La crisis se ha convertido en un pantano

«La crisis ha dejado profundas cicatrices. Los bancos están todaví­a muy preocupados por la acumulación de capital que impide dar préstamos a las empresas. Para mantener los mercados a bordo, los Gobiernos están pasando del estí­mulo a la austeridad, lo que puede afectar a la demanda.»

Estas fricciones financieras son malas, ero algo peor puede producirse. A nivel mundial, el exceso de apalancamiento no se ha reducido, ha sido trasladado a los Gobiernos. Los desequilibrios comerciales son todavía demasiado altos y los operadores tienen aún mucho poder. No se necesita mucho para desatar una racha de crisis por la deuda soberana, que puede conducir a una profunda recesión (BREAKING VIEWS) DIARIO DEL PUEBLO.- No hay duda de que la confianza es importante en la construcción de un futuro brillante, especialmente en tiempos de recesión económica global. Muchos en China, sin embargo, se han entusiasmado en demasía con las ediciones y titulares que hablan de una China que liderará al mundo, del declive de Occidente y del ascenso de la nación oriental, que deberá superar a Alemania como mayor exportador de mercancías y sobrepasar a EEUU como economía más pujante del globo en un término de 10 años. Esa clase de optimismo, o más bien optimismo a ciegas, es profundamente preocupante. Es verdad que la importancia de China en la arena internacional se incrementará en todos los aspectos. Pero el camino por delante será mucho más sinuoso de lo que muchos quisieran creer. THE WALL STREET JOURNAL.- Los líderes políticos europeos están perdiendo popularidad y autoridad en sus países en los precisos momentos en que buscan soluciones para la crisis fiscal de la zona euro y las deficientes perspectivas de crecimiento económico. Las repercusiones de la crisis, junto con errores propios, golpean a los gobiernos en Berlín, París y Madrid, e incluso afectan la popularidad del italiano Silvio Berlusconi, conocido como el líder de "teflón". R. Unido. Breaking Views Un crecimiento lento y apagado Edward Hadas Muchos inversores están viendo doble estos días. Reciben cada noticia sobre la debilidad económica, demasiadas lamentablemente, como un presagio de otra recesión, de una doble crisis. Lo mismo se aplica a la caída de los mercados de acciones y de crédito. La preocupación es legítima. El fuerte impulso de principios de 2010 se ha desvanecido. El último informe de empleo de Estados Unidos fue decepcionante, al igual que la mayoría de los estudios recientes de confianza en ambos lados del Atlántico, y de la producción industrial japonesa en mayo. El PIB en la mayoría de los países está todavía en expansión. Pero esa lenta recuperación positiva puede entrar rápidamente en números negativos. Una nueva recesión global no es aún probable en los próximos trimestres. Por un lado, el crecimiento sigue siendo fuerte en la mayoría de las economías desarrolladas. Además, los datos más débiles sugieren que no es nada malo retornar a un ritmo de crecimiento sostenible, aunque no se produzca rápidamente. Así que la buena noticia es que la recuperación quizás no volverá a la dolorosa W, que significa una recuperación parcial seguida por un declive renovado. La mala noticia es que el sistema financiero está todavía en muy mal estado. La crisis ha dejado profundas cicatrices. Los bancos están todavía muy preocupados por la acumulación de capital que impide dar préstamos a las empresas. Para mantener los mercados a bordo, los Gobiernos están pasando del estímulo a la austeridad, lo que puede afectar a la demanda. Estas fricciones financieras son malas, pero algo peor puede producirse. A nivel mundial, el exceso de apalancamiento no se ha reducido, ha sido trasladado a los Gobiernos. Los desequilibrios comerciales son todavía demasiado altos y los operadores tienen aún mucho poder. No se necesita mucho para desatar una racha de crisis por la deuda soberana, que puede conducir a una profunda recesión. Incluso si tal explosión financiera se evita, el crecimiento puede continuar a ritmo vacilante en tierras más heridas económicamente. Sin embargo, puede llevar años recuperar el equilibrio mundial de forma saludable. La crisis se ha convertido en un pantano. BREAKING VIEWS. 7-7-2010 China. Diario del Pueblo En el exceso de optimismo está el peligro Chen Weiua A los estadounidenses los suele definir una actitud optimista y de pronunciado dinamismo. Sin embargo, cuando su país celebró otro aniversario de la Independencia el pasado domingo, el ambiente nacional no parecía tan resplandeciente como el sol que desde las alturas recalentaba las cabezas. De hecho, el día pareció algo lúgubre. El derramamiento de petróleo en el golfo de México, que ya cumplió 78 días el martes, sigue encabezando los titulares en los noticiarios de TV. No menos angustiante es el alto índice de desempleo, que no tiene probabilidades de amainar en meses venideros. Crece por otra parte el consenso de que la guerra en Afganistán se ha convertido en un callejón sin salida. Algunos estados de la Unión están al borde de la bancarrota, a lo que la Administración responde con recortes de empleos y reducción radical del gasto público. Y, por si fuera poco, ahí está el más de un billón de dólares de déficit federal en constante alza, mientras pululan las divisiones intenstinas dentro de las filas partidistas. El optimista lema de campaña de Obama “sí, podemos” hoy parece condenado al rincón del olvido, mientras que, por otro lado, el optimismo comienza a asociarse progresivamente al comportaniento de los chinos. En un reciente foro sostenido en Nueva York, Michael Bloomberg, Rupert Murdoch y otros, mencionaron a China muchas veces, en atención a su creciente importancia. No faltan tampoco los libros, noticiarios y columnas de opinión que abordan el despegue de China y el incremento de su influencia en todo el mundo, en contraste con el declive en la salida de títulos que predicen el derrumbe del país asiático. Además, varias encuestas sucesivas han dado cuenta del alto optimismo de los chinos con respecto a su economía, el futuro del país y las perspectivas personales. No hay duda de que la confianza es importante en la construcción de un futuro brillante, especialmente en tiempos de recesión económica global. Muchos en China, sin embargo, se han entusiasmado en demasía con las ediciones y titulares que hablan de una China que liderará al mundo, del declive de Occidente y del ascenso de la nación oriental, que deberá superar a Alemania como mayor exportador de mercancías y sobrepasar a EEUU como economía más pujante del globo en un término de 10 años. Esa clase de optimismo, o más bien optimismo a ciegas, es profundamente preocupante. Es verdad que la importancia de China en la arena internacional se incrementará en todos los aspectos. Pero el camino por delante será mucho más sinuoso de lo que muchos quisieran creer. Ju an si wei, frase china que significa “en la prosperidad piensa en la adversidad”, debe ser la actitud apropiada en este caso. Es más, con frecuencia los titulares que destacan la prosperidad china resultan engañosos. La prosperidad de China, después de 30 años alcanzando índices de desarrollo económico de dos cifras, ha sido una bendición para sus 1.300 millones de ciudadanos, pero hay importantes problemas derivados de ese mismo progreso que están planteando una amenaza grave al futuro de la nación. Muchos problemas son tan graves que simplemente no dan cabida a demasiado optimismo por el momento y en el porvenir. Éstos incluyen las recientes huelgas obreras y la brecha de ingresos en constante ampliación, la contaminación ambiental en aumento, al punto de que ya constituye un riesgo para la salud, la presión que supone una población que llegará a los 1.400 millones antes de 2015, una confusión moral que está desgastando los principios de nuestra sociedad, más la corrupción y un sistema político que aún dista de haberse reformado en la medida de los deseos. Incluso esas encuestas que arrojan alto optimismo chino pudieron haberse centrado demasiado en las grandes ciudades, ignorando un tanto al campo, donde el boom económico no ha beneficiado a la mayoría de la gente. La mayor parte de los campesinos, todavía sin protección de red de Seguridad Social alguna, tienen menos razones para mostrarse optimistas que el grueso de los habitantes urbanos. Y China no asumirá el control del mundo, ni tampoco lo gobernará en el futuro próximo. Bastante tiene ya con su sobrecarga de problemas domésticos por rectificar, y mucho que bregar en procura de ponerse al día en las décadas venideras, antes de que pueda siquiera convertirse en un país de ingresos medios. Como periodista, creo que el exceso de atención que han deparado los medios informativos chinos a las noticias positivas y al despegue del país, han contribuido en gran medida a que eche raíz el optimismo ciego, mientras que la obsesión de los medios de EEUU con propagar la parte negativa ha sido causa de mucho pesimismo. Si bien la posición de poder de EEUU en el mundo declinará debido al ascenso de China, la India, Brasil y de otros países en vías de desarrollo, lo más probable es aquél siga siendo una superpotencia por muchos años y décadas en el futuro. EEUU sigue manteniendo su supremacía en muchos órdenes, como son la tecnología, la educación superior, la dinámica cultural y el poderío militar. Por todo lo expuesto, creo que se precisa con urgencia de prever la posibilidad de crisis, como contrapartida al exceso de optimismo que hoy prima entre los chinos. Esa sería la forma adecuada de abordar tantos temas sociales, económicos, ambientales, morales y políticos, todos tan acuciantes como espinosos. DIARIO DEL PUEBLO. 7-7-2010 EEUU. The Wall Street Journal Los líderes europeos sienten los coletazos de la crisis Marcus Walker, Sebastian Moffett y Jonathan House Los líderes políticos europeos están perdiendo popularidad y autoridad en sus países en los precisos momentos en que buscan soluciones para la crisis fiscal de la zona euro y las deficientes perspectivas de crecimiento económico. Las repercusiones de la crisis, junto con errores propios, golpean a los gobiernos en Berlín, París y Madrid, e incluso afectan la popularidad del italiano Silvio Berlusconi, conocido como el líder de "teflón". El presidente francés, Nicolas Sarkozy, perdió a dos secretarios de Estado —con rango de ministros— acusados de despilfarrar fondos públicos, en un momento en el que pierde apoyo en medio del enfriamiento de la economía y las medidas de austeridad. La canciller alemana, Angela Merkel, a su vez, trata de cambiar la creciente convicción pública de que su gobierno, elegido a finales del año pasado, está dividido y sin dirección. Y el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, lucha para que se aprueben impopulares recortes presupuestarios sin una mayoría estable en el Congreso. "Todos estos gobiernos se están viendo obligados a realizar recortes impopulares debido a una crisis financiera internacional que está fuera del control de las autoridades nacionales, lo que perjudica la imagen de los gobiernos", afirma Jan Techau, analista de política internacional en el Colegio de Defensa de la OTAN, en Roma. Los gobiernos de la zona euro se han visto plagados por una serie de desafíos económicos, subrayados por la crisis griega y sus coletazos paneuropeos. Fortalecer las reglas fiscales de la eurozona, enmendar las finanzas públicas y mejorar la competitividad de algunos países significa abordar las retrasadas reformas de las leyes laborales y los sistemas de beneficios. En toda la zona, los recortes a los gastos y los programas de beneficios están causando conmoción, provocando reacciones airadas y protestas de los sindicatos. Los escándalos y las torpezas políticas han menguado la capacidad de algunos líderes europeos para convencer a sus ciudadanos de que las dolorosas medidas son parte de una estrategia que permitirá, a la postre, fortalecer la economía. Lo que salva a las principales economías de la eurozona es que en ninguna de ellas se celebrarán elecciones nacionales antes de 2012 y, en el caso de Berlusconi, sus oponentes están debilitados. El gobierno de Sarkozy anunció el mes pasado que recortará el gasto público en 45.000 millones de euros (US$56.500 millones) en los próximos tres años y aumentará la edad de jubilación de 60 a 62 años. La medidas provocaron el aumento del escrutinio de los medios al uso del dinero público por parte de los ministros. El domingo, Alain Joyandet, secretario de Estado para la Cooperación y la Francofonía, dimitió tras admitir haber contratado un jet privado por 116.000 euros (US$146.000 dólares) para ir al Caribe en viaje de negocios cuando podría haber tomado un vuelo de una aerolínea. Christian Blanc, secretario de Estado a cargo del Desarrollo del Gran París, también renunció tras admitir que gastó 12.000 euros del erario público para comprar puros. El gobierno lo obligó a abonar la totalidad del gasto. THE WALL STREET JOURNAL. 7-7-2010

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