El FMI dice que el futuro es más incierto que nunca

Subrayó que el mundo ha cambiado «de forma significativa» y que el rápido crecimiento de las economí­as emergentes ha redefinido el equilibrio del poder económico. «La crisis financiera global ha borrado mucho del viejo orden económico. Hoy, los efectos de la crisis están lejos de haber terminado»

El director gerente del FMI idió "una política económica única" para la moneda europea, aunque matizó que las políticasno pueden ser las mismas "en Extremadura que en Baviera". "El euro no va desaparecer, llevó tiempo construirlo, aunque eso sí, es una moneda única sin una política económica única, en la que hacen faltan unas políticas únicas, aunque no puedan ser las mismas en Baviera que en Extremadura", dijo Strauss-Kahn, al referirse a la región alemana y a la española. (EL CONFIDENCIAL) EXPANSIÓN.- España tiene dos problemas ante los mercados. El primero es que muchos inversores se preguntan, con un 20% de desempleo, cuanto aguantará el país las medidas de austeridad sin que brote un gran descontento político y social. La huelga de los controladores aéreos es una mala señal. El segundo problema es que los mercados no se creen los datos oficiales de pérdidas de las cajas de ahorros. Los inversores creen que las cajas están peor que lo que se dice, lo que haría vulnerable a todo el sistema financiero español. EL PAÍS.- Lo que ha llegado a su fin el 28 de noviembre no ha sido solo el gobierno de Montilla sino la política desplegada por los socialistas catalanes en la última década. Ahora se encuentran sin estrategia alternativa (por ejemplo, para las municipales) y preguntándose por los motivos de su fracaso. La victoria de Mas ha fraguado en el último periodo, con la crisis económica de fondo, pero seguramente germinó desde mucho antes: en la sensación de desconcierto (o de irritación) del electorado socialista ante actitudes que proyectaban una imagen en la que no se reconocía. Crisis. El Confidencial FMI: “El futuro es más incierto que nunca” El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, ha afirmado que la situación de Europa "sigue siendo preocupante" y ha alertado de que el futuro es "más incierto que nunca". Durante una conferencia celebrada en Ginebra, Strauss-Kahn insistió en que es necesario comenzar a reconstruir las estructuras de gobernanza, aunque aún no se haya restaurado la calma. En este sentido, subrayó que el mundo ha cambiado "de forma significativa" y que el rápido crecimiento de las economías emergentes ha redefinido el equilibrio del poder económico. "La crisis financiera global ha borrado mucho del viejo orden económico. Hoy, los efectos de la crisis están lejos de haber terminado", recordó. Asimismo, Strauss-Kahn remarcó que los rescates de Grecia e Irlanda revelaron la necesidad de contar con herramientas de resolución de crisis, aunque criticó que se ha hecho muy poco en este sentido. "El retraso a la hora de fortalecer la supervisión y crear mecanismos de resolución de crisis efectivos podrían conducir a la próxima crisis", agregó. "Es hora de un triple retorno", afirmó el director gerente del FMI en referencia a la vuelta a la gobernanza económica global, a que el FMI sea el centro de esta gobernanza y al regreso de la institución original a su misión original. No puede haber la misma política económica en Baviera que en Extremadura El director gerente del FMI pidió "una política económica única" para la moneda europea, aunque matizó que las políticasno pueden ser las mismas "en Extremadura que en Baviera". "El euro no va desaparecer, llevó tiempo construirlo, aunque eso sí, es una moneda única sin una política económica única, en la que hacen faltan unas políticas únicas, aunque no puedan ser las mismas en Baviera que en Extremadura", dijo Strauss-Kahn, al referirse a la región alemana y a la española. El director gerente del FMI, que pronunció hoy una conferencia en la sede de la ONU en Ginebra, manifestó su creencia en que el euro seguirá existiendo dentro de 5 años, y admitió que la crisis sigue en Europa, "pero también en otras partes del mundo". "El problema real es la situación de algunos países europeos", precisó Strauss-Kahn en unas jornadas tituladas "El impacto de la crisis financiera en el gobierno económico mundial". Strauss-Kahn opinó que "existe un grave riesgo de que el G20 se convierta en una institución totalmente irrelevante", después de que tras una leve mejora económica se acentuase la tentación de los líderes de centrarse en sus problemas nacionales. Además, se cuestionó sobre la legitimidad del G20, al decir que excluye a 167 países representantes de un tercio de la población mundial, argumento utilizó para defender el organismo que dirige, "que tiene 187 miembros". Eso sí, el ex ministro de Finanzas de Francia admitió que el FMI "no predijo la crisis, pero fue el primero en alertar de su gravedad", y reconoció también que la globalidad de la crisis financiera puede vincularse a un "mal gobierno". "El modelo global de crecimiento se ha mostrado desequilibrado e insostenible", señaló, porque a su entender dicho modelo confiaba en la solvencia de los países, subrayó Strauss-Kahn. "Hoy, como en el pasado, al empeorar los problemas económicos, aumenta la decepción con el equilibrio social, se mina la democracia y se debilitan las instituciones", argumentó el director gerente del FMI para enfatizar el peso de los organismos internacionales. A su juicio, el gran problema que queda por resolver es la regulación de las entidades financieras que no son bancos, "que tuvieron un rol importante en la crisis", una vez que ya se han aumentado los requisitos de capital a los bancos. Strauss-Kahn compartió ponencia con el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy, con quien se reunió durante media hora previo al inicio de la sesión, y con quien comparte afiliación al partido socialista francés. Lamy coincidió con el director gerente del FMI en resaltar la relación entre "los excesos económicos de los años 30" y su parte de responsabilidad en la Segunda Guerra Mundial. El director general de la OMC dijo que la prioridad debe ser "el pleno empleo, el desarrollo y el progreso social, un sistema monetario estable, un comercio abierto, y la sostenibilidad ambiental". EL CONFIDENCIAL. 9-12-2010 Entrevista. Expansión “Los mercados no se creen las pérdidas que dicen las cajas” Roberto Casado Con 74 años de edad, Charles Goodhart se resiste a suavizar su ritmo de actividad, centrada ahora en su tarea como profesor emérito de Banca y Finanzas de la escuela de negocios London School of Economics. Como prueba de su intensa semana laboral, Goodhart cita para la entrevista en sábado y en ella demuestra seguir al día todo lo que sucede en el panorama económico europeo: desde las últimas declaraciones de la canciller alemana Angela Merkel hasta la huelga de los controladores aéreos españoles. Goodhart, que fue miembro del comité de política monetaria del Banco de Inglaterra entre 1997 y 2000, no oculta su pesimismo ante la situación de la periferia europea. A su juicio, la deuda de estos países es "insostenible" porque su crecimiento es menor al interés que pagan para financiarse, y ve dos problemas añadidos en el caso español. Uno es el creciente descontento político y social por el efecto de los planes de austeridad, y el segundo es las dudas sobre la solvencia de las cajas de ahorro. Por ello, Goodhart espera nuevos ataques de los inversores a la deuda publica española. Los mercados internacionales están en tensión al percibir riesgo de impago en países de la periferia europea. ¿Se trata de una consecuencia de problemas fundamentales en la Eurozona o una reacción irracional de los inversores? La situación responde a causas fundamentales. Durante el boom económico, los países periféricos de Europa no aprovecharon la financiación barata y la entrada de capital extranjero para expandir su capacidad económica en sectores creíbles y sostenibles. Irlanda y España se lanzaron a invertir en el sector inmobiliario; Grecia expandió el gasto publico, y en Portugal se disparo el consumo. En ese proceso, perdieron buena parte de su competitividad ante Alemania. Al llegar la crisis, el necesario ajuste que requieren esos países es muy difícil al estar en una moneda común (el euro), pero sin una unidad fiscal que permita transferencias de unas zonas a otras. ¿Por qué ese problema ha acabado reflejado principalmente en la deuda pública? En cuanto llegó la crisis, el sector privado de esos países se lanzó a ahorrar para reducir deuda, así que los gobiernos tuvieron que intervenir para evitar el colapso económico. En países como Irlanda donde los bancos se expandieron de forma poco inteligente, el Gobierno ha acabado asumiendo sus pérdidas. Todo ello ha aumentado la deuda pública, y la reacción de los mercados es comprensible: exigen un mayor interés a los Gobiernos para financiarles. ¿No cree que España esta mejor que Grecia, Irlanda o Portugal? España tiene dos problemas ante los mercados. El primero es que muchos inversores se preguntan, con un 20% de desempleo, cuanto aguantará el país las medidas de austeridad sin que brote un gran descontento político y social. La huelga de los controladores aéreos es una mala señal. El segundo problema es que los mercados no se creen los datos oficiales de pérdidas de las cajas de ahorros. Los inversores creen que las cajas están peor que lo que se dice, lo que haría vulnerable a todo el sistema financiero español. ¿Bastan los planes de austeridad y las reformas estructurales lanzados por España para salir de esa situación? No es suficiente. Las reformas pueden ser positivas a largo plazo, pero pensar que solucionan el problema actual es un deseo inalcanzable. Lo que necesitan los países para reducir deuda es que su economías crezcan más que el interés que pagan. Si no, es insostenible. Y con la demanda interna en mínimos y la austeridad pública, sólo se crece con exportaciones, algo difícil por la imposibilidad de depreciar la moneda y la falta de competitividad. ¿Es la reestructuración de deuda o la ruptura del euro la única solución? Espero que no se llegue a ese extremo. A corto plazo, la solución es que los países mas fuertes y el Banco Central Europeo ayuden a los más débiles. En el peor de los casos, podría llegarse a la división del euro en dos bloques. A medio plazo, la Eurozona necesita mas integración fiscal para sobrevivir. Es inevitable. ¿Qué puede calmar a los inversores? La necesidad de esa ayuda entre países hace que esto sea un problema político. La intervención del BCE comprando bonos en el mercado soluciona problemas de liquidez a corto, pero no resuelve la insolvencia estructural de varios países. Por ello, espero que los mercados vuelvan a presionar cuando se conozcan los datos de PIB del cuarto trimestre de 2010 y se vea que España y otros países no crecen lo suficiente para pagar sus deudas. ¿Ve voluntad política de resolver el problema? No se que pasará en Alemania. La idea de Angela Merkel de que los bonistas asuman parte de la reestructuración de deuda pública es deseable a largo plazo, pero plantearlo ahora no ayuda a resolver la crisis. ¿Ayudara Reino Unido a la Eurozona? De hacerlo, como en Irlanda, será por un importe pequeño. EXPANSIÓN. 8-12-2010 Opinión. El País Las causas de la derrota Patxo Unzueta Lo que ha llegado a su fin el 28 de noviembre no ha sido solo el gobierno de Montilla sino la política desplegada por los socialistas catalanes en la última década. Ahora se encuentran sin estrategia alternativa (por ejemplo, para las municipales) y preguntándose por los motivos de su fracaso. Esa política consistía básicamente en una técnica para alcanzar el poder (pactar con el nacionalismo de izquierda para superar al nacionalismo tradicional de Pujol), pero se presentaba con aires más trascendentes: crear las bases para una relación más amable con España, acabar con la tradicional estructura radial (centralista) de las infraestructuras, propiciar una mayor participación catalana en la política española, impulsar un desarrollo federal del Estado autonómico. Pero también: crear un cortafuegos frente a la "aventura soberanista" de Artur Mas, e integrar definitivamente, haciéndole compartir responsabilidades de gobierno, al independentismo pacífico de ERC. La estrategia resultó eficaz para que el PSC gobernara (en coalición) durante siete años, pero no para alcanzar esos objetivos. No hubo desarrollo federal sino ruptura del consenso autonómico a causa de un proyecto de nuevo Estatuto que avanzaba en sentido contrario a la lógica del federalismo; las relaciones entre los catalanes y el resto de los españoles se han deteriorado, y Mas ha ganado las elecciones con la bandera de un sistema fiscal singular que solo podría empeorarlas. La reacción del sector más catalanista del PSC ha sido buscar culpables fuera de casa: sobre todo, entre quienes no impidieron que el Constitucional recortara el Estatuto. Pero fueron ellos quienes no lo impidieron al plegarse a las exigencias de ERC y la CiU de entonces, despreciando las voces que les alertaban de estar colocándose fuera de la Constitución. Frente a quienes en vísperas del 28-N reconocieron implícitamente el fracaso de una política que hizo invisible cualquier componente socialdemócrata, sostienen que fue insuficiente y proponen taza y media: escenificar su independencia respecto al PSOE formando grupo separado en el Congreso. El efecto de una operación de ese tipo sería muy malo para el PSOE y definitivo para que el PSC no levantara cabeza en otros diez años. Refleja el prejuicio, ajeno a la tradición catalanista democrática, de que la defensa de los intereses catalanes pasa por ignorar los de los demás españoles. Algo que no comparte el electorado: en los diez últimos años el PSC ha venido perdiendo votos en cada sucesiva elección autonómica, mientras que los ha ganado en las generales (522.000); con el detalle no menor de que en ellas la participación ha sido 11 puntos mayor. Esos sectores advirtieron tras la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto que un efecto de ella sería el crecimiento exponencial del independentismo. Los resultados no acaban de confirmarlo. Por una parte, el independentismo explícito se ha fragmentado y perdido escaños (de 23 en 2003 a 14) y votos (de 545.000 a 360.000). Pero es cierto que un sector del electorado de CiU se considera ahora soberanista y dice en las encuestas que votaría por la independencia si tuviera ocasión. Ello explicaría el crecimiento del sentimiento independentista hasta el 25% de la población, cinco puntos más que en los años 90. Pero la experiencia vasca indica que, pasada la efervescencia inicial, el nacionalismo institucional pierde fuerza cuando se radicaliza, y no es previsible que Artur Mas vaya a arriesgar por ese lado el poder alcanzado. La victoria de Mas ha fraguado en el último periodo, con la crisis económica de fondo, pero seguramente germinó desde mucho antes: en la sensación de desconcierto (o de irritación) del electorado socialista ante actitudes que proyectaban una imagen en la que no se reconocía. Por ejemplo, la del encuentro del socio de Maragall, Carod Rovira, con los jefes de ETA años después de haberles exigido que se abstuvieran de atentar en Cataluña; o su actitud despectiva ante la candidatura olímpica de Madrid, y su autocrítica posterior por haber "dicho en voz alta lo que muchos catalanes piensan"; la activación de una ley que permite multar a los comerciantes que rotulen sus establecimientos solo en castellano; o el intento de cambiar todas las matrículas de vehículos de España para que incluyeran el distintivo de cada comunidad; la retirada por Maragall de su acusación del 3% en comisiones ilegales ante la amenaza de Mas de retirar a su vez el apoyo dado a la reforma del Estatut; los informes, pagados a precio de oro, sobre la almeja brillante o contra el juguete sexista. Tal vez deberían empezar por ahí los dirigentes socialistas catalanes que se han comprometido a impulsar una reflexión a fondo sobre las causas de su derrota. EL PAÍS. 9-12-2010

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