queda a las demás potencias de rango medio endeudadas hasta las cejas, lo que las deja inermes en manos de unos mercados financieros que no vacilan en dictarles sus propias reglas acreedoras? Todo ello sin que los ciudadanos puedan oponer resistencia, pues la voz y el voto de la soberanía popular se revelan impotentes ante el poder soberano de los prestamistas externos. De ahí que hoy la democracia se gobierne en respuesta no a las demandas ciudadanas sino a las demandas de los mercados, expresadas por la prima de riesgo de la deuda externa. Como es evidente, esto debilita la autonomía política de los Gobiernos para reducirlos a la impotencia, contribuyendo a extender e intensificar los efectos más indeseables de la globalización. Pero eso no es lo peor, pues mucho más grave resulta la creciente desnaturalización del orden democrático, que ha pasado a quedar subsumido bajo un emergente nuevo orden mercantil. En resumidas cuentas, los mercados le han expropiado su poder al pueblo (al demos), para privatizarlo en exclusivo beneficio de los acreedores privados. Así, la calidad de la democracia ya no se mide hoy por la legitimidad de sus resultados políticos sino por el valor de mercado de su deuda soberana. Y de este modo, la democracia ya no representa el autogobierno del pueblo sino la sumisión contra natura del Gobierno civil a los mercados externos, subvirtiendo así la relación entre poder democrático y soberanía popular. En efecto, la democracia moderna se basaba en un pacto fiscal, un contrato social establecido entre el Estado y los ciudadanos, por el cual estos se obligaban a pagar impuestos a cambio de que aquel se comprometiese a reconocer, proteger y garantizar los derechos universales: civiles, políticos y sociales. Mientras que hoy en cambio ese pacto fiscal está siendo sustituido por otro pacto clientelar, por el cual los ciudadanos se ven excusados de pagar impuestos (directos) a cambio de que el Estado se vea eximido de universalizar derechos, que quedan reservados en exclusiva a la clientela privada del gobernante deudor. Pero con ello el Estado ya no pertenece a todos los ciudadanos titulares de derechos sino solo a sus acreedores internos y externos. Hemos pasado de una democracia de ciudadanos-contribuyentes a otra seudodemocracia de clientes-acreedores, donde lo que cuenta ya no es el título público de ciudadanía que permite ejercer derechos sino el título privado de deuda pública que permite exigir pagos al Gobierno deudor. Y el Estado social y democrático de derecho, obligado a rendir cuentas ante los electores (accountability), deja paso a un Estado de mercado clientelar y privado, que solo rinde cuentas ante sus acreedores. Pero en esta democracia en almoneda los ciudadanos no se reconocen porque ya no pueden considerarla propia. Ya no es una democracia de derechos que te pertenecen de forma inherente sino una democracia de deudas que se adquieren pero cuyo pago se aplaza, sobre todo cuando la hacienda pública cae en la insolvencia bajo las coyunturas de crisis. En consecuencia, los ciudadanos desertan de la democracia en quiebra, desentendiéndose de sus deberes cívicos para pasar a explotarla con cínico afán de lucro como si fuera un negocio privado. Y de esta adulteración contra natura surgen las demás secuelas que pervierten la democracia de mercado actual (corrupción política, sectarismo populista, crecimiento de la desigualdad, recorte de la protección social, privatización de los servicios públicos, falsificación mediática de la realidad, represión de libertades a cambio de seguridad…), dando excusa a los ciudadanos para refugiarse en el nihilismo y la insolidaridad. Sin embargo, no todo está perdido. La eclosión y el auge del movimiento de indignados del 15-M que reclaman la refundación democrática acaba de demostrar que yes, we can: nosotros, el pueblo, podemos interpelar de tú a tú a cualquier poder ajeno. Y si resulta posible desafiar el poder de los propios Gobiernos, ¿por qué no habría de ser posible hacerlo también con el poder de los mercados externos? EL PAÍS. 21-7-2011

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