El Directorio Mediterráneo

«Dejémonos de la República Democrática de Facebook y de bobadas; en Libia, paí­s de tribus y de clanes, se lucha por la inmensa fortuna económica que representan sus yacimientos de petróleo y gas metano. Y en el sur del paí­s está en juego el control estratégico del macizo del Tibesti, rico en uranio y rótula del Sahel. Petróleo, gas, uranio y control militar del Sahel es el argumento central de la guerra civil en Libia. El servicio secreto francés habrí­a ganado la partida a los servicios italianos.»

Consecuencias: Italia se suma al núcleo de combate franco- británico, deja sola a Esaña en el papel de camillero, y refuerza a Mario Draghi como futuro presidente del Banco Central Europeo. Alemania observa, en su lento deslizar hacia el Este. El Directorio Europeo toma forma en distintos planos. El principal es el económico y en él impera Berlín. Francia, Inglaterra e Italia se lanzan ahora por el control de la anarquía que viene del norte de África. España, ibérica, modesta, endeudada y periférica, atiende la retaguardia. (LA VANGUARDIA) EL MUNDO.- «Aunque el coste de financiación de España todavía no es señal de alarma, hay poco margen para que siga creciendo en el corto plazo antes de que el mercado empiece a hablar de un contagio», advertía ayer a Reuters Richard McGuire, analista de Rabobank. Recientemente un informe de Deutsche Bank también advertía del peligro que podría suponer para la Eurozona una posible quita de la deuda griega en las circunstancias actuales. «La banca tendría que provisionar parte de los más de 107.000 millones de euros que todavía tiene expuestos a Grecia, mientras que el fondo de rescate -dotado con aportaciones públicas de los estados miembros- debería asumir pérdidas de 19.200 millones de euros». EL PAÍS.- Europa, pero también los Estados Unidos viven una era posheroica. Trípoli no vale no ya una misa, sino ni siquiera medio ofertorio. Y eso conduce a una extraña banalización, sangrienta, pero siempre a costa del prójimo, de la geopolítica de Occidente. La legalidad de las decisiones geopolíticas que convienen al mundo occidental progresa hacia el caos. Es hoy peliagudo determinar por qué combate la OTAN en Afganistán. Por supuesto que para derrotar a la talibania; pero ¿en beneficio de quién? ¡Qué nostalgia la del siglo XIX cuando la pax británica se imponía sin un respingo de vacilación y el derramamiento de sangre y la potencia de fuego que fueran necesarios! Es esta una geopolítica prêt-à-porter, llamada a satisfacer las carencias o renuncias de Occidente. Por eso convendría pensarlo dos veces antes de meterse en casa ajena. Opinión. La Vanguardia El Directorio Mediterráneo Enric Juliana Saquémonos, ni que sea por unos minutos, las gafas progresivas que nos hacen ver como una caricatura todo cuanto ocurre en la Italia gobernada por Silvio Berlusconi. Observemos el último movimiento italiano en relación con Libia desde la óptica del realismo político, porque nos da noticia del Directorio Europeo, y, en consecuencia, ello atañe a España. Los gobernantes italianos encajaron mal el levantamiento contra el coronel Gadafi y la inmediata coalición franco-británica de apoyo a los rebeldes que intentan tomar el poder en el mayor depósito de hidrocarburos del norte de África. (Francia e Inglaterra, de nuevo juntas, la alianza que en 1956 fracasó al intentar la conquista del canal de Suez, tras su nacionalización del por parte del líder egipcio Gamal Abdel Naser.) Los italianos sostienen que los servicios secretos franceses son los verdaderos organizadores de la revuelta libia. La Cirenaica (capital, Bengasi) sólo podía levantarse en armas contra la cruel y bien armada Tripolitania con apoyo extranjero. Dejémonos de la República Democrática de Facebook y de bobadas; en Libia, país de tribus y de clanes, se lucha por la inmensa fortuna económica que representan sus yacimientos de petróleo y gas metano. Y en el sur del país está en juego el control estratégico del macizo del Tibesti, rico en uranio y rótula del Sahel (la franja sahariana que enlaza Níger, Chad y Sudán, bien conocida por la Legión Extranjera francesa y hollada por el radicalismo islámico). Petróleo, gas, uranio y control militar del Sahel, ese es el argumento central de la guerra civil en Libia. El servicio secreto francés habría ganado la partida a los servicios italianos (que también existen y no son mancos), empeñados desde los tiempos de Giulio Andreotti en tender puentes entre Roma y su antigua colonia. Un duro contratiempo para Berlusconi. El primer ministro se hizo amigo de Gadafi y consiguió para las empresas italianas una posición preferente en la esfera de negocios del clan dominante en Trípoli. Romano Prodi también trabajó en esa dirección. La Italia republicana y democrática siempre ha soñado con reconstruir, de una manera u otra, su glacis de los años treinta (Albania, Libia, Abisinia…). Inquieta ante la fulgurante iniciativa de Nicolas Sarkozy y David Cameron, Italia ha dudado durante mes y medio entre el intervencionismo y la aceptación pasiva de la iniciativa franco- británica, apoyada activamente por Estados Unidos, que aporta fuerza a la misión, pero no ha querido capitanear en el Mediterráneo su tercera guerra simultánea (las otras dos: Iraq y Afganistán). No es fácil declarar la guerra en Roma tras el desastre militar de Mussolini en los años cuarenta.* Intervencionismo frente a neutralismo es un debate típicamente italiano. Y la calculada decantación –el deslizamiento gradual de una posición a otra– es la marca característica de la política exterior italiana desde los tiempos del conde de Cavour, estratega máximo de la unificación. Al final ha ganado il partito della guerra. La aeronáutica militar participará activamente en los bombardeos. Consecuencias: Italia se suma al núcleo de combate franco- británico, deja sola a España en el papel de camillero, y refuerza a Mario Draghi como futuro presidente del Banco Central Europeo. Alemania observa, en su lento deslizar hacia el Este. El Directorio Europeo toma forma en distintos planos. El principal es el económico y en él impera Berlín. Francia, Inglaterra e Italia se lanzan ahora por el control de la anarquía que viene del norte de África. España, ibérica, modesta, endeudada y periférica, atiende la retaguardia. LA VANGUARDIA. 27-4-2011 Crisis. El Mundo Grecia y Portugal ahondan su agujero M. Ramírez / J. G. Gallego La inquietud sobre la solvencia de Grecia y Portugal, alimentada por nuevos datos que empeoran las expectativas más pesimistas sobre sus agujeros financieros, volvió a perjudicar ayer a España, obligada a pagar un 55% más por su deuda. Los inversores dudan de que Grecia pueda responder a sus acreedores con una carga de deuda del 143% del PIB y un déficit público del 10,5% en 2010, según los datos que dio a conocer ayer Eurostat, la agencia estadística de la UE. Por ello, el Gobierno heleno tendría que pagar un 15% de intereses para colocar sus emisiones a 10 años en el mercado, 12 puntos por encima del bono alemán y más que nunca en su historia. Ni el duro plan de ajuste impuesto por los vecinos de la moneda única y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha logrado contener los números rojos. El resultado supera incluso la previsión de la Comisión Europea ya corregida del 9,6% de déficit y el 140% de deuda. El retraso de los pagos es una opción cada vez más probable. Según el diario griego Tea Nea, el plan incluirá una renegociación de los términos con los acreedores más disponibles, entre ellos Estados y bancos, sobre todo, alemanes. Fuentes europeas aseguran a EL MUNDO que la reestructuración de la deuda griega se tocó en varias reuniones en Bruselas en marzo, aunque públicamente, y por la presión del Banco Central Europeo (BCE), los representantes de la Comisión niegan esta posibilidad. La semana próxima se cumple un año del rescate griego y el FMI, la Comisión y el BCE terminarán una evaluación. El portavoz de Olli Rehn, el comisario de Economía, aseguró ayer que es «prematuro especular sobre las consecuencias potenciales» de los últimos datos y las nuevas medidas que se le pedirán a Grecia para cumplir con las obligaciones del rescate, cada vez más esquivas para este año y el próximo. Frente a la profunda recesión que viven los griegos, el portavoz insistió en la línea oficial comunitaria: el coste social de las deudas es mayor que los recortes para atajarlas a largo plazo. Ante la ausencia de buenas noticias, la Comisión al menos se felicita de que la corrección de las cifras haya salido de la oficina estadística griega, que ofrece ahora datos «100% fiables». En plena negociación de su rescate, Portugal tampoco da buenas noticias. El déficit del año pasado llegó al 9,1% del PIB, lejos de la previsión del 7,3% e incluso de la última revisión el mes pasado por parte de las autoridades portuguesas, que esperaban llegar al 8,6%. La deuda, del 93%, está 10 puntos por encima de lo estimado por Bruselas en noviembre. El panorama general es preocupante. La media del endeudamiento de los países en la moneda única superó el año pasado el 85%, y no sólo por puntos negros periféricos, sino también por los presuntos aplicados de la clase, como Francia y Alemania. Que los grandes estén entre los más endeudados inquieta porque las agencias de calificación podrían cuestionar el sobresaliente de sus Estados del que depende el fondo de rescate del euro. Si perdieran la máxima nota, los préstamos a los países en apuros saldrían más caros en una peligrosa espiral. España acaba de rebasar el umbral comunitario del 60% de deuda, si bien la Comisión esperaba que el agujero fuera del 64%. Es el país menos endeudado entre los grandes, 23 puntos por debajo de Alemania, pero también uno de los que más rápidamente se ha deteriorado. La deuda pública casi se ha duplicado en estos tres años de crisis. Al menos, como no se cansa de repetir la Comisión, el Gobierno está cumpliendo con los planes de ajuste y no ha dado malas sorpresas. El déficit público fue del 9,2% en 2010, una décima menos de lo que esperaba la Comisión en noviembre. Esta buena noticia logra despejar, de momento, las dudas de los inversores más escépticos, aunque no ha conseguido cambiar la tendencia alcista que inició la prima de riesgo hace 10 días. Bajo una presión similar a la de principios de año, y con el diferencial entre el bono español y el alemán sobre los 220 puntos, el Tesoro llevó a cabo ayer una nueva emisión de deuda con vencimientos a muy corto plazo, por la que se vio obligado a pagar hasta un 55% más que en la última operación de estas características, realizada el pasado día 18. El organismo que dirige Soledad Núñez colocó un total de 1.969 millones de euros en letras a tres y seis meses, con intereses del 0,92% y del 1,90%, respectivamente. El patrón de las subastas de deuda vuelve a ser el mismo que durante el primer trimestre del año: el apetito de deuda española por parte de los inversores aumenta conforme lo hace su precio. Ayer la ratio de cobertura -que mide la demanda total respecto al importe finalmente adjudicado- llegó a ser de 7,1 veces en el caso de las letras a seis meses. Al contrario de lo que parecía a principios de abril, España no ha conseguido desacoplarse por completo del riesgo que percibe el mercado sobre la deuda del resto de países periféricos. La tensión se ha agravado ante los fuertes rumores de una reestructuración de la deuda helena, que podría llegar antes incluso de que venza el actual fondo de rescate (diseñado hasta mediados de 2013). «Aunque el coste de financiación de España todavía no es señal de alarma, hay poco margen para que siga creciendo en el corto plazo antes de que el mercado empiece a hablar de un contagio», advertía ayer a Reuters Richard McGuire, analista de Rabobank. Recientemente un informe de Deutsche Bank también advertía del peligro que podría suponer para la Eurozona una posible quita de la deuda griega en las circunstancias actuales. «La banca tendría que provisionar parte de los más de 107.000 millones de euros que todavía tiene expuestos a Grecia, mientras que el fondo de rescate -dotado con aportaciones públicas de los estados miembros- debería asumir pérdidas de 19.200 millones de euros». El informe también advierte de que el BCE, que ha comprado deuda de Portugal en los últimos meses, tendría que recapitalizarse para asumir el deterioro de esos activos, con el consiguiente coste adicional para los ciudadanos europeos. Ante estos riesgos, la mayoría de los analistas coincide con la opción menos mala que internamente baraja Bruselas. Ésta seguiría los pasos de la Iniciativa de Viena, según la cual los Estados y los bancos aceptarían voluntariamente un aplazamiento del pago a través de lo que se conoce como roll-over, un instrumento que permitiría alargar la fecha de vencimiento para mitigar los problemas de Grecia pero que, incluso así, podría obligar a los bancos a anotarse pérdidas en sus balances por la depreciación de la deuda helena. EL MUNDO. 27-4-2011 Opinión. El País Banalización de la geopolítica M. Á. Bastenier Al presidente francés Nicolas Sarkozy le había pillado la jacquerie tunecina cambiándose de corbata, cuando hacía nada que varios de sus ministros se habían regalado vacaciones pagadas por déspotas norteafricanos. El primer ministro David Cameron necesitaba algún lustre exterior para que el único leitmotiv de su mandato no fuese el mayor recorte de gasto social de la historia británica. Tras el tunecino Ben Ali, Mubarak había caído en El Cairo, y parecía que casi obligadamente estallaba a continuación la revuelta en Libia, país del que ni uno ni otro sabían gran cosa. La intervención contra Muamar el Gadafi, "extravagante amigo de Occidente", permitiría a ambos hacer borrón y cuenta nueva, aunque eso no excluyera que deseasen ver florecer la democracia en el desierto. Nada es nunca del todo blanco o negro. Pero había que hilar muy fino. La opinión europea no asimilaría una procesión de féretros nacionales como precio del derrocamiento de un iluminado, que en una ocasión había empapelado de verde media Feria de Fráncfort para presentar al mundo su obra cumbre, el Libro de idéntico color. Y Estados Unidos, embrollado ya en dos guerras asiáticas y probablemente con insuficiente fuerza de origen extraeuropeo para tanto conflicto, aún tenía menos apetito de combate. Contra todo conocimiento empírico, seducidos quizá por la victoria aérea norteamericana sobre la Serbia de Slobodan Milosevic en los años noventa, ambos estadistas decidieron hacerse un Suez en miniatura: solo patrullar y bombardear desde el aire, para que, so pretexto de negar al dictador el uso de su aviación -que era virtualmente inexistente- ofrendar la victoria a un puñado de insurrectos sin DNI, de los que tampoco sabían absolutamente nada. Una resolución de la ONU, tan impenetrable como los textos más abstrusos de la patrística cristiana, sería el satisfecit internacional de la operación. El objetivo era acabar con el líder libio, pero no podía reconocerse abiertamente porque todo aquello exhalaba un espeso tufo colonial: dos potencias europeas haciendo la guerra para decidir quién había de gobernar el país de las arenas. Y ahí comenzaba la deriva. Gadafi retenía el apoyo de parte de la tribalidad libia; durante más de 40 años había repartido la dádiva petrolera a su clientela, y tenía con qué pagar a sus tropas, nacionales o extranjeras; pero, sobre todo, el enemigo apenas era una algara tan voluntariosa como desharrapada, a la que malamente encuadraban unos cuantos agraviados del gadafismo. A diferencia de Egipto y Túnez, donde el Ejército había optado por desembarazarse de sus respectivos dictadores, la sucinta milicia de Trípoli había permanecido en su mayor parte leal al coronel, que se disponía, así, a barrer inexorablemente a sus contrarios. Por ello había que bombardear las columnas del dictador, que ya devoraban al sprint el territorio sublevado, así como ingeniar nuevas fórmulas de presión militar que no contradijeran frontalmente la intangible resolución de la ONU. De esa manera, ante la presente situación de tablas en la guerra hay o pronto tendrá que haber asesores occidentales sobre el terreno, pero no ¡cuidado! tropas de combate, que son las grandes fabricantes de ataúdes; y también discutir el eventual entrenamiento y armamento de la insurrección; junto a multiplicar las gestiones diplomáticas para que Gadafi comprenda que su futuro es el exilio. Europa, pero también los Estados Unidos viven una era posheroica. Trípoli no vale no ya una misa, sino ni siquiera medio ofertorio. Lo de que Europa es Venus y Estados Unidos, Marte, es un cuento chino; a lo sumo, Saturno con su anillo. Y eso conduce a una extraña banalización, sangrienta, pero siempre a costa del prójimo, de la geopolítica de Occidente. Ganar la guerra, sí, pero calibrando los medios; virtuosamente. Desde la negativa del Consejo de Seguridad a aprobar en 2003 una resolución que legalizara la invasión de Irak, actitud acertada o no pero nítida, la legalidad de las decisiones geopolíticas que convienen al mundo occidental progresa hacia el caos. Es hoy peliagudo determinar por qué combate la OTAN en Afganistán. Por supuesto que para derrotar a la talibania; pero ¿en beneficio de quién?; ¿de un régimen corrupto, antidemocrático, que tampoco es verdaderamente amigo? ¡Qué nostalgia la del siglo XIX cuando la pax británica se imponía sin un respingo de vacilación y el derramamiento de sangre y la potencia de fuego que fueran necesarios! Es esta una geopolítica prêt-à-porter, llamada a satisfacer las carencias o renuncias de Occidente. Por eso convendría pensarlo dos veces antes de meterse en casa ajena. EL PAÍS. 27-4-2011

Deja una respuesta