SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El fin del modelo alemán para Europa

Desde hace casi dos años Grecia no es un Estado soberano pleno, algo muy duro para un pueblo que alcanzó tardíamente su independencia a un altísimo coste. Su clase política se limita a aplicar a través del Parlamento los ajustes y recortes que le dicta la troika –la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)–, lo que le ha costado un enorme descrédito entre sus conciudadanos. Los acuerdos de la eurozona del pasado 27 de octubre establecen que esa troika se instalará en Atenas para asegurarse in situ de que su plan se ejecuta sin dilaciones.

A cambio, durante este periodo, los ciudadanos griegos han padecido recortes de una envergadura desconocida en una sociedad desarrollada y, contra lo anunciado por los promotores del plan, la economía, lejos de mejorar, se ha deteriorado hasta el punto de que la troika tuvo que reconocer hace dos semanas que «Grecia está experimentando una recesión más profunda y larga de lo esperado».

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