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En el argot eléctrico, y durante varias horas, España «se ha ido a cero». Es el peor apagón eléctrico de la historia reciente de España. “Nunca había ocurrido algo así, es un incidente absolutamente excepcional”, han declarado los portavoces de Red Eléctrica Nacional.
A las 12 del mediodía del 28 de abril, un insólito y potente apagón eléctrico con epicentro en nuestro país -y que ha afectado a Portugal y al sur de Francia- ha dejado a cero el suministro eléctrico, generando el caos en las ciudades y en las carreteras, dejando a oscuras colegios y universidades, comercios e industria, interrumpiendo metro, cercanías y tráfico ferroviario, y generando muchas y múltiples molestias, además de una patente sensación de inquietud y zozobra en la ciudadanía. El corte ha afectado además a las comunicaciones telefónicas y de internet.
Cuando se escriben estas líneas, unas seis horas después, el suministro eléctrico comienza a restablecerse en gran parte de la Península, retornando cierta normalidad, aunque el restablecimiento pleno puede tardar hasta 10 horas. Por el momento la buena noticia es que no hay que lamentar daños personales, y los hospitales y los servicios críticos han aplicado con eficiencia planes de contingencia. No se han cuantificado los daños económicos y materiales del apagón, pero se adivinan cuantiosos.
El presidente Sánchez ha comparecido ya ante los medios, informando que se ha convocado el Consejo de Seguridad Nacional. Sánchez, en tono serio, ha destacado el «tremendo impacto y trascendencia” de este monumental corte eléctrico, y ha llamado a la prudencia y a evitar en la medida de lo posible los desplazamientos no imprescindibles. Además, el presidente ha agradecido a Francia y Marruecos, los dos países que con sus interconexiones con nuestra red eléctrica han ayudado a restablecer el suministro.
No es posible conocer aún las causas de este inaudito apagón masivo, y es posible que la investigación lleve su tiempo. Aunque no se descarta ninguna hipótesis y las pesquisas están abiertas, expertos consultados en los medios de comunicación piensan que la causa más probable esté en un fenómeno meteorológico inusual que ha desencadenado una serie de fallos consecutivos.
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Caos e incertidumbre
Durante varias horas, millones de personas han vuelto al siglo XIX. El apagón masivo y total en prácticamente toda la Península -se han librado Canarias y Baleares- ha provocado miles de escenas insólitas.
Los semáforos fuera de servicio y los atascos en las principales vías se han sumado a miles de usuarios de metro y cercanías que han tenido que salir de los vagones y deambular a pie por las ciudades, tratando de coger autobuses atestados de gente.
Miles de restaurantes han visto como sus neveras se descongelaban, amenazando con pérdidas cuantiosas ante la rotura de la cadena de frio. Los supermercados y otros comercios no podían cobrar al no funcionar las cajas o los datáfonos.
Oficinas y centros educativos a oscuras. Industrias completamente paradas han enviado a sus trabajadores a casa.
Viajeros retenidos en trenes de larga distancia o en Cercanías. Cientos de personas atrapadas en ascensores. Los cajeros de los bancos no funcionaban, tampoco los sistemas de pago electrónico, y muchos ciudadanos han pasado aprietos al no disponer de medios de pago.
En los hospitales -que han funcionado con grupos electrógenos- se han suspendido las intervenciones médicas no urgentes.
Millones de españoles pegados a un transistor de pilas para escuchar la radio, que ha sido el único medio para informarse.
El apagón más drástico y duradero de la historia reciente de España ha generado un impacto económico aún no cuantificado, pero que se adivina severo.
Ahora queda responder la gran pregunta ¿por qué? ¿Qué lo ha causado?