El elegido para presidir la Generalitat, a través de un “dedazo” nada “republicano” ejecutado por Puigdemont, ha sido Quim Torra, representante del nacionalismo excluyente más derechista y reaccionario. Su designación ha provocado un rechazo creciente.
¿Es que no tenían otro candidato más presentable? ¿O por el contrario, con la elección de Torra los sectores más aventureros de las élites independentistas catalanas evidencian cual es su verdadera naturaleza y sus auténticos objetivos?
Existía un abanico relativamente amplio donde elegir entre los 34 diputados de Junts per Catalunya. La “ungida” podía haber sido Elsa Artadi, fervientemente independentista y con planteamientos igual o más reaccionarios, pero con hechuras de tecnócrata. Pero Puigdemont ha desechado esa opción, y ha optado por un kamikaze xenófobo y furibundamente antiespañol como Torra.
Al colocarlo en la presidencia de la Generalitat, los sectores más aventureros del independentismo, representados por Puigdemont, manifiestan su voluntad de mantener a cualquier precio el enfrentamiento y la tensión, el caldo de cultivo que necesitan para seguir desarrollando su proyecto de fragmentación.
En unas condiciones en las que se han visto obligados a retirar, ante la imposibilidad de su investidura, hasta tres candidatos (Puigdemont, Jordi Sánchez y Jordi Turull). Y donde en la dirección de ERC, y en buena parte de la del PDeCAT, abogan por evitar un enfrentamiento directo con el Estado.
Por el contrario, con sus primeras decisiones Torra parece empeñarse en mantener un clima de desafío permanente. Reuniéndose con Puigdemont en Berlín, intentando restituir en su cargo a los ex consellers presos o fugados de la justicia, manifestando su voluntad de levantar un parlamento y una estructura de gobierno paralela en el extranjero…
Esta por ver hasta donde están dispuestos a llegar. Si se atreverán a vulnerar abiertamente la legalidad, como supondría llevar a la práctica el anuncio de volver a llevar al parlament la Ley de Transitoriedad y Fundacional de la República, declarada ilegal por el Constitucional. Pero de lo que no cabe duda es de que están dispuestos a cualquier cosa para mantener la excepcionalidad y el choque continuo.
Se equivocan quienes piensan que se trata de una estrategia suicida. No son tan valientes. Si han decidido seguir enfrentándose a un Estado como el español, es porque juegan con protección. La que les proporcionó el tribunal alemán que decidió tumbar la extradición de Puigdemont por rebelión. O la de la justicia belga, que ha rechazado la extradición de los ex consellers.
Resta por conocer la decisión definitiva de la justicia alemana. Si entregan a Puigdemont a la justicia española, aunque sea limitadamente, será un golpe ante el que nada podrá hacer Torra ni su gobierno. Por el contrario si, como se ha hecho en Bélgica, da amparo a Puigdemont será la prueba definitiva de que importantes centros de poder mundiales protegen y alientan los ataques contra la unidad en España.
Pero con la elección de Torra, los sectores más agresivos y aventureros del independentismo han concentrado toda la atención sobre el que es su punto más débil. Su carácter extremadamente reaccionario, antiobrero, antipopular, incluso xenófobo, que ocultaban bajo la fachada de “la defensa del derecho a decidir” o de “la reacción ante un Estado español represor y autoritario”, ha quedado al descubierto. Ningún perfume puede tapar el hedor reaccionario que un personaje como Torra desprende.
Para avanzar en su proyecto tienen que manifestarse tal y como son. Y eso provoca una reacción en contra. Sucedió en septiembre y octubre del pasado año, donde ante la imposición antidemocrática de la DUI se levantó una movilización histórica en Cataluña en defensa de la unidad. Y está ocurriendo ahora, donde todo el espectro político catalán no independentista, desde Ciudadanos a Podemos, que representan a más de la mitad de los votantes y a dos tercios del censo electoral, ha reaccionado indignado ante la investidura de Torra.
Al colocar a Torra y su pensamiento ultrareaccionario como buque insignia, se enfrentan al conjunto del pueblo trabajador catalán. Y este es su principal error de cálculo.
El Estado va a responder ante cualquier reactivación de la vía unilateral. Reinstaurando, en una versión indudablemente más dura, un 155 que ya ha demostrado que puede ejecutarse. Pero la principal resistencia ante los Torra y Puigdemont va a venir de un pueblo catalán que ya ha demostrado ser capaz de movilizarse para defender la unidad y evitar que lo dividan y enfrenten.«El elegido para presidir la Generalitat ha sido Quim Torra, representante del nacionalismo excluyente más derechista, reaccionario y antiobrero. La izquierda debe encabezar la rebelión»
Estamos en un momento donde las cosas no pueden estar más claras. Quienes pretenden seguir avanzando por el camino de la división y la fragmentación, lo hacen enarbolando ya abiertamente las banderas más reaccionarias. Quienes alguna vez los siguieron creyéndose las falsas promesas de un horizonte progresista en una “república catalana” que encabecen los Puigdemont y Torra, o los Mas y Pujol, deben liberarse del engaño. Y las bases de ERC y las CUP deben anteponer su parte de izquierda, para evitar que les obliguen a tragarse el sapo envenenado de tener que apoyar a alguien tan repelente como Torra, en realidad el verdadero rostro de Puigdemont.
La falsa Arcadia de la Catalunya independiente ya se ha convertido en el ultrareaccionario y real gobierno de Torra. La izquierda debe encabezar la rebelión. Para defender los intereses del pueblo trabajador frente a los sectores más antiobreros y antipopulares, que ahora presiden la Generalitat. Y fortaleciendo la unidad con el conjunto del pueblo trabajador español, para defender nuestros intereses comunes y un futuro de progreso.
Torra reivindica una falsa historia, en la que todo se contempla desde el deforme e inexistente prisma del “enfrentamiento atávico de España contra Cataluña”. Nosotros reivindicamos la historia real, la que sitúa en Cataluña el nacimiento del movimiento obrero español, con la “Alocución a los obreros españoles”, lanzada desde Barcelona en 1855 para que todos los obreros de España se unieran en una misma lucha.
Todos los avances que hoy disfrutamos vienen de esta lucha forjada en la unidad. Quienes quieren dividirnos y enfrentarnos, como Torra y Puigdemont, se enfrentan a la mejor y más avanzada historia de Cataluña, la que el conjunto del pueblo español admiramos y ellos odian y desprecian.