En el argot eléctrico, y durante varias horas, a las 12:33 del lunes 28 de abril España «se fue a cero». En cinco segundos -y por razones que se desconocen y que tardarán tiempo en dilucidarse-, desaparecieron 15 gigavatios de la energía que se estaba produciendo, el equivalente al 60% de la luz que se estaba consumiendo, causando el colapso de la red peninsular, afectando a España y Portugal.
Durante varias horas, millones de ciudadanos volvieron al siglo XIX. El apagón masivo y total en prácticamente toda la Península -se libraron Canarias y Baleares- provocó miles de insólitas escenas.
Los semáforos fuera de servicio y los atascos en las principales vías se sumaron a miles de usuarios de metro y cercanías que tuvieron que salir de los vagones, deambulando a pie durante kilómetros por las ciudades, tratando de coger autobuses atestados de gente.
Miles de restaurantes vieron como sus neveras se descongelaban. Los supermercados y otros comercios no pudieron cobrar al no funcionar las cajas o los datáfonos. Los cajeros de los bancos no funcionaron, tampoco los sistemas de pago electrónico, y muchos ciudadanos pasaron aprietos al no disponer de medios de pago.

Oficinas y centros educativos a oscuras. Industrias completamente paradas enviaron a sus trabajadores a casa. Viajeros retenidos en trenes de larga distancia o en Cercanías. Cientos de personas quedaron atrapadas en ascensores. Los hospitales -que funcionaron con grupos electrógenos- suspendieron las intervenciones médicas no urgentes.
El corte afectó además a las comunicaciones telefónicas y de internet, haciendo que unos aparatos considerados anticuados -las radios y transistores portátiles, a pilas- se convirtieran en protagonistas.
Cuesta creer que en esta jornada de caos no hubiera que lamentar ni un sólo daño personal. Ni una sola víctima mortal, ni un sólo herido, ni un sólo accidente reseñable a pesar del caos circulatorio. En un país de 49 millones de habitantes. Es la mejor de las noticias de un día complicado, que todos recordaremos.
Poco a poco, y con la ayuda de la interconexión eléctrica con Francia y Marruecos, se logró restablecer el suministro, retornando cierta normalidad. En unas provincias el apagón duró apenas 2 o 3 horas, en otras 6 o 7, y en algunas hasta doce. No se han cuantificado los daños económicos y materiales del apagón, pero se adivinan cuantiosos.
No es posible conocer aún las causas de este inaudito y masivo apagón, y es posible que la investigación lleve su tiempo. Aunque no se descarta ninguna hipótesis y las pesquisas están abiertas, expertos consultados en los medios de comunicación piensan que la causa más probable esté en una inusual causa técnica.
Tiempo habrá para dar respuestas.
Sindicalista dice:
Como resumen de lo que pasó, bastante pobre; como artículo de un medio de izquierdas, no me lo puedo creer: el autor no tiene ni idea del mercado eléctrico ni de la composición accionarial ….. no se habla del debate nuclear / renovables !
Artículo totalmente prescindible.
Una pena una vez más; con el declive de la gerontocracia no hay relevo ….