¡Sí­, el 29-S, todos a la huelga general!

El éxito de la huelga y el caudal sin cauce

Según una reciente encuesta, la mayorí­a de los españoles, el 51%, considera que la huelga general convocada por los sindicatos el 29 de septiembre, no sólo es oportuna, sino que está plenamente justificada por una situación de la economí­a española que 9 de cada 10 encuestados califica de mala o muy mala, y ante una economí­a familiar que el 60% describe como regular, mala o muy mala. Y sin embargo, el 1 de julio, fecha de realización de la encuesta, sólo el 27% tiene decidido que participará, con seguridad o probablemente, en la Huelga General, frente a un 67% que no lo harán. Dejando ahora al margen la más que probable alteración intencionada de los datos finales, ¿por qué esta disociación entre una mayorí­a que considera la Huelga General como una respuesta justa y adecuada y quienes piensan participar en ella? De responder adecuadamente o no a esta cuestión, y actuar en consecuencia, depende que el 29-S se convierta en una jornada de éxito, capaz de hacer retroceder los planes de nuestros enemigos.

El roblema capital de la batalla El problema capital de la batalla por impedir la rebaja de un 25% en nuestros salarios y rentas es el de unir al 90% de la población, puesto que son los intereses del 90% los que están siendo atacados. Las clases dominantes están haciendo lo imposible para impedirlo. Tratan de dividir y enfrentar a unos sectores populares con otros. Van a buscar que la clase obrera –históricamente la más disciplinada y combativa ante una lucha de este tipo– se quede sola y aislada el 29-S. Y están difundiendo distintos climas de opinión entre el pueblo para conseguirlo.Nosotros, por nuestra parte, para contrarrestar esos climas de opinión que paralizan y dividen debemos fijar como centro de nuestra línea, de nuestro trabajo, de nuestra alternativa y de nuestros métodos de lucha el objetivo de organizar una respuesta del 90% de la población, uniendo y movilizando al conjunto de clases y sectores sociales atacados por sus planes de recortes, ajustes y reformas.El primero de estos climas se basa en una verdad a medias, que es la mayor y más eficaz de las mentiras. Puesto que los ajustes y recortes, se dice, nos vienen impuestos de fuera, de Bruselas, nada, o muy poco, es lo que nosotros podemos hacer.Es cierto que estamos ante un ataque masivo que proviene del exterior, de Washington (a través del FMI) y de Berlín (a través de la UE). Ataque cuyo objetivo es rebajar un 25% nuestros salarios y rentas, aumentando el grado de concentración monopolista a base de incrementar y acelerar el trasvase de riqueza hacia ellos.Pero no es cierto que no podamos hacer nada frente a este ataque. No es cierto que sean razones económicas “objetivas”, inevitables, las que nos obligan a someternos a sus ataques. Es nuestra debilidad y dependencia política lo que les permite lanzar una agresión tan brutal contra nosotros. Cuanto más débiles y sin capacidad de respuesta nos mostremos ante ellos, más dependientes nos harán y más agresivos serán en sus ataques.Dicen que España “no puede permitirse una huelga general”, ¿pero podemos permitir los españoles que nos rebajen un 25% nuestros salarios?El segundo clima que buscan crear es el de que no hay nada que hacer, porque “la gente no se mueve”. Una afirmación que desmienten los mismos datos oficiales.Las cifras del Ministerio de Trabajo reflejan una creciente conflictividad laboral, que de ser irrelevante al comienzo de la crisis ha ido en aumento en los últimos meses. Hasta el punto de que el año pasado se convocaron 1.001 huelgas, la cifra más alta desde el año 2000, un 30% más que la media de toda la década. Y el primer semestre de este año sigue la misma tónica.Sólo que todas estas luchas han permanecido convenientemente ocultas a los ojos de la opinión pública, se busca hacerlas invisibles para crear la sensación de que “aquí no se puede hacer nada, porque nada ni nadie se mueve”. El espejo roto del Metro La huelga de los trabajadores del Metro de Madrid ha empezado a sacar a la luz esta realidad que hasta ahora permanecía oculta. Cuando parecía que no pasaba nada y que todo el mundo, de grado o por fuerza, se resignaba a sufrir los ataques, la huelga de los trabajadores del Metro de Madrid viene a ser como una piedra lanzada contra el espejo que rompe la relativa “calma social” en la que la oligarquía y el imperialismo confiaban poder aplicar sus planes de recorte y ajuste. Incluso aunque hubiese episodios esporádicos (como la huelga de funcionarios o la próxima del 29-S) con un carácter más de “derecho al pataleo” (y por lo tanto fácilmente asimilables y reconducibles) que de luchas dirigidas a hacer retroceder sus planes.Al revolverse contra el recorte de sus salarios, los trabajadores del Metro de Madrid están demostrando que sí se puede, con unidad y con lucha, hacer retroceder sus planes. El grado de consecuencia y combatividad que han demostrado los trabajadores del metro madrileño está actuando como una especie de llamamiento al resto del pueblo a seguir su ejemplo. ¿Por qué hemos de permitir que recorten nuestros salarios? ¿Es que vamos a consentir que jueguen impunemente con el pan y el futuro de nuestros hijos?Lo que ha puesto de manifiesto la lucha de Metro Madrid es que entre nuestro pueblo existe un enorme caudal de energía y que sólo hace falta ponerle el cauce adecuado para que se exprese. En su caso, la existencia de un comité de empresa independiente, en el que los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, están en minoría y deben por tanto someterse a las decisiones que democráticamente toman las asambleas de trabajadores, ha sido el cauce a través del cual ha podido expresarse esa voluntad de unidad y de lucha.Y todavía es posible mejorar y hacer más eficaz esa lucha. Desde el objetivo de unir al 90% del pueblo para organizar la respuesta a sus ataques, los trabajadores madrileños del Metro debían haber puesto mucho más empeño en llevar al conjunto del pueblo de Madrid las justas razones que les han llevado a la huelga y a incumplir los servicios mínimos. Haciendo agitación y propaganda entre el pueblo madrileño acerca de que ellos son hoy los directamente atacados, pero mañana lo serán el resto de trabajadores y clases populares.Desde la 6 de la mañana, los 7.000 trabajadores debían haber hecho sentir su presencia en las entradas del Metro y en los núcleos claves del sistema de comunicaciones de la ciudad llevando octavillas y haciendo pequeños mítines para explicarlo, apoyándose en la gente y buscando su apoyo. Los medios de comunicación van a seguir intentando desprestigiar su lucha, con el objetivo de dividirlos y enfrentarlos al resto de la población. Hay que anticiparse a ellos.Denunciando la gestión de Metro Madrid, cuánto gana la empresa y cuánto se distribuye entre los trabajadores. Cuánto ganan los altos cargos del gobierno autonómico y cuántos los trabajadores de sus empresas públicas. Cuánto se despilfarra en la Comunidad en gastos superfluos, ostentación y corrupción. Un tipo de movilización, en definitiva, donde a sus demandas propias contra la reducción salarial se unieran las demandas del 90% de la población restante objeto de sus ataques y recortes.Es esta perspectiva la única que nos permitirá avanzar, acumular fuerzas y dar la batalla del 29-S con éxito. No basta sólo, aunque es imprescindible, despertar las conciencias y hacer visible lo invisible. Tenemos que conseguir que la Huelga General se convierta en una respuesta popular capaz de unir al 90% de la población y, con ello, dotar al pueblo de la fuerza necesaria para hacerles retroceder en sus recortes y planes de ajuste. En nuestras manos, en la línea y el trabajo que hagamos las próximas semanas todos y cada uno de nosotros, está el conseguirlo.

Deja una respuesta